En la guía de reptiles y anfibios voy leyendo con curiosidad todos los datos biológicos de esta especie por la que muestro gran interés.
"El eslizón ibérico Chalcides bedriagai es una especie termófila típica de
regiones de clima mediterráneo. Es de actividad diurna, pero es tan discreto
que puede parecer mucho más escaso de lo que es. Las poblaciones del interior
hibernan por lo que permanecen ocultos durante un periodo más o menos largo
dependiendo de la localidad. Durante el período más cálido de verano, por el
contrario, los animales no dejan de estar activos. Esta especie presenta un
cierto nivel de territorialidad, por lo que existe la posibilidad de observar
peleas entre machos.
Ejemplar fotografiado en el cañón del río Mesa.
Se le encuentra típicamente levantando piedras y troncos,
revolviendo la hojarasca o incluso arrancando matas de raíz; las pocas
observaciones de eslizones fuera de estos y otros refugios suelen tener lugar a
primeras horas de la mañana o últimas de la tarde, pero incluso entonces no son
fáciles de observar, dada su capacidad de enterrarse con gran rapidez, sobre
todo en sustratos arenosos poco consistentes".
Pero no, no me gusta precisamente ir levantando
piedras, troncos y menos arrancar matas para buscar reptiles o cualquier otra
especie de animal que utiliza estos elementos para protegerse. Cuando se
levanta alguna piedra me incomoda ver como sus inquilinos, sean hormigas, arañas
etc…salen en estampida para protegerse, y encajar de nuevo la piedra significa
chafar a muchos de sus moradores.
Reconozco que sin la actuación de estos métodos es muy
difícil hallar a estos reptiles tan discretos, pero, personalmente, desecho el
método.
Por fortuna, la idea de ver las adormideras florecidas me
llevó hasta el lugar donde iba a encontrar al eslizón. Es una ladera,
pronunciada, con troncos de pino carrasco derribados por la caída de piedras
del enorme farallón calizo que se eleva sobre ellos. Por desgracia, debido a la
sequía, el pastor desesperado en la búsqueda de pequeños pastos había llegado con
sus ovejas a este lugar dejándolo como el césped de un jardín. La tierra estaba
tan seca que el polvo se levantaba con facilidad. Esta tierra tan suelta es
debido en parte a las galerías de los topillos, horadadas constantemente durante
todo el año. De las adormideras ni rastro. Aún estuve prospectando el lugar
para localizar alguna planta que se hubiera salvado y ello me acercó al
eslizón. Lo descubrí semienterrado. Tal vez en la mañana temprana, el reptil no
estaba muy activo y en su acción de escapar súbitamente de mi presencia no
logró la suficiente profundidad de tierra con la que ocultarse. Parecía
sentirse a buen recaudo tan sólo con la cabeza cubierta y parte del cuerpo.
La sesión fotográfica duró muy poco, apenas unas imágenes
con las que documentar la entrada, nada más.
