
Mientras observaba la magnitud de los árboles del manto selvático, saciados de agua y de nutrientes pero no de luz, comprobaba atónito la lucha entre ellos a base de metros de altura para alcanzar quizá el bien más preciado, la luz del sol. Seguía con detenimiento los olores y los sonidos del bosque, tan significativos en un ambiente extremadamente tupido, donde la voz y los colores vivos son determinantes a la hora de comunicarse muchas aves que viven encerradas en estas selvas brasileñas.

Que cosas…, fue ver a esta pareja de llamativos pájaros acercarse el uno al otro creyendo erróneamente que se trataba de una exhibición entre macho y hembra y, resulta, que era todo lo contrario; una disputa en toda regla de dos machos. Las fotos, desgraciadamente sin apenas color al hallarse ambos pájaros a la sombra del ramaje, pueden inducir a confusión, puesto que sus colores son más vivos con luz directa. El caso es, que se acercó el ejemplar de la derecha a su oponente, y la voz entre ellos no era precisamente melodiosa, sino áspera e irritada. Ambos se tambaleaban de derecha a izquierda como si fueran púgiles en un cuadrilátero, con las plumas pectorales y dorsales ligeramente erizadas. Sin apenas dar un paso atrás se debatían en un espacio mínimo intimidándose. Pero, no había violencia física, al contrario, el combate parecía desencadenar una serie, creo yo, de improperios con unas voces alteradas que crecían por momentos.

Finalmente, tal vez, abandonara la rama el vencido, abrumado por el desafío y la fuerza del chirriante canto de su adversario. A pesar de no tener ningún fundamento científico esta pequeña observación puntual, siendo mas anecdótica que otra cosa, se puede ver en un video a continuación otra disputa incluso algo más acalorada, donde tampoco ninguno de los dos enfebrecidos contrincantes llega más allá del griterío con el que se amenazan en el comedero. (Video You Tube).

Todo lo contrario le ocurre al gorrión común; en ocasiones, he visto caer sin apenas control a dos machos tan acalorados que, ni en tierra, por el peligro que conlleva, eran capaces de reaccionar presos de su incisivo y belicoso celo.

Fotografía de Dario Sanches (Wikipedia).
Se puede comprobar en este macho como contrasta el azul metálico, amarillo y rojo óxido. Su plumaje está perfectamente pegado al cuerpo, no existe tensión ni alarma aparente.