-¿No te da vergüenza como tienes el huerto? -¡Anda, si lo vieran tus padres…!
Así de tajante e irónico me lo recuerda mi primo Eugenio. Nadie reprende mejor que él en el pueblo. Asintiendo, intentando comprenderle estoicamente, le sigo la corriente detallándole ligeros desacuerdos. Pero en el fondo, como si todo comenzara de nuevo, me centro en mis queridos cardos de ribera, cardadores o cardenchas (Dipsacus fullonum). No sólo me encantan, sino que además, me entusiasma sobremanera observarlos cada vez que paso por allí, deleitándome con su caprichosa forma durante largo rato. Son uno de los más bellos ornamentos vivos de las riberas de nuestros ríos y orillas de humedales.
Florece en verano criándose en lugares húmedos. Muchas de las tablas de cultivo abandonadas por la gente rural que partió a la ciudad son recuperadas por esta erguida planta bienal de hasta dos metros de altura. El nombre de “cardador o cardo de cardadores” tiene su origen gracias la utilidad que se le daba a sus cabezuelas para cardar la lana. Existe una variedad que se cultiva todavía en algunos lugares de Cataluña, dado que para ciertos trabajos, hay quien prefiere la carda natural a las metálicas. Sus raíces son utilizadas por sus propiedades medicinales: diuréticas, sudoríficas y estimulantes del apetito.
Alguien dijo que la rosa es la reina de las flores pero, una vez marchitas sus flores, distan mucho del esplendor original. El cardo de ribera, altivo, enrejados sus bohordos floríferos, de textura áspera y punzante como la rosa, difiere de ésta sobre todo en la hora final de su existencia que, es bastante más corta pero de indiscutible belleza póstuma; paradójicamente, termina transformándose en un bello cadáver. Muchos hogares del mundo dan fe de ello, utilizándolos como adorno natural que protagonizan maravillosas combinaciones.
Por otra parte, no deja de hacerme duelo el pobre manzano, tan habituado a los sulfatos de antaño y que ahora, después de tantas manzanas como ofreció, tan sólo es una triste imagen similar a la del olmo de Machado.
Le digo a Eugenio que es un huerto ecológico, y por eso está la tierra descansando, para regenerarse. - ¡Eso si que son chorradas de los ecologistas; ecologistas, vamos hombre…! Dice farfullando mientras se aleja. El hombre es mayor, y él, fue quién lo trabajó hasta hace poco. Sonrío y, piensa él que le tomo el pelo, riéndose también con complicidad mientras agita la cabeza. No soy capaz de hacerle comprender la belleza de tan magnífico jardín natural.
Simples, bonita e divertida a sua postagem de hoje... que grande mimo são essas plantinhas que florescem por todos os lados...
ResponderEliminarUm prazer passar aqui num domingo chuvoso e frio, que foi facilmente aquecido pelo calor das suas palavras.
Um beijo muito especial.
No son muchos los años que han pasado en que en los tratamientos selvícolas en montes se eliminaba "todo lo que pinchaba"
ResponderEliminarLas personas mayores han vivido con esta forma de ver las cosas y aún les cuesta entender el valor ecológico de ests plantas.
Por suerte cada vez podemos disfrutar más de lugares con matorral espinoso en excelente consonancia con el resto de vegetación.
Muy bueno tu blog. Saludos.
Con los cardos, como con otras plantas, se engloba en la denominación de las malas hierbas, pero todas cumplen su función y forman parte de la naturaleza. Tienes razón en cuanto a su belleza y su valor ornamental, porque los veía en casa de mis abuelos decorando los rincones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Javier
ResponderEliminarHe conocido a algunas personas mayores de pueblo que suelen conocer bastante bien su entorno,y la verdad es que siempre me ha chocado porqué a ellos estas cosas de la ecología les parecen "chorradas". Debe ser que suelen ser más prácticos y menos nostálgicos que nosotros.
Un saludo
hola javier, hermoso tema , metáfora o cuento , todas las flores son bellas , la del cardo es solo de un día , es su particularidad, tu muy didáctico siempre... un saludo lejano.
ResponderEliminarNo seas cardo borriguero...o algo así se decía por aquí...un saludtete desde Murcia..seguimos...
ResponderEliminarPues tienes un huerto realmente hermoso...¡Y estupendo lugar para tomar unos pinchos!
ResponderEliminarEl cardo de cardadores, la cardencha (como suelo llamarlo) es uno de mis favoritos, aunque en hermosura y utilidad tiene unos cuantos rivales entre la élite de los cardos.
Emotiva, y socarrona, pincelada de ese mundo rural habitado por dos mentalidades (cada una viendo de modo distinto el mismo paisaje).
Saludos estivales, Javier.
- Teca: Gosto de recordar os momentos anecdóticos por ser em ocasiões os mais especiais. A disparidad de opiniões gera conversas muito cómicas como no caso de meu primo Eugenio, que é muito hablador e com muito génio. sempre me alegra que desfrutes com estas entradas tão singelas.
ResponderEliminarBeijos para ti…
- José Fidel: es verdad, aquellos tiempos que mencionas, no están tan lejanos. Recuerdo la vega con todas sus tablas a rebosar de hortalizas, y las hierbas que bordeaban las acequias se cortaban con la hoz, no se usaban sulfatos para abrasarlas pues servían para alimentar a los animales. Ciertamente se limpiaban los cauces pero con fines comprensibles, ahora con venenos, la cosa cambia bastante.
Saludos.
- Valverde: en el pueblo tengo una tinaja llena de estos cardos. No concibo una casa en el campo sin ellos. Llevan muchos años ya y siguen tan jóvenes, con el mismo esplendor del primer día.
Saludos.
- Pedro: bueno, en parte tienen razón. Le dejé a Eugenio el huerto a cambio de nada, y él se ofreció a darme hortalizas. Antes comía patatas, tomates, judías…ahora alimento mi vista con los cardos. Ambas situaciones tienen sus frutos.
Menudas sesiones me daba con los ecologistas y, menudo geniacho tiene para ser tan pequeño.
Saludos.
- Maelgi: hay tanta vida en el campo y tan diversa que resulta imperdonable no dedicarle alguna entrada, incluso, a cualquier cardo, pues todos tienen su atractivo.
ResponderEliminarSaludos desde el otro lado.
- alp: utilizar el nombre del cardo con intenciones despectivas es algo ya, afortunadamente, en desuso. Que incongruencia, recuerdo oírlo decir hacia aquellos que eran poco agraciados físicamente, como si el cardo fuera feo.
Saludos.
- Javier: de vez en cuando, me tomo unos pinchos como dices cada vez que cierro la puerta de la calle y todo queda a oscuras, al intentar acceder hasta el interruptor de la luz siempre me como alguno.
Totalmente de acuerdo contigo, en belleza y funcionalidad son todavía muchos los que quedan pendientes de ser elogiados.
Saludos.
¡Hola Javier!
ResponderEliminar¡Qué bellas estas fotos de los cardos! No siendo quizás de una belleza tan explosiva como las rosas, son sin embargo, de una belleza duradera, ocupantes de los campos vacíos y aptas para remediar males con sus raíces.
Recuerdo una vez que puse un cuadro de un pintor con el tema del cardo y el valor que tu le distes a esa flor en tu comentario.
Bueno, y lo de tu primo, supongo que él debe de valorar mucho el campo, le debe saber mal haber tenido que dejarlo ya y de algún modo te lo recrimina a tí que debes ser más joven para que en algún momento te ocupes de él. Pero con tu trabajo y con toda la afición por la Ornitología, creo que será difícil, quizás cuando te jubiles, bastantes años más allá.
Hablar por hablar claro.
Un abrazo.
¡Si yo tuviera un huerto..! Pon un saúco, que hace que la tierra haga que las plantas crezcan más fuertes. No sé cómo se llama eso, es como lo que hacen las legumbres.
ResponderEliminarNunca había visto esos cardos y eso que tengo uno que robé de un portal, porque tenía una forma que me llamó muchísimo la atención.
Tu primo es como los agricultores de mi pueblo, cuando ven una planta que sabe dios la cantidad de propiedades medicinales que tiene, dicen: "¡Pos si eso no sirve pa ná!". Me ha recordado a ellos. Sigue así con ese espléndido huerto, son de los que más animales (aunque no podamos verlos siempre) atraen.
Un abrazo.
- Clariana: es curios y caprichoso el origen y el destino biológico de este cardo. Verlo crecer verde con gran esplendor y morir de un terroso pardo agostado, es como un pactado trance hacia la inmortalidad, si no desapareciera esa especie de hechizo por la descomposición que lo disolverá entre la tierra y el agua acabando con su particular privilegio.
ResponderEliminarMi primo es un poco cascarrabias y se enzarza con todo el mundo. Tiene genio y la gente le provoca ya que siente las cosas del campo como un bien para subsistir y todo lo demás es superfluo. En resumen; tiene el punto de vista muy distinto al de los demás.
Ahora con el trabajo me viene el huerto grande, porque el pueblo queda bastante lejos de la ciudad. El tiempo lo decidirá.
Otro abrazo Clariana.
- Guillermo: mira, el saúco se plantaba dentro de los corrales de las ovejas porque se pensaba que ahuyentaban a las víboras. En mi pueblo hay algunos con ejemplares preciosos. A ver si me acuerdo y hago una foto.
Con mi primo se puede tener una larga, larguísima conversación que acabas aborrecido porque no hay por donde entrarle. Ya sabes, de cierta edad, todos están cortados por el mismo patrón.
El huerto si no me lo pide nadie seguirá así durante mucho tiempo; los higos, las manzanas y las ciruelas serán para los pájaros y para algunos “senderistas”.
Abrazos.
¡Hola Javier!
ResponderEliminarEs una maravilla poder disfrutar de un campo asilvestrado, también como tú dices la tierra se recupera.
Si algún día se te ocurre cultivarlo, estaría bien que se hiciera agricultura ecológica, pero por el momento se puede disfrutar también de él como está y permitir a la Madre Naturaleza que actúe con plena libertad.
Un saludo.
Que descanse la tierra, que ha llevado mucho trote. Supongo que si llega el día mencionado de trabajarla con el cúmulo de nutrientes adquirido, saldrán hortalizas de campeón.
ResponderEliminarSaludos.
Alguien dijo que la tierra más bella es la que no se toca. Comparto opinión.
ResponderEliminarSigo leyéndote.