Águila real, Aquila chrysaetos
Estoy concentrado en el vuelo sostenido del águila real. Planea como los buitres, sin embargo, no lo hace con mayor capacidad, sino con soberbia; afirmaría que asimilada por el poder ostentado sobre el resto de criaturas a lo largo del valle empantanado. Tiene la supremacía real para someter al resto de especies a su presión cinegética; hasta el búho real Bubo bubo, realeza de la noche, lo sabe y la teme.
El repiqueteo de unas piedras por el canchal me pone alerta. Es el ruido característico de algún mamífero caminando por la ladera que, al paso, con sigilo, las desplaza inevitablemente rompiendo su punto de equilibrio haciéndolas rodar. Pronto doy con él. Es un rebaño de cabra montés Capra pyrenaica hispanica caminando lentamente, cuyo frente dirige una hembra. Las más jóvenes sólo piensan en alcanzar el pasto que sacie su hambre, y los machos, también jóvenes, en un lugar tranquilo para descargar su fuerza contra el oponente y ganar la aceptación de las hembras para aparearse tras la victoria de la contienda.
El ritual de combate lo llevan a rajatabla y, como puedo comprobar, con juego muy limpio. Ambos contendientes se dan tiempo, miden sus cornamentas, se elevan sobre sus extremidades posteriores y las chocan con fuerza provocando un gran estruendo, repetido por el eco debido al encajonamiento del lugar entre paredones calizos. Ahora, en época de celo, los ejemplares se dejan acercar más.
Bienvenida la estampa de esta especie que llena los montes del valle del río Huerva, antaño tan desolados y vacíos. Según los registros de los agentes de protección de la naturaleza, la expansión de la cabra montés llegó desde los Puertos de Beceite hasta este lugar allá por el año 2000; expandiéndose simultáneamente por el Sistema Ibérico hasta hoy.
Excelente resumen documental en vídeo sobre el celo del macho montés; por el autor Javier Abrego García.
Após um ritual tão bonito registrado por tão significantes imagens, não poderia imaginar tão enojante imagem captada evidenciando a brutal ação de gente sem emoção e tampouco com noção de nada. Uffffffffffffffff... que asco!
ResponderEliminarDe qualquer forma, uma reportagem emocionante e, por certo, um vídeo muito bem realizado.
Um beijo
Desgraciadamente es la ley impuesta por quienes manejan a su antojo los montes españoles para deleitarse con una de las aficiones más destructivas y exterminadoras. Ellos y sus escopetas, están por encima de los derechos del resto de ciudadanos a disfrutar de la naturaleza.
EliminarUn beso...
Las reinas de las cumbres, sin duda. Aunque algunos tienen el mal gusto de querer llevarse de recuerdo su cabeza con ojos de cristal y un marco de madera, a veces me he encontrado también ese desagradable indicio incluso fuera de la temporada de caza, pero ya sabemos que lo suyo no es respetar las leyes.
ResponderEliminarSaludos.
Sólo nos queda el consuelo de, por lo menos, hayan dejado el resto del animal para saciar el hambre de los maltrechos buitres leonados.
EliminarCada día, por estos lares se ven menos ejemplares grandes. Ya se encargan los de siempre de gestionar este negocio para los elegidos.
Saludos.
Dos especies emblemáticas de nuestras montañas. A veces, cuando voy a observar buitres, tengo la suerte de disfrutar, también, del vuelo de un Aguila real, lo cual, me me supone una tremenda emoción.
ResponderEliminarno entiendo como se puede disparar a un animal tan impresionante como el macho de la cabra montés sólo por el placer de matarlo y llevarse su cabeza como trofeo y colgarlo en la pared de su casa. Si se le cayera encima y le clavara algún cuerno , no estaría nada mal.
saludos
Jaja. Por lo menos, un buen topetazo de los que dan con ganas a sus contrincantes y que le durara el dolor de cabeza toda la semana.
EliminarHay que ver lo que hacen las sentadillas en la roca. Un momento de relax mirando en todas las direcciones y, de repente, te ves rodeado por los buitres, el águila real y las cabras. Un gustazo.
Saludos Pini.
El tesón y el saber dónde ponerse tienen, de vez en cuando, premio. Como el que supone haber tenido la oportunidad de captar "el ritual" del choque de cornamentas así como el imponente y altivo vuelo del águila. Enhorabuena por las fotos.
ResponderEliminarEn cuanto a los despojos dejados tras el tiro, creo yo que la mayoría de los que deambulamos por la naturaleza hemos experimentado tan desagradables encuentros. Resultan inexplicables.
Un abrazo, Javier.
Siempre es impresionante presenciar el duelo entre dos machos monteses, a veces, uno se tiene que conformar con jóvenes. Por fortuna, hay que verlos a todos para comprender la evolución de estos combates en diferentes edades.
EliminarUn abrazo.
La última foto me ha dejado desolado. Triste forma de morir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es lo de siempre, parece que todo el patrimonio animal es para disfrute de los caza-trofeos. Todo lo ensucia el dinero.
EliminarUn abrazo.
Creo reconocer esa zona. He estado unas cuantas veces fotografiando las cabras. Desconozco si dan precintos en ese coto para cazarlas, pero te animaría a enviar esa foto al Seprona con la ubicación. No servirá de nada, pero si lo comentan en su tweeter, puede que haga cambiar de lugar a los furtivos que lo siguen.
ResponderEliminarEl ejemplar es del año pasado. El problema son las quejas de agricultores y, la solución los que pagan por mitigar las quejas. La gestión es siempre desproporcionada y, desde hace años, ver un macho montés con grandes cuernas es casi imposible; todos están controlados y,probablemente vendidos a la escopeta de turno.
EliminarPor desgracia, los permisos estaban en regla según nos comentó el agente.
A los que salimos al campo a disfrutar de estos animales, nos tratan como españoles de segunda; el dinero siempre manda.
Saludos.
Wow!!! Vaya fotos Javier, la del águila es un pasote. No voy a valorar la última foto que me caliento, jejeje. Un fuerte abrazo desde Castro.
ResponderEliminarFue un día bastante completo, sobre todo, en cuestión de cabras. Es un lujo que estos animales presenten batalla, aunque a distancia, frente a uno.
EliminarOtro abrazo.