Mono capuchino, mico maicero y mono negro, es entre otros nombres como se conoce a este primate.
Para los
ojos de un niño
Los
primeros macacos que vi, hace muchos años por cierto, estaban encerrados en
jaulas. Pensé que esa gracia y simpatía desbordantes respondían, en cierto modo,
al bienestar proporcionado por las atenciones del zoológico. Lamentablemente,
años después, reconozco que no hay nada más triste y apático que un animal
enjaulado y, por muy volcados que estén los cuidadores y técnicos de los zoológicos
con ellos, los animales padecen el eterno sacrificio de su cautiverio. Por si
fuera poco, estos animales son capturados como mascotas y utilizados cruelmente
en investigaciones científicas.
Brasil el
manto verde
Fue extraordinario
observar desde lo alto de cualquier mirador natural del Parque Nacional de Itatiaia en Brasil la
extensión verde de La
Mata Atlántica matizada por sus diferentes tonos; un
prolongado mar verde resguardando en su oscuro interior un ambiente muy
constante siempre húmedo y de temperaturas muy elevadas.
Dentro de
la inmensa catedral vegetal, era fácil escuchar crujidos y zarandeos de ramas
provocados por desplazamientos fantasmagóricos, debido a la imposibilidad de
ver mucho más allá de la espesura de troncos, ramas y denso follaje. Sin duda,
no eran espectros, se trataba de los veloces y hábiles macacos.
Estos
primates, activos e inquietos, especializados en este medio forestal tan
cerrado y complejo, disponen de estratos vegetales cuyas copas ostentan los 50 metros o más de
altura. Sus distintos habitantes ocupan, dependiendo de su habilidad
morfológica, uno u otro escalón donde explotan los recursos alimenticios
variados y disponibles a lo largo del año.
Traviesos
e inquietos macacos: Itatiaia Brasil febrero de 2012
Llegaron
los monos capuchinos entre el silencio de la tarde veraniega de febrero cuando
el calor más agobiaba; era un grupo de unos diez ejemplares. Prospectaban
buscando fuentes de alimento que coordinaban simultáneamente con miradas de
contacto para mantener la cohesión del grupo. Uno de ellos se colocó sobre las
palmas abiertas de un samambaiaçu (Dicksonia Sellowiana) de pequeño porte y
quebró todas sus ramas, el crujido llegaba hasta mis oídos con dolor; todo fue
para apropiarse de los brotes tiernos de la planta.
El macaco
capuchino negro (Sapajus nigritus) inicialmente, fue clasificado como una
subespecie de Sapajus apella.
La
taxonomía del mono capuchino es discutida. Algunos investigadores listan
ciertos tipos como subespecies mientras otros elevan los mismos tipos al nivel
de especie, por lo tanto, no entraremos en este terreno inestable; que ellos
mismos se pongan de acuerdo.
MORFOLOGÍA
Hay ligero
dimorfismo sexual entre los dos géneros: los tonos más rojizos y pálidos
parecen corresponder a las hembras ya que los machos suelen ser más oscuros. De
todos modos, entre el pelaje de los géneros hay ligeras variaciones tonales. Posee
una cola prensil de entre 38 y 49 cm.
Los machos pueden pesar 3, 650 kgr. y las hembras 2,
520 kgr. La exhibición de los caninos motivada por las amenazas es habitual en
la organización jerárquica; en los machos son mayores.
El
capuchino negro se desplaza haciendo uso de las cuatro extremidades cuyos dedos
son prensiles. La cola es utilizada como freno en descensos arriesgados,
sujeción a la hora de alimentarse y forrajear; suele ir recogida hacia abajo
detrás del cuerpo durante los desplazamientos. No parece ser habitual ver a
estos primates colgarse de las finas ramas aunque se desplacen por ellas.
DISTRIBUCIÓN ECOLÓGICA Y GEOGRÁFICA
El género
Sapajus habita casi cualquier tipo forestal del neotrópico, de hecho, es la
especie más distribuída en esta ecozona. Admite una gran variedad de hábitats
arbolados y es muy adaptable. Prefieren ocupar dentro del dosel forestal los
pisos más bajos entre los diferentes tipos de bosque. El corazón del
territorio del mono capuchino es la mitad noroeste de Brasil y la cuenca del
Amazonas.
Dependiendo
de la especie, se pueden hallar monos capuchinos a altitudes de hasta 2350 metros en las
altas tierras peruanas (Butchart et Al. 1995).
Sapajus
nigritus nigritus habita el sudeste de Brasil y noreste de Argentina.
Pisar tierra es una acción muy arriesgada pero, hay para justificar el riesgo buenas razones, como la
recompensa de frutos caídos y, la captura de pequeñas presas que no habitan en
los árboles.
ALIMENTACIÓN Y POSICIÓN ECOLÓGICA
Diariamente,
el mono capuchino diurno divide su tiempo en varias actividades: un 12% de
descanso, 21% de viaje y 66% en alimentación (Terborgh 1983). Por supuesto, el
tiempo utilizado en las diferentes actividades diarias varía con las temporadas
y la localidad
La dieta
del capuchino negro es omnívora; se alimenta principalmente de frutas, néctar,
semillas, insectos, crustáceos, reptiles, ranas, huevos de aves y pequeños
mamíferos. Pero, tiene por el contrario, un temible abanico de predadores como:
águila harpía (Harpia harpyja), jaguar (Panthera onca), ocelote (Leopardus pardalis)
y boa constrictor entre otros.
El joven macaco
parece posar con el fruto obtenido tras destrozar la planta.
Samambaiaçu (Dicksonia Sellowiana), la víctima deshojada.
El más
aventajado de los platirrinos
Según los
estudiosos primatólogos de platirrinos (monos del Nuevo Mundo) la familia Cebus
que engloba a los monos capuchinos, son considerados como el punto culminante
de la evolución. Al margen de sus capacidades intelectivas, van equipados de un
pulgar oponible para mayor destreza y capacidad manipulativa. Afinar la
inteligencia conlleva notables ventajas sobre los demás competidores
arborícolas. El resto de primates del Nuevo Mundo cazan de vista, es decir,
necesitan ver el alimento que buscan en la superficie de la vegetación o
removiendo la hojarasca; pueden como mucho, desenrollar hojas en busca de
pupas. Los monos capuchinos van más lejos: descortezan ramas y troncos
revisando minuciosamente los recovecos en busca de orugas. Como dato más
curioso en sus hábitos, Hernández Camacho y Cooper aseguran haberlos visto
utilizando piedras para cascar ostras; también, cómo no, lo hacen con frutos
cuya cáscara no se puede romper contra superficies duras y recurren del mismo
modo a las piedras u objetos contundentes para abrirlos.
Al final
de cada día
Para garantizar su seguridad los
monos capuchinos pernoctan en árboles altos escogidos, también, para su comodidad
y convivencia para el contacto social (Zhang 1995b). La gran altura de los
árboles donde pasarán la noche les previene del acceso de depredadores
terrestres y, las hojas del árbol, han de ser grandes para cobijar a más de un
individuo cuando duermen juntos, aunque algunos lo pueden hacer solos.
AGRADECIMIENTO
Si hay alguien a
quien debo el placer de haber disfrutado de estas joyas brasileñas y las
fotografías de las mismas, esa persona es Teresinha, una mujer muy integrada en
este maravilloso paisaje forestal por haberse criado allí. Ella, con enorme
amabilidad e ilusión, me llevó hasta estos preciosos primates libres, tan
libres como su gran corazón.
Un fuerte abrazo.
Más sobre el mono capuchino:
http://revistapesquisa.fapesp.br/es/?s=Sapajus+nigritus&lang=es