La fotografía, muestra a la hembra joven dentro de la oquedad donde reposaba, al lado, yacía medio conejo aportado por su progenitora. La telilla que cubre sus ojos, es la membrana nictitante, que cumple la función de un párpado lubrificante.
El año 1985 , fue de lo más complicado para el avefría. Murieron miles de estas aves debilitadas por inanición a causa de una prolongada sequía con pertinaces heladas. Con el suelo endurecido por las bajas temperaturas, no podían alimentarse y el gélido viento, las empujaba con fuerza derribándolas.
Pero no es éste mal recuerdo el tema seleccionado, sino la breve historia de una hembra de búho real que me ha dado por desempolvar . Ya ha pasado mucho tiempo desde el 23 - 8 - 1985 fecha, en la que capturé fortuitamente a mi primer búho real (Bubo bubo).
Cambiamos de linea de cortados; de la cara sur, a la norte. Por esta trayectoria, aparecieron multitud de plumones, egagrópilas y deyecciones. El rastro era tan abundante, que llegué a pensar si la rapaz nocturna tenía los conejos por la base del roquedo al alcance de sus garras.
Bastaron 50 metros de recorrido para aliviar nuestra olla a presión. Como una centella, salió fugaz de la oquedad más próxima, un búho real, que con enormes saltos ladera abajo, alcanzó el fondo del barranco donde se ocultó. Ahí estaba la pregunta del millón; no salió volando, sino saltando.
¿Era un búho en muda, o era un ejemplar viejo? Las preguntas se agolpaban con una incógnita difícil de descifrar. Al capturarlo, comprobamos que carecía de todas las plumas rémiges y rectrices, (las del ala y la cola). Por el tamaño, era una hembra.
Volvimos a la oquedad, donde hallamos una mitad posterior de conejo que la rapaz custodiaba. De nuevo, más preguntas, a las que gracias a un exhaustivo registro del lugar, acertamos a despejar. El hallazgo de un cráneo de garceta común en la entrada de la oquedad bajo el cortado, y las blancas plumas, incluidas las ornamentales localizadas arriba, desestimaron la posibilidad de caza por parte del ejemplar incapacitado.
Finalmente, la solución llegó al ahuyentar a un adulto que reposaba en los alrededores y que también era hembra, por su pesado vuelo .
La madre y el joven del año. La progenitora, era la encargada de avituallar a su vástago.
Hasta la fecha de la localización, el búho tenía la edad de cinco meses aproximadamente. Aún quedaban todavía respuestas que aclarar en torno al desarrollo de un plumaje de crecimiento anormal y el desenlace final de la historia, que entonces, no era previsible.
Con objeto de preparar los datos y fotos para la conclusión, no tengo otra opción que la de realizar un segundo post, para no extenderme en éste demasiado.
Pedro, sujeta firmemente a la rapaz, poseedora de una sorprendente fuerza. La imágen, revela dramáticamente la carencia de las principales plumas de vuelo.
Los búhos, recelan del campo abierto sin la protección de la roca y los arbustos, miran en todas direcciones temiendo los ataques de multitud de enemigos, la mayoría sus posibles presas.
La incapacidad de volar, relegaba al búho a zonas de fácil acceso. Pero tal vez, por esta causa, la fuerza en sus extremidades posteriores y garras se había multiplicado.
23- 8- 1985 Apunte de campo.
No cabía en mi interior tanto asombro y tanto anhelo, un deseo que como un milagro se hizo realidad. El búho real, dueño de la noche, el gran superpredador nocturno se hallaba en estos críticos momentos a mi alcance. No dejaba de observar toda clase de detalles de su morfología; plumaje de terciopelo, pico ganchudo y poderoso capaz de triturar el cráneo de una liebre, garras emplumadas, armadas con afiladísimas uñas de fácil penetración y dotadas para presionar firmemente el cuerpo de sus víctimas. Los ojos, amplios y tremendamente llamativos, reflejaban vivamente el color del fuego.
Cuando el búho real clavaba su mirada en mis ojos, comprendía el temor de sus enemigos frente a él.
Huye por el día y reina en la oscuridad de la penumbra, sin lugar a dudas, el búho real impera notablemente con la garantía morfológica que suponen sus bien atribuidos miembros de caza y defensa.