El martín pescador (Alcedo atthis) es un ave privilegiada por sus atractivos y contrastados colores. Unas minúsculas alas le propulsan en vuelo, batiéndose incesantes y desplazándole a gran velocidad a escasos centímetros del agua. Su resplandeciente azul luminoso supracaudal, no escapa a la vista asombrada de todas aquellas personas que logran ver ese destello alejarse. En las jornadas de anillamiento de cara al público, el martín pescador es por su colorido la estrella de los pájaros. Así me consta cuando el anillador Carlos Pérez, lo muestra delante del personal que le atiende con gran interés durante la charla ornitológica. Al comentar lo datos biológicos del ave mientras lo saca de la bolsa de tela, una leve exclamación del grupo, unánime, cae con la suavidad de un suspiro. Personalmente, disfruto tanto del polícromo pájaro, como de la admiración que despierta en las personas congregadas.
Pero hoy este ejemplar no tiene color, tan sólo, penumbra y claroscuro en la alborada. Es un martín pescador sin colores, sin su esencia específica más reconocida. Gracias al blanco y negro de las imágenes entre las que destaca únicamente su silueta, podemos centrarnos en la paciente atención con que el ave observa la superficie del río. Es una faceta particular de esta avecilla muy entregada a la soledad de sus jornadas de pesca. Tiene varios posaderos por los que va rotando periódicamente a la espera de nuevas oportunidades. En cada uno de ellos, se repite fielmente la misma pose acechante con una intensa fijación al agua. La perseverancia es importante. Tarde o temprano, algún pececillo subirá a la superficie.