El sábado pasado, me adentré en un cañón calizo con la intención de comprobar la cría del búho real en su antiguo nido. Hacía calor y por fortuna, la zona a prospectar estaba sombreada. No había rastro alguno de presas ni de plumones que atestiguaran su presencia.
Apenas pasaron unos minutos, escuché un insistente reclamo de áspero siseo a intervalos de cuatro y cinco segundos. Era sin duda un pollo de búho real. Pero… ¿Dónde estaba? Esa era mi prioridad; encontrarlo entre tanta maraña vegetal y anotar el hallazgo y el número de pollos en el nido a vista de telescopio. Es raro el reclamo en los pollos de búho real si no es por causas de necesidad como hambre y falta de contacto físico con los suyos. Pedir alimento ocurre durante el atardecer, y la pérdida de contacto en cualquier descuido.
Cuándo lo localicé caminaba por la cuerda floja a dos metros del suelo, buscando desesperadamente ganar altura a través de una afilada repisa apoyándose con las alas abiertas. Fue al tenerlo en el centro del campo visual de los prismáticos y siguiendo su penosa travesía, cuando apareció como un relámpago el halcón peregrino. En una vertiginosa pasada con un espectacular giro (el de un excepcional volador), logró arrancarlo del cortado y lanzarlo al vacío. La protectora sabina le amortiguó el golpe. El peligro del pequeño búho era evidente y su insistencia en el reclamo tenía una finalidad: escuchar la del hermano o progenitora para situarse y regresar, aunque el hermano no contestaba. Descubrí a este último poco después, posado a la sombra de una alargada oquedad a mayor altura; unos treinta metros.
Desde el otro lado del roquedo sombrío y cruzando el cauce seco, alcancé el otro frente rocoso donde el sol daba con ganas. Lo primero que encontré fue una tejonera en activo a cinco metros de distancia suya.
-Pequeño, hoy no es tu día, me dije: o sí, ¡qué narices! Te voy a llevar con tu hermano, que será seguramente el lugar donde se ubica el nido y donde estarás más protegido-.
Después de acomodarlo en la oquedad de la extensa repisa, desaparecí. Y observándolo desde la lejanía, el reclamo no se escuchó más.
Entre la primera y segunda foto hay unos minutos de intervalo para apaciguar al pollo después del sobresalto con el halcón peregrino y mi irrupción posterior. Una vez tranquilizado, le quité todas las pequeñas garrapatas sujetas al interior del párpado izquierdo y a la comisura ocular derecha. Me sorprendió la quietud con la que me dejó actuar.
Detalle de las garras, espero que de un futuro cazador. Las plumas que recubren la parte superior de las garras sirven también, como el resto del plumaje, para silenciarlas cuando sobresalen al descolgarse sobre su presa. Y, los lóbulos de las almohadillas plantares, tienen la finalidad de sujetar con firmeza, junto con las uñas, a su presunta e incauta víctima.
En esta parte final de la repisa se quedó el joven aventurero, a unos diez metros del hermano.
A la izquierda de la imagen está la oquedad nido. Si os fijáis, hay un leve escalón que los pequeños pollos saltaron prematuramente para recorrer y curiosear los alrededores, dando lugar a este tipo de accidentes. Muchos de ellos no tienen la fortuna del protagonista y acaban devorados por depredadores que deambulan por la base del cortado.
Restos de presas halladas en el nido: arriba a la izquierda; plumas de mochuelo y extremidad posterior de garduña: abajo a la izquierda; mechones de púas de erizo, y a la derecha; plumas de búho chico y paloma bravía. Un superpredador en toda regla.
... todo un salvador. Enhorabuena...
ResponderEliminarParece ser que las rapaces diurnas no gustan mucho de los buhos reales. La noches les pertenece.
Saludos.
Vaya aventura la del pequeño búho!!! aunque no le esta mal un escarmiento del peregrino que luego de mayores se zampan alguno ;)
ResponderEliminarInteresante entrada
Saludos
Excelente relato, preciosas las fotos de los buhos y gran vida la tuya. Creo que esto te tiene que hacer muy feliz.
ResponderEliminar¡Hola Javier 16!
ResponderEliminarEste encuentro con la Naturaleza que has tenido es fantástico, para tí que lo has podido vivir y colaborar con la gran ayuda a este polluelo que así probablemente llegará a adulto; y para nosotros que hemos podido conocer tu experiencia, imaginarla y alegrarnos con la salvación del polluelo.
Es precioso, he clicado la foto y se ha visto aumentada.
Pienso que es muy frágil la vida y en algunos animales, como en este caso todavía más. Gracias por este paseo por la Naturaleza. Saludos afectuosos.
Vengo hasta tu casa porque mi amiga Clariana me la recomendó y estoy encantada de encontrarme con alguien que ama la naturaleza tanto como yo.
ResponderEliminarTe felicito por la ayuda que diste al pobre animalín que de no ser por ti no se habría salvado.
Pongo tu blog en favoritos para poder seguir visitándolo.
Un saludo
Por cierto, se me olvidaba, las fotos fantásticas.
ResponderEliminar¡Hasta luego!
-Bueno Anzaga; de momento, salvado. Dentro de un par de semanas intentaré localizarlo mediante la grandísima colaboración del telescopio. Espero que todo evolucione satisfactoriamente.
ResponderEliminarSaludos.
-Brookei, soy consciente de tu afinidad con los peregrinos y la pasión que despiertan sus picados de más de trescientos kilómetros por hora. El búho real, al que se le estima la velocidad en unos ochenta km\h, sufre unos agresivos ataques por parte de dichas rapaces diurnas si son sorprendidos al descubierto. Al búho real no le queda más opción que posarse y esquivarlos. He visto varios ataques del peregrino a búhos reales y son la expresión más patente de inquina y terror. La indefensión de los halcones ante sus ataques provoca esta agresividad comprensible.
En tres nidos diferentes de búho real pude descubrir tras su utilización los restos de tres peregrinos; uno de ellos joven.
El halcón peregrino pudo matar al pollo de búho real con toda facilidad. Pero creo, que la aversión mezclada con el shock del terror, solo propició un ataque de ira a la vez que temeroso. No hubo un segundo intento, sino que el halcón permaneció desde lo alto de la roca emitiendo su estridente reclamo; algo así, cómo de impotencia al tener al enemigo en casa.
Saludos.
-Bueno Araña; gran vida la mía, no tanto, que los momentos de campo son escasos por desgracia. Estoy seguro de que como al resto de las personas participantes con sus comentarios, esta vida nos hace muy felices. Infinitamente felices. Cuando das buenas noticias en tu blog, también lo soy personalmente.
Saludos.
-Qué tal Clariana. Fue un encuentro casual de última hora al cambiar los planes. El paso dado al devolverlo a su repisa fue muy importante, pero no el definitivo que asegure su supervivencia. Los pollos de búho son un poco de carne con grandes ojos y abundante plumón. Tuvo que ser el armazón de plumas y el escaso peso, además de una buena dosis de suerte, lo que evitó males mayores tras la caída del nido. Casualmente, la caída fue esa misma noche, sin duda. Ahora solo queda esperar.
De todos modos Clariana, quiero advertirte que detrás de esta pocholada (por llamarla de algún modo), se esconde un grandísimo depredador capaz de dar caza a una gran variedad de especies; entre las que destacan otros depredadores como: gatos, zorros jóvenes, garduñas y ginetas.
Saludos.
-Gracias a las dos Abedugu, y bienvenida a este espacio plural de naturaleza. A ver si hay suerte después de este empujoncillo al pollo para que le quede gravado en su memoria toda la odisea padecida y tome más precauciones en su deambular.
Gracias por pasarte y haber disfrutado como yo de tan oportuna historia.
Saludos.
Menos mal que estabas observando.
ResponderEliminarSiempre me han llamado la atención las poderosas garras de este animal. Son increíbles!!
El caso es que si el pollo no hubiese reclamado, no le habría oído, y por lo tanto, debido a la vegetación de la base del cortado, tampoco le habría visto jamás. Ha tenido una gran oportunidad para adelantarse al destino.
ResponderEliminarSaludos Mamen.
Ay!! qué suerte que estabas tú y lo pudiste salvar, Javier. Pobrecito, qué desamparado y aterrorizado se encontraría el pequeñín. Qué buena obra amigo!
ResponderEliminarEl año pasado nos pasó en casa, cuando una paloma cayó por la chimenea que está clausurada y mi marido rompió la parte de adentro que da al salón (despacito y de a poquito para no lastimarla) y la rescatamos a la pobrecita que estaba muy asustada...
Cuando la tomé en mis brazos, hasta parecía que me lo agradecía...
Te felicito con todo mi corazón, Javier. Un abrazo.
¡Aaaaahhhh! ¡Qué sana envidia despiertan tus experiencias, amigo Javier! Haces que sea siempre un placer recorrer la naturaleza virtualmente contigo... Tendríamos que organizar una excursión "bloguera" entre tantos "campestres" como andamos por aquí, jejeje.
ResponderEliminarEl búho, precioso, precioso. :)
Un abrazo.
"¡Pues sí, a punto estuve de morir si no es por ese homínido que frecuenta el cañón!"...Me imagino que le contaría el pollo de búho a su hermano.
ResponderEliminarDe vez en cuando tampoco está de más intervenir. Somos parte del azar natural. Y cuando el azar es solidario...nos ayuda a seguir viviendo.
Gracias en nombre del afectado.
Saludos, Javier.
-Pues Mabel, vuestra opción de salvamento a la paloma no desmerece en absoluto, aunque sea un ave tan común. Romper la chimenea para extraerla, es una heroicidad y un acto propio de muy buena gente.
ResponderEliminarCualquier amante de los animales hubiera actuado como nosotros, y eso me reconforta mucho. Vosotros mismo.
Un abrazo.
-No siempre son las experiencias tan recomendables por el riesgo, aunque si muy reconfortantes gracias a la finalidad.
Ya te lo dije una vez, Trotalomas: si por casualidad fueras a ver el Monasterio de Piedra, o a los balnearios de Jaraba (nunca se puede saber cuando van a aparecer esos dolorcillos por la edad), me avisas por medio del blog y no tendría inconveniente en que visitaras esta zona alucinante. A ti, y a cualquiera que se pase por la página.
Saludos.
-Ya te puedes imaginar Javier, que el lado purista de los protectores de la naturaleza hubiera censurado mi actuación. No hay que entrometerse en la dinámica estructural de la naturaleza para no alterarlo, dicen.
Como bien comentas, soy un homínido y como tal actúo. Dentro de mi capacidad de reacción como espécimen humano, refiriéndome al gregarismo y conducta social de mi especie, tengo la sana necesidad de ayudar al prójimo y lo hago muy gustoso, como también a cualquier animal que lo necesite. Claro está, sin perturbar la cadena trófica. La intromisión en este tipo de encuentros obedece a mi libertad y derecho de compartir como todos vosotros, ese placer de volver a penetrar en la naturaleza para ser, aunque por escaso espacio de tiempo, uno más del entorno salvaje al que pertenecimos y seguimos perteneciendo, como el resto de los animales. Nuestros actos son un reflejo de sensibilidad cívica.
Saludos.
great shot.beautiful
ResponderEliminarEstas serán las futuras "garras" del supercazador!! y nunca mejor dicho. Qué animal tan interesante y sobre todo el estudio de sus " despensas" en los nidos. Yo cada vez que veo uno, a buscar restos y comentar qué animalillo sirvió para alimentar a la prole!. Me ha encantado la pared caliza como muy bien dices. Un sitio idóneo para las dos especies emblemáticas de la repisas!!
ResponderEliminarUn saludo
Me encanta especialmente el detalle de las garras.
ResponderEliminarLas rapaces nocturnas, como las diurnas me apasionana, veo tal perfección en sus líneas, pensadas para la caza son monumentales.
He leído lo que me dijiste, te mandaré e mail y quedamos, y muchísimas gracias Javier¡¡¡
A Salto De Mata
-CIMPOACA LAURENTIU. Gracias por el comentario.
ResponderEliminar-A mí también me gusta curiosear por nidos abandonados del búho real, hay algunos como éste, que aportan sorpresas como el de la garduña.
Saludos.
-Pues ahora Miguel, sólo queda afilar el día oportuno.
Saludos.