Este pasado sábado, de los cuatro interesantes reportajes de Informe Semanal, uno estaba dedicado a la tragedia de los incendios forestales. Algo tiene el bosque cuando arde que provoca en la gente tras el desgaste desolador de la impotencia, la rabia y el brote desenfrenado de las lágrimas.
El fuego, se lleva parte de la historia de los pueblos, y el fin del bosque, nos hace recapacitar sobre la soledad de nuestro futuro.
En el reportaje, reconocí a José Luís Lagares, a quién hacía tiempo, no veía. Era el agente forestal de la zona, persona encargada de velar por el espacio natural donde se encuentra una de las creaciones más fantásticas de la naturaleza: Los Órganos de Montoro (Teruel). Prominentes agujas calizas que apuntan al cielo, simulando un gigantesco órgano tubular pétreo.
Como decía; José Luís es batallador, entregado, y sobre todo, amante de la naturaleza, de su tierra y de su gente.
Lo comprobé por primera vez, en un debate de televisión acerca del problema de las grullas con los sembrados, exponía mediante férreos argumentos la defensa de estas aves viajeras. Su idea era: la protección y observación para disfrute público de
Dejó contra las cuerdas y sin reacción alguna, al jefe del Servicio de Vida Silvestre de la Dirección General de Aragón (DGA), y al resto de los contertulios. Francamente, arrollador.
Entre otras tantas acciones defensoras del patrimonio natural, coincidí también con él, cerca de Ejulve, en la captura de unos furtivos cazadores de pajarillos en plena faena, tenían las redes puestas en una balsa de abrevar el ganado. Casualmente, uno de los guardias civiles del Seprona, era también un fascinado amante de las aves, y la detención tras la fuga de varios de ellos, convirtió la acción gracias a su convicción y perseverancia, en el triunfo de esta batalla contra la impunidad del furtivismo.
Gran cantidad de pajarillos de campo abierto, fueron felizmente liberados.
José Luís, ha recibido muchas amenazas de este tipo de gente, desconociendo sus reacciones futuras y creándole una cotidiana incertidumbre incómoda y estresante.
Al final de la jornada en el reportaje, la angustia de la tragedia le desmorona ligeramente. Las lágrimas, eran tan reales como la devastadora voracidad del fuego.