
Dejó de ser casualidad al darme cuenta la tercera vez; cuando observé al halcón peregrino (Falco peregrinus) lanzarse a la captura de las veloces palomas bravías (Columba livia) después de haberlas ahuyentado a mi paso en uno de los rincones más agrestes y recónditos que conozco del río Huerva. No se inmutó ante mi presencia, sino todo lo contrario. Era para él, trascendental mi aparición, y de este modo, levantándole las palomas de las repisas, podía atacarlas encubierto por el alboroto y el desorden establecido. Así, le aumentaba las posibilidades de captura. Una extraña simbiosis, sin duda. La rapaz se aprovechaba de mi acción involuntaria y yo, de la espectacular secuencia ofrecida por un grandísimo volador.
Como decía: después de revolotear las palomas a media altura del cortado rocoso, apareció el peregrino. Las bravías seguidamente, se posaron. Comenzó la rapaz acelerando paulatinamente su vuelo con un profundo batir de alas, hasta situarse a mitad del cortado. Trazando una marcada y apresurada trayectoria horizontal pegado a la roca enlazó el lado derecho con el final, donde descansaban las columbiformes. Una vez alcanzado el punto de encuentro, se dejó ver, provocando la estampida de todas ellas. Aún se permitió adornar con un elegante rizo el ataque, para reventar teóricamente el compactado bando y confundir a sus componentes. Seleccionar y aislar al ejemplar más lento, peor volador o despistado, era su cometido. Tras localizarlo, el halcón encadenó una fugaz persecución que no alargó en exceso, debido sobre todo, a la potencia de vuelo y capacidad maniobrera de la que hizo gala la esquiva paloma.
Esta dinámica cinegética de lances infructuosos, se repitió hasta diez veces durante quince minutos.
El halcón peregrino jugó con el efecto súbito y continuado del ataque, tratando de evitar la cohesión del grupo de palomas y así confundirlas, facilitando por esta vía su posible captura. La fortaleza física de estas fitófagas, y una perfecta coordinación en el vuelo agrupado (similar al flocking de estorninos), hizo finalmente desistir de su empeño al más veloz de los halcones.
No siempre gana el cazador. Si así fuera, nuestro cielo carecería de esta emblemática y no menos espectacular voladora; la paloma bravía. Ésta, para evadirse de sus ataques, ha evolucionado paralelamente junto a este enemigo tan señalado mediante el desarrollo y fortaleza de su musculatura pectoral y su recio plumaje. En cierto modo, similar al del halcón peregrino para cazarla.

-Aquellas palomas que osan abandonar la protección de los pueblos o ciudades para unirse a grupos salvajes de palomas bravas, son las primeras víctimas del halcón peregrino. La falta de precisión en el vuelo unida a su baja fortaleza física, pasa a estas inocentes e inexpertas aves una severa factura.
El contenido craneal y los músculos pectorales son las partes habituales consumidas por los halcones.
