Que vistosos resultan los bandos familiares de chova piquirroja Pyrrhocorax pyrrhocorax una vez finalizado el ciclo reproductor. El desbarajuste viajero en busca de alimento, acompañado de un bullicioso vocerío llaman la atención desde cualquier rincón del campo.
Ahora que ya terminaron las labores agrícolas, los campos han quedado a la espera del momento preciso de labranza, es cuando aprovechan estos córvidos para campear. La caña del cereal quedó seccionada por la siega, hay pequeños matojos de hierba que apenas sobresalen y no ocultan mucho el horizonte para poder controlar a posibles predadores, que los hay al acecho, constantemente. Durante el revuelo de las aves en el espacio, bien pueden dar también la voz de alarma a las posadas en tierra.
Es un momento excelente para capturar ortópteros, coleópteros, etc. que tanto abundan en las tablas de cultivo. Las langostas están crecidas y se mueven mas, siendo un aliciente especial para estos córvidos que las persiguen a base de saltos y leves vuelos. No hay duda de que van tras ellas. La bandada se revuelve y cala repentinamente sobre las zonas de mayor actividad de estos insectos.
La estampa me resulta de lo mas interesante, sobre todo, por saber algo mas de la actividad cazadora de las chovas piquirrojas en grupos familiares.
Como un copioso maná, brotan de la tierra gran cantidad de ortópteros. Las chovas, como enloquecidas, dan buena cuenta de ellos capturándolos mediante recortes desenfrenados
Llegará otra vez la primavera y las bandadas se disgregarán ante la llamada de celo. Volverá de nuevo el espacio celeste a vestirse de arabescos quiebros protagonizados por las volatineras chovas piquirrojas. Todo este alarde acrobático con piruetas extraordinarias engalanarán los vuelos nupciales de cortejo. Todo ello, forjará vínculos en las parejas para toda la vida. Mediante arrumacos y ofrendas a base de cebas, agasajará el macho a la hembra para formar una futura familia.
"Soler y Soler (1993) estudiaron la alimentación de la especie a lo largo del ciclo anual en la Hoya de Guadalix sobre un total de 140 egagrópilas, observando que la fracción animal suponía el 50% del volumen de las egagrópilas en cada estación, y que el 60 % de las 3.484 presas animales encontradas eran coleópteros, especialmente tenebriónidos; a su vez, las semillas silvestres y los cereales constituían la parte dominante de la fracción vegetal."
Aves Ibéricas; José Luis Tellería, Benigno Asensio y Mario Díaz
Hola Javier.
ResponderEliminarMe viene de perlas esta entrada tuya para darme cuenta de un error que he cometido en la ulúlti entrada de mi blog al confundir un grajo con una chova piquigualda.
Cómo siempre unas fotos estupendas acompañadas de buena información, que nos hace a los que somos neófitos aprender poco a poco.
Un saludo
No te preocupes, en el argot rural, pájaro que es negro y grazna automáticamente se convierte en grajo. Y, cuando el frío arrecia, el grajo vuela bajo porque hace un frío del carajo.
EliminarDate tiempo que, como esto te gusta, pronto te harás con los nombres de todos los que encuentres a tu paso.
Saludos.
Me ha encantado ver una entrada dedicada a las chovas en exclusiva, las Béticas me quedarían incompletas sin sus algarabías grupales ni la imagen de sus bandadas arremolinándose.
ResponderEliminar¡Saludos!
Sabemos del impacto apasionado que causa para el observador su estridencia en grupo sobrevolando los paredones calizos. Con los jóvenes, uno no sabe si esa ración extra de ruidosidad viene argumentada por la novedad del ejercicio de vuelo; un atractivo especial para ellas a medida que mejoran en sus piruetas. Se ve claramente como las aves disfrutan de esa extraordinaria capacidad y, es obvio que le sacan todo el partido.
EliminarSaludos.
Aprender sonriendo es lo que consigo leyendo tus entradas.
ResponderEliminarVaya con las chovas, un ojo en el entorno, para cuidarse del predador que acecha, el otro acechando sobre su presa, y el pico siguiendo a éste para que no se le escape y pueda el estómago recibirlo, que visto y no engullido es cosa de poca risa, aunque peor es resultar engullido por el no visto.
Un abrazo.
Si, es gracioso, a la vez que interesante, por la capacidad comunicativa de estas aves. Me gusta ver las parejas de chovas piquirrojas cuando campean, sobre todo, las parejas solitarias. Una vez observé a una como buscaba alimento. Los ejemplares estaban separados y la hierba les impedía verse, sin embargo, la voz de contacto era constante. Cuando se encontraron y se vieron físicamente callaron.
EliminarTambién me arranca una sonrisa el detalle personal de tus comentarios tan originales como siempre.
Un abrazo.
PAra ti no hay temporada baja, siempre estás a la que salta para comprobar el comportamiento de los animales. Es lo bueno de los ciclos de la naturaleza, que siempre hay algo nuevo que ver.
ResponderEliminarRealmente, no desdeño la acción de ningún animal por conocido que sea. Busco la acción y, cualquier detalle destacable de su comportamiento, me supone una atención especial hacia él, animándome a escribir sobre dicha acción.
EliminarPienso que, a la gente de la naturaleza nos gustan los detalles de este tipo por corrientes que sean.
Saludos.
No imaginas como me gustan las chovas y lo que he disfrutado este verano con las dos especies enseñandoselas a mis hijos. Todo un placer tu reportaje Javier, las fotos en vuelo son magníficas. Un abrazo desde Cantabria.
ResponderEliminarQue estupendo bando de aves tão distintas em voo! Bonitas fotografias acompanhadas de um relato tão magnífico! Resultou numa bela reportagem imperdível para quem não tem contato com esta ave tão bela.
ResponderEliminarUm beijo