
De todos los nidos de búho real que he visto, tanto de manera particular como en fotografías expuestas en las redes sociales me quedo, por su exclusividad, con el de la torre de una iglesia. Allí en lo mas alto de la construcción, dentro de la cúpula, el búho real asciende rompiendo la regla básica y manida del gasto de energía a la hora de ubicar el nido en un lugar de fácil acceso, habitualmente localizado en las cortaduras rocosas bajo el páramo de su cazadero, dejándose caer en planeo con el peso de la caza. Sin embargo, esta hembra, responsable de seleccionar esta extraordinaria ubicación, prescinde de ésta norma básica. Ha de esforzarse, por lo tanto, desde la llanura de la estepa monegrina para encumbrarse a la elevada torre con la presa a cuestas y alimentar a su prole; también el macho. Probablemente, la seguridad del lugar suple ampliamente el esfuerzo anual de ascensión al nido durante la reproducción de estas aves de la noche. La ocupación repetida por esta pareja del mismo nido durante muchos años, así lo avala.


Quería, a los que seguís este blog, interesados con las noticias del búho real -tal como me hacéis llegar mediante Emails-, acercaros las imágenes del interior de la cúpula donde la pareja de estas magnas nocturnas traen al mundo a sus pupilos. Ya habéis conocido a la familia y el exterior de la torre de la iglesia Nuestra Señora de la Luz en el pueblo de Valfarta (ver enlace). Ahora toca sentir el palpito de curiosidad infinita, tan humano, y asomarse al claustro nidal del búho real, en este caso, del medio antropógeno.
¿Por qué subir a la torre? Porque SEO Birlife quería instalar una webcam para deleite de los amantes de esta especie y seguir en directo la cría de esta pareja de búhos reales en lo alto de la torre de dicha iglesia. Era una ocasión única para divulgar este curioso acontecimiento acaecido exclusivamente en una construcción de culto religioso.

Terminada la cría, evidentemente con todos los permisos reglamentarios para ello, accedimos por la estrecha y lúgubre escalera espiral de oscuras paredes. El mismo camino tan sobado por quien tuvo, además de tantos y tantos peldaños de por medio, la responsabilidad de tañer la atronadora campana para reunión de fieles; conmemorando celebraciones y apenadas despedidas.
La estancia del campanario, amplia y de enormes aberturas verticales, conectaba mediante una escalera portátil a la trampilla de subida al piso final. No fue tan fácil, había tantos excrementos de paloma encima que se había bloqueado la tabla de cierre. Hubo que emplearse a fondo para levantarla, y la polvareda de todo tipo de restos al caer provocó una espesa nube irrespirable causada por el contenido acumulado durante años. La avalancha polvorienta y opaca nos dejó ligeramente blanquecinos.
Accedimos por los peldaños verticales de la vieja escalera hasta el habitáculo circular donde la cúpula se estrechaba y se cerraba en lo mas alto; justo el apoyo de la veleta.
El recinto ventilado por los ventanales romboidales dejaban entrar una tenue luz. Todo el suelo era una prolongado forro de huesos de las presas capturadas en el largo historial de cría del búho real. Algunas piezas óseas quebradas se clavaban en nuestras rodillas y palmas de las manos a medida que gateábamos realizando un análisis superficial de los restos. Las presas mas habituales, por lo tanto potenciales, eran los lagomorfos (conejo). Había además, gran cantidad de micromamíferos y palomas; de hecho, las columbiformes ya no anidaban en el mismo lugar.
De este reducto fue desalojada también la lechuza, sin embargo, es posible que fuera por las obras de reforma de la iglesia que por la llegada del búho real. En algunos rincones, pollos momificados daban fe de su existencia pasada.

Mi mirada descansó durante bastantes minutos observando la depresión nidal situada entre dos de los ojos circundantes de la torre. Pronto imaginé a la hembra tumbada, incubando o atendiendo a sus vástagos.

Al final, por problemas técnicos, la instalación de la cámara no se llevó a cabo, y la estancia del Gran Duque sigue y seguirá prolongando el hermetismo misterioso de cada año.
De todos modos, con las imágenes, podréis haceros una pequeña idea del desarrollo anual de la cría de estas portentosas rapaces nocturnas afincadas en esta increíble estancia.
Tres han sido los pollos que ha sacado la pareja este año.
Hembra de búho real descansando en un pinar cercano a la iglesia donde anida.