
No pudo ser. Es lo que tiene un post en suspense, y este sábado pasado lo comprobé. No he querido adulterar la realidad omitiendo por honestidad el desenlace final y definitivo del pequeño búho. Quería informaros entre otras cosas como ejemplo de lo acaecido, la dificultad de supervivencia que sufren incluso los poderosos durante esta fase vital tan delicada. La pequeña rapaz nocturna, sospecho que no pasó de la segunda noche. En el mismo lugar donde la deposité, unas pocas plumas agarradas a un reseco tomillo me dieron la pista inexorable. Lo demás, es una larga serie de hipótesis que ya no me interesan. Ahora, la muerte del pequeño búho, reforzará las posibilidades de éxito del segundo.
Desgraciadamente, la cadena trófica en el campo no siempre transcurre como una historia con final feliz, ni siquiera, para los que habitan el ático de la pirámide ecológica; y si así fuera, de ningún modo lo sería para sus víctimas. La muerte del pequeño búho supondrá un leve respiro a sus potenciales presas que, podrán recuperarse de esa presión cinegética ejercida sobre ellas por los búhos adultos al atender a un pollo menos. Ahora, los progenitores tendrán más tiempo con menos esfuerzo y más eficacia para dedicárselo.
Después de observar al primogénito, reconozco que está muy desarrollado, fuerte y receloso. Nada más verme a gran distancia se ocultó rápidamente. Buena señal y buenos reflejos.
Me comentan otros seguidores del búho real que, la inexistencia de la primavera causada por fríos y abundantes lluvias persistentes, han mermado notablemente el curso normal de la reproducción en prácticamente casi todas las criaturas silvestres. Por lo visto, también hay crisis en el mundo animal. El búho real, es uno de los mejores bioindicadores del estado poblacional de la caza en los territorios donde habita.