Después de tres horas dentro del
hyde sin ver nada que se acercara al cebo, estaba ya, bastante más que harto de
la monotonía del encierro. En estos parapetos tan opacos me agobio bastante,
considero que no es lo mismo este claustro de tela que una sentada de horas y
horas en un lugar concreto y despejado observando con el telescopio terrestre
la vida. No, no soy nada paciente para la fotografía de escondite. Tenía a los
milanos negros desde el punto de la mañana goteándoles el pico en lo alto del
bosquete de álamos blancos pero, faltaba el visto bueno de la corneja negra que
graznaba a lo lejos. La estaba esperando, y no sé el motivo por el cual no
bajaba a la carne.
Había recogido la cámara y estaba a
punto de hacer lo mismo con el trípode pero, ¡que casualidad! desde el visor de
la tela vi a doña corneja delante del festín. No podía hacer nada, tan sólo un
leve movimiento intentando montar el equipo de nuevo, daría al traste con todo
el negocio. Afortunadamente, al ausentarse la corneja un momento, me permitió
organizar el equipo otra vez.
Minutos más tarde apareció
tímidamente un milano negro, quizá, el más hambriento del bando que sobrevolaba
el lugar o que observaba la oportunidad desde lo alto de las ramas. Con la confiada
corneja deambulando cerca, fue con paso firme, apenas sin titubear hasta que
alcanzó el maná, un privilegiado maná con el que probablemente no se había
encontrado nunca. Esperaba fotografiar, sinceramente, ejemplares adultos; son
más vistosos, aunque también más recelosos. Entonces, empecé a tejer esta
sencilla historia, fijándome en la lenta travesía de este ejemplar joven llegando
incrédulo, a la solución de su problema con el hambre en el día de hoy. Mientras
sus congéneres revoloteaban quejicosos intentando hacerse con un pedazo de
carne en fulgurantes pasadas, el joven comía bastante desinhibido,
manteniéndose al margen de la desconfianza que se anteponía al hambre del resto
de los milanos. Engulló generosos bocados de fresca carne aragonesa, sin
precipitarse. Su plumaje lucía deteriorado, envejecido por el sol y las peleas multitudinarias
en los vertederos donde todos, a montón como los buitres, se hacinaban buscando
ese hueco entre tanto competidor donde penetrar hacia la comida. No, hoy
parecía diferente, a pesar de la continua molestia de sus congéneres y sus
intentos desesperados por atrapar migajas con vuelos rasantes, el solitario
joven disfrutaba de su momento de gloria, que no era otro que el de un festín
inolvidable sin la contrariedad estresante de compartirlo y, menos, batallarlo.
Aspecto tétrico del ojo de la
corneja por el efecto de la membrana nictitante.
Corneja negra (Corvus corone)
Milano negro (Milvus migrans). La
rapaz se despachó bien a gusto una vez utilizados 30 minutos para comer
placenteramente.
La verdad es que después de estar tres horas esperando a que llegase el ave deseada para fotografiarla, tienes que darte por satisfecho, pues el resultado, aparte de las fotos magníficas que hiciste, aprendiste otra lección del comportamiento de las aves a la hora de alimentarse.
ResponderEliminarYo tampoco sería capaz de aguantar tanto tiempo metido en un hide, esperando verlas venir; preferiría coger la cámara al hombro y a lo que saliera.
Saludos
Que lindas fotos, me encantan. Saludos.
ResponderEliminarExcelentes fotos. Si no fuese porque hay varias tomas una de las cornejas pareciera que tenga el ojo nublado.
ResponderEliminarUn saludo
Talento nato o seu para a observação de campo... te admiro demais, amigo! Um belo relato com fotos de luxo, preciosas...
ResponderEliminarFicarei um tempo desconectada: preciso de sossego, natureza e amor. Férias desejadas e merecidas.
Hasta la vista! ;)
El milano pensaría que para que andar con tantas idas y venidas si tenía la carne ahí delante.
ResponderEliminarImpresionante la negrura de la corneja.
Te felicito por las fotos, son buenísimas.
La verdad es que comprendo tu tedio dentro del constreñido escondrijo, mientras pasan las horas sin que ningún animal se ponga al alcance del teleobjetivo de la cámara.Este el precio que hay que pagar si se quieren conseguir imágenes medianamente aceptables.Cuando la suerte te da la espalda resulta frustrante y desalentador, el hecho de recoger tu equipo sin haber podido fotografiar ni un mísero gorrioncillo.Muerto de cansancio,aburrido y con la onerosa sensación de haber perdido soberanamente el tiempo,reflexionas acerca de la posibilidad de arrojar la toalla para siempre.Esto es normal...a todos nos ha ocurrido alguna vez...hasta el día que la fortuna,fruto de la experiencia y el buen hacer,nos recompensa con esas imágenes que tanto se parecen a las que habíamos imaginado con tanto anhelo,durante meses e incluso años.
ResponderEliminarCon el tiempo,uno aprende a saborear los buenos momentos vividos dentro de esos incomodísimos escondrijos.Cuando veo todas las imágenes que he obtenido a lo largo de los años,no te imaginas lo que me pesa haber rabiado tanto, cuando las cosas no marchaban bien.Ahora se que aunque tenga das aciagos no debo frustrarme,ya que la experiencia me dice que con el tiempo todo habrá merecido la pena.
Enhorabuena por las fotos del milano y la corneja...la verdad es que no están nada mal.
Yá sabes...a perseverar.
La paciencia ofrece recompensas como en tu caso estas imágenes de la corneja y el milano.
ResponderEliminarUn abrazo.
No te importe el tiempo que has estado, las fotos han merecido la pena. Son preciosas
ResponderEliminarTe felicito por la paciencia que tienes
Saludos Paca
Fantásticas capturas¡¡enhorabuena¡¡
ResponderEliminarSaludos.
- Pini.
ResponderEliminarOpino lo mismo que tu, no soy de encerrarme pero, contar alguna historia por breve que esta sea, necesita del apoyo de imágenes que le den vida; ya sabes…”una imagen vale más que mil palabras”, sobre todo en la actualidad, que se lee tan poco.
Saludos.
- Teresa.
Muchas gracias, en este caso he tenido fortuna con la espera.
Me alegra que te gusten.
Saludos.
- Pedro L.
Si cliclas las fotos, en la ampliación y dándole con la rosca hacia una y otro foto de las dos que componen el efecto de la membrana nictitante, puedes verlo de forma animada.
Saludos.
- teca.
Muchas gracias amiga.
“Sosiego, naturaleza y amor” una combinación muy interesante y necesaria…yo también lo quiero para mí.
Un abrazo…
- Leodegundia.
No hay reglas exactas en la naturaleza afortunadamente, aunque estudiosos supuestamente experimentados mediante cálculos estadísticos, se acerquen de manera mecánica a esas reglas. Hay un hecho bastante común, sobre todo, en cebaderos no habituales, donde la presencia de un córvido acelera la confianza de ciertas rapaces en el mismo para alimentarse. Las rapaces son muy recelosas a los lugares extraños donde hay alimento.
Es cierto, el negro de la corneja ha salido bastante bien.
Saludos.
- Machosalvaje.
Entiendo Javier tu punto de vista pero, no busco exactamente grandes imágenes cercanas a la perfección fotográfica. El mundo bloguero está repleto de fotos desde hydes y, la gran mayoría, de grandísima calidad. Quisiera cosas nuevas, pautas que, de vez en cuando nos sorprendieran por su novedad. Solamente fotos bonitas, no termina de convencerme y, reconozco que, tal vez, nunca esté a la altura de conseguirlas pero, aún así, considero que está demasiado saturado el mercado de fotos, grandísimas y preciosas fotos.
Sigo buscando sorpresas, cosas que con el cambio provocado por la presión y la conducta humana lleve a las aves a estudiar nuevas vías de actuación. Eso me gusta y, si con ello consigo la imagen ideal, sin ser de excesiva calidad, también me daré por satisfecho.
Saludos.
- Valverde.
Es reconfortante tener un premio por la espera, aunque lo que más valoro es el momento de compañía y contribuir con alimento a tan castigadas rapaces.
Saludos.
- pacasapena.
Me alegra que te gusten las fotos pero, precisamente dentro de estos escondites la paciencia no es mi fuerte, gracias.
Saludos.
- cascarilleiro.
Muchas gracias por el comentario y el ánimo.
Saludos.
Puf, yo no tendría paciencia para hacer sesiones de hide y en menos de una hora me hartaría. Pero los resultados son bien guapos, menudas tomas te han quedado.
ResponderEliminarEsto me hace pensar en el problema de los vertederos llenos de milanos, córvidos, gaviotas, cigüeñas e incluso buitres, y las admistraciones y ayuntamientos de mi zona diciendo que no pasa nada, que no hay problema en que estén allí...
¡Saludos!
Esta entrada justifica esa palabra con la que nos presentas tu blog:
ResponderEliminarAdmiración!
Admiro tu paciencia, tu capacidad de observación, los frutos que nos regalas (Imágenes (sublimes) y palabras (... de maestro que ama la vida)
Estos frutos tras la ardua y desesperante espera... (la de cosas que pasarían por tu cabeza...), son inmensamente satisfactorios.
(Me recuerda un verso de Hierro "por el dolor llegué a la alegría")
Eso siento cuando entro en este lugar de vida, emoción y alegría!
Un besote.
Que maravilla de fotografías, son hermosos.
ResponderEliminar- Carlos.
ResponderEliminarLo comprendo y, no son muchas veces las que me encierro en la tela recia. Prefiero, por su puesto, los largos paseos caminando, mirando todos los rincones para comprobar si algún carnívoro me ha dejado algunas plumillas para mi colección, en fin, todo eso.
Aún encima, con lo complicado que es la fotografía con hyde, yo los aguardos los hago en lugares casi siempre distintos, para complicarlo más.
Por fortuna, la ración de carne, buena carne, no se la quitó nadie. Sé que la disfrutaron.
Saludos.
- Transi.
Ha salido muy guapo el milano negro, son atractivos, muy atractivos y, a pesar de su aparente cobardía son unas aves que me provocan una sensación especial, no sabría definir qué es pero, siempre me encandilan por sus características específicas entre ellas, esa sublime capacidad de volar con tanta energía.
Cuando entres en el blog que sea por la alegría que te produce pero, sin necesidad de pasar por el dolor (siempre que no sean malas las noticias, claro).
Abrazos.
- Perro.
Gracias a ellos por su hermosura, puesto que las fotos tienen poco mérito.
Bienvenido a este paraje bloguero y disfrútalo siempre que quieras.
Saludos.
Las tomas fotográficas son para un premio.... (aunque me duelen algunas) pero en cuanto a calidad, son SUPERIORES.
ResponderEliminarJavier, mi nuevo blog es
http://elmundomejordemabel.blogspot.com
ya que no puedo entrar más al anterior (mi correo fue infectado o hackeado, no lo sé, aunque me inclino que fue lo primero) Cuando quieras visitar mi new home, esa es la entrada... Saludos, amigo.
Bueno, voy para allá...
EliminarAbrazos.
Tú sí que sabes hacer amigos. No me extraña que pareciesen desinhibidos. Besos
ResponderEliminarEn estas reuniones, sospecho, que todos somos algo interesados.
ResponderEliminarSaludos.
felicidades por tu milano negro a mi no me bajan ni a la de diez!!
ResponderEliminarComporto contigo la "claustrofobia del hide"...pero a veces no queda otra si queremos ver yo fotografiar animales yo comportamiento cercanos..
Saludos camperos.!
Los adultos, más desconfiados, dan pasadas para capturar las piezas sin posarse. Me pegué un buen rato esperando y, por fortuna bajó este joven que, al parecer, tenía bastante buena gana, pues estuvo alrededor de media hora tragando junto a la corneja. Ya te puedes imaginar que, el resto, daba pasadas sin conseguir su propósito.
ResponderEliminarEntiendo la golosa fotografía que se puede conseguir desde el hide pero, es tan hastiante a veces, que se hace insoportable si no tienes visitantes aleatorios.
Saludos.