
En lo alto de postes, tejados, promontorios y ruinas el mochuelo Athene noctua monta la guardia. Cada altozano supone un pedestal soberbio para la ilustre nocturna.
No se esconde de los peligros del día, aunque su atención es permanente. Enumerar a sus enemigos sería casi una tarea interminable. Su querencia por las zonas culminantes resulta un tanto contradictoria teniendo en cuenta sus hábitos nocturnos. El mochuelo cuando dormita lo hace complacido. Seguro de algunas aves del entorno, como estorninos negros y gorriones, que avisarán con sus voces de alarma cuando haga aparición cualquier rapaz, sobre todo el fugaz gavilán en vuelo de caza.
Como prácticamente todas las especies, el mochuelo necesita del sol para absorber la vitamina D encargada de metabolizar el calcio (entre otras utilidades del sol). Sin embargo, el sol bien puede tomarse desde un lugar mas seguro sin exponerse tan procazmente.
Los sesteos del mochuelo son breves como los de cualquier rapaz nocturna, y las disputas de gorriones y estorninos, también pueden perturbar su descanso sin tratarse de una señal de peligro inminente.

Fijaos en la escasa diferencia al primer golpe de vista entre la faz del mochuelo (arriba) y la nuca (abajo); da el pego con su "falsa cara".

Después de tantos aguardos mirando la silueta del mochuelo recortada con descaro en puntos altivos y, conociendo el riesgo de dicha acción, me pregunto si el extraño dibujo de la nuca semeja una falsa cara. Una faz accesoria, de aviso para el cazador de turno mientras nuestro mochuelo está de espaldas, dando a entender a su enemigo que su ataque será en vano al haber sido descubierto. Así, durante los escasos segundos que dura su somnolencia ante la duda engañosa, podrá el mochuelo girar su verdadero rostro y calcular para escabullirse de la muerte a su refugio mas seguro.

Las mismas imágenes mas ampliadas del mochuelo mirando de frente y...

...de espaldas con su característico dibujo
La somnolencia al mochuelo en lugares elevados, muy visibles, le genera de vez en cuando algunos sustos.
Abajo una falsa alarma; los ojos entreabiertos, el plumaje ahuecado y la garra recogida desaparecen en cuestión de milésimas de segundo, adoptando una figura completamente diferente por el estrés de la situación.
Ilustraciones extraídas de la Guía de aves , España, Europa y región mediterránea de Lars Svensson, Killian Mullarney y Dan Zetterström; Ediciones Omega.
La falsa cara en la nuca es una realidad que no deja indiferentes a los observadores de esta especie. Algunos invertebrados utilizan falsos ojos para intimidar a posibles enemigos. Quizás, la del mochuelo sea otra estrategia similar, tal vez para despistar.
En fin, todo un enigma...
En fin, todo un enigma...