Dos machos de ganga ibérica y un ejemplar en primer plano de ortega; a la derecha, tras el cardo, un bisbita campestre Anthus campestris
Os dejo unas imágenes, aunque
algo pasadas de fecha, de estas dos especies de aves esteparias que llenan el
espacio bulliciosamente en sus veloces desplazamientos.
La madrugada estival de 2011 no
aportaba todavía la cantidad necesaria de luz para apreciar algún tono concreto de la
inmensa estepa. Sólo se vislumbraban los contornos desnivelados de algún cabezo
redondeado o de aristas quebradas silueteadas por la débil luz del horizonte.
Fernando y yo nos apresurábamos a
terminar el pozo que nos serviría de escondite para tener una vista lo mas rasa
posible del suelo y poder estar a la altura de los pteróclidos. A la
creciente serenata melodiosa de los aláudidos, que atronaban con sus voces todo
el territorio estepario, se unía el machacón y desagradable golpeteo del azadón
y el pico con el que hacíamos un hueco suficientemente espacioso. Cuando topaban
esporádicamente con algún que otro pedrusco, las herramientas centelleaban por
el impacto. Terminada la obra y, sellada perfectamente para no
levantar las sospechas de gangas y ortegas, muy temerosas por los depredadores
que las acechan en las charcas, nos dispusimos ocultos a la larga espera. Por
fortuna, estas aves son bastante puntuales en sus desplazamientos hacia los
bebederos y, aparecieron a la hora acostumbrada. La agostada superficie que
rodea la balsa y todo lo que alcanza la vista, es de color uniforme; todo es
ocráceo. Las raquíticas plantas que sobreviven al ocaso del ciclo veraniego
apenas aportaban retales de verdor.
Antes de bajar, realizaban círculos de prospección sobre el terreno con su voz característica. Las gangas y ortegas,
nos avisaban que pronto se posarían después de los vuelos de reconocimiento.
Una vez posadas, veíamos atentos la pausada marcha hacia el ansiado liquido con
el que aplacarían su sed.
No dejo de admirar a estas aves
tan bellas y bien adaptadas, capaces de soportar unos cambios de temperatura tan
duros como los que se producen en la estepa aragonesa.
Ganga común Pterocles alchata.
Ortega Pterocles orientalis.

El macho de ganga tiene dos collares y la hembra tres; ambos plumajes me parecen espectaculares.
La ocrácea estepa, dura, pero llena de vida, alberga estas policromas maravillas.