EL RECORTADOR DE ROQUEDOS
Vuela parsimonioso, recortando con maestría cada saliente del roquedo calizo. Avanza, dobla con un giro decidido y contundente cuando su singladura concluye para prospectar otro nivel mas bajo o mas alto. Una maniobrabilidad experimentada da fe de su especialización voladora.
Durante la constancia de su vuelo atraviesa nubes de insectos de los que se alimenta; moscas, mosquitos, himenópteros y pequeñas mariposas. Alterna esos vuelos fugaces con descansos esporádicos sobre sus repisas favoritas en las cuales, además, arregla su plumaje cuando el momento lo requiere.
De todos lo hirudínidos españoles es el que pasa mas tiempo establecido. La llegada a los roquedos de cría acontece a finales de febrero, y la estancia se prolonga hasta octubre.
El nido mas tardío que tengo anotado es uno con cuatro pollos de corta edad (poco mas de una semana) el 25 de agosto de 1996 en Calcena (Zaragoza); probablemente de una segunda puesta.
Al margen parcial, de su biología, me encandila sobre todo el comportamiento reproductor, y si cabe afinar algo mas, la irascibilidad con los intrusos en su territorio de cría.
Los blancas manchas ovaladas de la cola diferencian al avión roquero del avión zapador; éste último tiene además un pardo collar del que carece el avión roquero. De tamaño es algo mayor nuestro protagonista.
Como les gusta a estas golondrinas roqueras atrapar plumones al vuelo. Plumones que, a veces, el viento les dificulta prenderlos con el pico. Que tarea mas entretenida para ellas afrontar el reto.
En una ocasión, pensé que un avión roquero trataba de acomodarse el plumón atrapado en el pico; hasta tres veces lo perdió y recuperó. Después, supuse sin extrañarme, que tal vez el macho estuviera demostrando a su pareja sus buenos reflejos en un vuelo de exhibición, posicionándose con garantías como un buen cazador y consorte. Por otra parte, tampoco cabía desdeñar la posibilidad de un juego de habilidad del ave.
LA GOLONDRINA MAS IRASCIBLE
En Pelegrina, un mes de agosto de 2002 un grupo de aviones roqueros atacaban a una hembra de gavilán que penetró en su territorio. Sin descanso y de manera continuada, se produjo una serie de ataques en cadena por parte de estos veloces pájaros hacia la rapaz, que, debido a la intensidad de los mismos y al agobio acuciante, se vio obligada a ascender desequilibrada y con vuelo batido tratando de esquivarlos para ponerse a salvo.
No hay rapaces que escapen a su infernal acoso; tampoco, otro tipo de aves. De una sutil voz de contacto entre los ejemplares del barranco, pasan a un comunitario sonido áspero y desafiante muy audible cuando un peligro amenaza a la colonia de sus nidos dispersos.
De paseo por el monte no es difícil levantar el vuelo de un joven búho real, incluso adulto, de su posadero. Todo concluye con una nubecilla de aviones roqueros desquiciando a la rapaz de la noche mediante vuelos fulgurantes sobre su cabeza.
A pesar de no encontrar referencias (no digo que no las haya) sobre ataques a personas que se acercan por descuido a sus nidos, quiero comentaros este comportamiento al respecto como algo de lo mas emocionante jamás vivido.
Normalmente si dejamos una senda para buscar rastros de animales, ya sea en posaderos o atalayas espontáneas donde despluman o despellejan a sus presas sobre los cortados, etc., tenemos el inconveniente de ser atacados por el avión roquero si éste está anidando en ese momento. Cuando traspasamos su barrera de seguridad, el macho emprende un veloz picado hacia nuestra cabeza rebasándola a un escaso palmo de distancia. Notamos una corriente de aire y el zumbido de la velocidad simultaneada también por su áspero grito. No sé si lo habréis sentido en alguna ocasión similar. Es algo extraordinario.
Descolgándose del cielo, el avión roquero en uno de los ataques en picado hacia mi posición.
Pero, hace unas semanas tuve un deseo experimental muy atrevido con el avión roquero, gracias a la existencia de un pequeño barranco calizo donde los pollos eran ya volantones con un adecuado progreso ¿Qué pretendía...? Pues algo que quería hacer desde hace muchos años y no me atreví; aguantar de frente la llegada de este pájaro veloz y maniobrero.
Me resultaron sorprendentes sus ataques sabiendo que los nidos estaban vacíos, y los jóvenes alternando vuelos con esperas en las repisas para ser cebados. Los ataques se repetían como kamikazes sobre mi persona, no hacía falta ni salir de la senda para recibirlos. Por fin me armé de valor y fui localizando sus ataques antes de producirse. Vista al frente y, aguantar con la vista sin parpadear el picado de la aerodinámica golondrina parda hacia mi rostro. No se amedrentó el ave y en cuestión de milésimas de segundos se descolgó de la altura óptima de ataque y bajó decidida; veía un óvalo como atravesado por una línea horizontal difusa llegando a gran velocidad hacia mi cara pero, fui incapaz de aguantar la mirada y cerré los ojos. Tardé hasta recibirlo con los ojos abiertos. Fascinante capacidad la de este portentoso hirundínido que, sin tener los colores destacados de otras aves, si tenía la gallardía de atacar con bravura la intrusión, incluso, del ser humano.
La imagen superior e inferior corresponden a sendos ataques del avión roquero. La cámara de fotos no tenía capacidad de captar la llegada, dada la gran velocidad de picado.
Quiero concluir tras añadir en esta experiencia enriquecedora, incluso aguantando la mirada hasta recibir su esquivo vuelo con una precisión milimétrica y las pulsaciones al máximo, que el ave me provocaba siempre un profundo escalofrío en todo el cuerpo por la acción perfecta de su giro ante mi cara en el último momento, arrastrando al paso fugaz, un pequeño vendaval acompañado de su áspero grito (temía algún fallo de cálculo del ave).
No dejaron de acosarme hasta que dejé el lugar de estos bravos pájaros. Creo que tienen que sentirse soberbios por las batallas acometidas ante cualquier intruso. De paso, una buena demostración cultural para esos futuros guerreros posados en la roca caliza, observando y, a la espera cómoda de las cebas que ya podían buscarse por sí mismos.
Un joven atiende su plumaje y realiza estiramientos en un momento de descanso.
Nube de insectos, habituales en la dieta del avión roquero.
A la pareja le gusta los vuelos sincronizados. El macho realiza pasadas acrobáticas cerca de la hembra a la que, probablemente, trata de impresionar.
Apenas de distinguen de la roca cuando vuelan cerca de ella. La precisión de su vuelo hace de esta ave una gran recortadora del medio pétreo.
La pareja reposando. El macho, a la derecha, me sigue con atención.
Bastaba un pequeño descanso para encadenar después nuevos ataques.
7 de julio de 2018, barranco del río Huerva (Zaragoza).
Parsimonioso, irascible cuando toca, pulido y recortador, con el ojo siempre puesto en el entorno, atento a defender territorio y pollos o a perfilar afinadamente un roquedo.
ResponderEliminarHermoso y agudo ejemplar cuyas particularidades has descrito tan atractivamente.
Un saludo, amigo.
Esta criatura te acompaña siempre que haces esas apasionantes rutas de inhóspitos senderos por donde poca gente se aventura. En cualquier paredón rocoso puedes mirarlos a placer.
EliminarUn abrazo.
Hola Javier.
ResponderEliminarHe visto el ataque de gaviotas a personas para proteger a sus crías, pero nunca imagine que un ave tan pequeña tuviese el valor de hacerlo.
Muy bonito el relato que nos has contado, casi mientras leía agachaba la cabeza pensando que me atacaban a mí y muy bien captado con tu cámara. Por cierto que cámara usas?
Un saludo
Si, las gaviotas son bastante mas violentas y, debido a la pérdida del miedo hacia la especie humana, sus intrusiones son mas descaradas si cabe. En playas americanas roban la comida de los veraneantes durante descuidos, etc.
EliminarEl pequeño avión roquero tiene mucho mérito, tanto, como genio. te aseguro que cuando realiza un picado y no te apercibes de ello, cuando el aire que deja su estela unido a su chirriante voz enojada tan sólo a un palmo de tu cabeza, te quedas algo acomgojado.
Los ataques en el monte siempre me pillan desprevenido pero, el día que decidí darles la cara, fue algo indescriptible, sobre todo, por que los pájaros no se arrugaron.
Saludos.
Bonito e surpreendente relato, Javier! Não imaginava um caráter tão arrebatador desta ave... que atrevida! Ahah... E pelo visto o observador foi bastante corajoso e persistente em sua vivência de campo.
ResponderEliminarEncantada com tantas belas fotografias conseguidas nesta preciosa aventura! A segunda pose está "guapíssima"! Graciosa e fotogênica ave de gênio forte! Grande personalidade!
Linda entrada! Gostei deveras!
Um beijo
Todas las golondrinas me gustan, sin embargo, tengo una especial atracción por el avión roquero. Cuantas veces me siento en el borde de algún cortado viéndolos pasar una y otra vez. Esos paseos eternos perfilando cada irregularidad de los riscos con su vuelo vivaz, sus cambios bruscos de dirección, su capacidad para domesticar el viento a su antojo, etc.
EliminarNo hay pasión que me desborde mas que mirar y mirar a los animales haciendo gala de sus extraordinarias capacidades de acción.
Gracias Teca por tu perseverancia y pasión por la naturaleza.
Besos...
Experiencia vivida en la Peña de Francia (Salamanca) contra mi perro border collie.
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