Martha
En mi antiguo colegio -de régimen interno en los años 70-, recuerdo todavía, el rumor sobre la interesante posibilidad de disponer para los amantes de la lectura, de una biblioteca amplia y muy bien surtida de ejemplares. La idea personalmente me cautivó, más que nada, al asegurarme una vez comprobada la diversidad de sus volúmenes, que habría incluida una buena colección de libros sobre fauna. De este modo cuando de crío encontrabas algún pajarillo, adquirías consultándola un cierto conocimiento sobre sus costumbres y alimentación, y así, podías ponerlo en práctica. La biblioteca cuando se terminó tenía para mi sorpresa una abultada fila de curiosos esperando, cada uno, entusiasmado con sus lecturas preferidas; ya fueran cuentos, tebeos o cómics. Allí conocí a Martha y su peculiar historia, una historia trágica e incomprensible cuyo nombre y final nunca olvidé, y que sigo recordado con incredulidad escribiendo estas líneas.
Martha, para cualquier profano en el conocimiento de las aves era sólo una paloma más. Una especie sumada a otras tantas existentes en las enormes extensiones del territorio americano. Sin embargo, Martha, fue el resultado vergonzoso, miserable y nada ejemplar de la nefasta voracidad del ser humano. De cómo una especie abundantísima pasó en cuatro décadas a la desoladora y total extinción. Esta paloma nació en cautividad, mientras se buscaba desesperadamente un ejemplar macho con la intención inútil de salvar la especie. Se ofrecieron sumas importantes de dinero por el hallazgo de algún espécimen libre. Pero el dinero nunca se hizo efectivo. Hojeando libros, totalmente hechizado con la documentación de esta columbiforme, seguí conociendo más datos sobre Martha y su destino. Era la última, que se supiera, de su especie.
A las 13´00 horas del día 1 de septiembre de 1914, fue encontrada muerta en el fondo de la jaula del zoológico de Cincinnati después de 29 años de cautiverio. Su cuerpo se donó a La Smithsonian Institution donde se conserva naturalizada. Aquel infausto día, sucumbió definitivamente toda esperanza. Fue el último viaje de esta especie migradora.
Unas décadas antes, a principios del siglo XIX fue cuando el este de los Estados Unidos asistía a un espectáculo único en el mundo: la migración de la paloma migratoria (Ectopistes migratorius) que iba a pasar el invierno a la zona más cálida de este país, en las costas del Golfo de México. La abundancia de estas aves era tal, que llegaban a oscurecer el cielo. Se dirigían al sur atravesando los valles por cientos de millones provocando un sonido atronador. Alexander Wilson, en 1810, contó uno que, en su opinión lo formaban más de dos mil millones de ejemplares desplazándose a una velocidad de 90 kilómetros por hora, y tan agrupadas que podía estimarse su densidad en cuatro animales por metro cúbico. Estos extensos bandos migraban irregularmente en escuadrones de hasta dos kilómetros de frente que tardaban horas en pasar sobre un mismo punto.
Las tribus de indios, las esperaban en determinados dormideros fijos cuando regresaban a dormir durante el invierno, pues la carne de estas aves era muy apreciada por ellos desde tiempo inmemorial. Con la llegada de los colonos procedentes de Europa todo cambió. Ante semejante abundancia, los cazadores blancos se unían tratando de superar en las partidas de caza, las unidades de su vecino. La puntería no era requisito indispensable para matar. Bastaba con disparar contra la masa compacta de las aves para atravesar varios ejemplares a cada disparo.
Audubon –el famoso ornitólogo americano- describe la espera en un dormidero. Al llegar los pájaros el estruendo que hacían al volar y revolotear, unido a los disparos, el fuego –pues se llegaban a prender árboles para que cayeran las palomas chamuscadas- y el griterío de la gente, componía una barahúnda ensordecedora de la que era imposible diferenciar los diversos elementos que la componían. Miles y miles de palomas cubrían el suelo al amanecer, y cuenta –Audubon- “cada uno recogió las que quiso y después soltaron a los cerdos para que acabaran con el resto”. En las enormes colonias de cría, que cubrían muchos kilómetros cuadrados, los nidos estaban tan apretados que llegaban a los doscientos en un solo árbol, y las ramas se quebraban bajo su peso. Allí la masacre era, si cabe, mayor que en los dormideros. Concretamente una de Michigan medía 45 kilómetros de longitud por 5 o 6 kilómetros de ancho.
Todo el mundo dejaba en esa época su trabajo dedicándose a cazar los pichones –muy gordos y grasientos a los 15 días de edad- que después dice M. Edey, “se comían frescos, secos o en vinagre, o se convertían en grasa o se salaban para cuando vinieran tiempos malos. Continúa M. Edey cifrando alguna de aquellas matanzas: “desde los nidales de Pensilvania, parte alta de Nueva York y Winsconsin se recibían noticias de haber embarcado en unas semanas medio millón, un millón o dos millones de palomas. Sin duda alguna otras tantas quedaban sin embarcar, abrasadas, pisoteadas, devoradas por los cerdos, estropeadas o simplemente sin recoger.
Tanta presión despiadada, dejó a las palomas desprovistas de lugares donde asentarse. Allá donde fueran, eran esperadas y tiroteadas, tanto por el día, como por la noche. El telégrafo daba cumplida información sobre la ubicación diaria de estas aves y por supuesto, las armas eran cada vez más sofisticadas. Desgraciadamente, a este ritmo vertiginoso, no hay especie capaz de soportar una persecución de tal magnitud y en 1890, apenas un centenar de palomas se desplazaba fugazmente. Pero la caza continuó.
En 1911 se ofreció una recompensa de 1500 dólares: no se adjudicó. Las palomas migratorias libres habían desaparecido y sólo quedaban en zoológicos donde su reproducción era pésima. En 1908 había siete palomas migratorias, y ya en 1910 tan sólo una, de nombre Martha. Martha fue la última representante de una especie que nutrió aquellos gigantescos bandos kilométricos que llenaron con su vuelo atronador el cielo americano. Fueron disecadas muchas palomas migratorias, porque eran unas aves muy bellas. Prácticamente se conservan en casi todos los museos de historia natural, aunque para nuestra vergüenza, ésta y otras tantas especies borradas del mundo no volverán a deambular con vida.
Y…, ésta es la triste historia que… inmortalizó el nombre de Martha.
Aquel día, contuve la rabia en silencio, no daba crédito a lo leído.
Es impactante esta sugestiva obra de Walton Ford. Si se la puede clasificar como de surrealista, tiene para mí, un gran y profundo mensaje por tener cierta similitud con la imagen de Jesús arrastrando la cruz hasta lo alto del Monte Calvario. Aquí lo hacen las palomas en un escenario muy bien planteado por el autor, donde el caos que las colonias de estas aves sufría al ser sus árboles talados y quemados por una enfebrecida población de saqueadores, deja de manifiesto la crueldad padecida. Como Jesucristo, las palomas también portan el tronco de su penitencia, el tronco que como la cruz del Salvador, debería de suponer un motivo más para agregar a La Semana Santa de la vergüenza, donde el fariseísmo siempre tuvo y tiene los mejores asientos.
Fotografías: Wikipedia
Um contraste descomunal, e triste, entre essa postagem e a sua última sobre a cotorra que se tornou uma "praga" nas cidades...
ResponderEliminarMartha foi o último exemplar de uma espécie que havia sido a mais abundante no planeta... e foi extinta pelo instinto predatório de alguns da raça humana.
Felicitações por mais uma postagem exemplar, Javier.
Um beijo terno e doce para ti.
¡Hola Javier!
ResponderEliminarLa imagen nº 3 de tu post es como el cuadro de Audubon que puse hace un tiempo en uno de los míos y que tú explicabas un poco lo de la extinción de esta paloma, recuerdo que primero confundí el cuadro por otro.
Me apena saber que lo pasaron tan mal estas palomas, en la abundancia las perseguían como energúmenos y luego en la escasez se volvían locos por mantener la especie, pero ya era demasiado tarde, así somos los humanos desgraciadamente.
Es impresionante el cuadro de Walton Ford, con ese gran tronco volando con las palomas, expresión muy lograda de ese pintor reflejo de una realidad dentro de un surrealismo.
Imagino la rabia que tendrías al conocer todo ésto.
Un abrazo.
Gracias Javier
ResponderEliminarpor tu aporte, triste, desolador, vergonzoso, aterrador, el hombre por matar , como relatas
horror, se me puso la piel de pollo,se me cae un lagrimon, como dice un tango.... uno trata de rescatar lo que sea, porque ademas del colibrí salve una palomita común, que se había caído del nido, viviendo en mi cocina hasta que un día la deje volar..
entonces no entiendo estas cosa , creo que no es la ignorancia pues los indios autóctonos cuidaban de su tierra y de todo lo que habitaba, solo es la masa , el ego.
una pena...tan hermosa paloma , lo que cuentas debe haber sido hermoso ver la migración.
abrazos desde el fin del mundo.Maelgi
No he podido evitar pensar, claro, en "El último mohicano"... Abrazos.
ResponderEliminar¡Pobre Martha!¡Pobres los animales que caen en las manos del Homo Sapiens Sapiens !
ResponderEliminarTu relato fue tan real, sincero, lleno de emociones y protestas que, como dice Mati, me puso "la piel de gallina"
Es inconcebible que se destruyan colonias enteras de animales que nunca más surcarán los aires, o pisarán sus bosques o nadarán sus aguas.
Es un completo salvajismo.
Gracias Javier por ilustrarnos al respecto y hacernos conocer un poco más a ciertas especies humanas (que lamentablemente están demasiados arraigadas y sin señales de extinción)
Hace tiempo lei un breve reportaje acerca de Martha. Sin conocer los pormenores que nos entregas, intuía una amarga y vergonzosa tragedia.
ResponderEliminarLo que comenta Maelgi acerca de la ignorancia...los nativos, muchísimo más sabios que el "hombre blanco" regido por su soberbia y voraz ambición.
Definitivamente somos una enfermedad en el planeta
una triste historia sobre un lindo animal.....unica segun se ve las fotos....hermosa y peculiar :)..sigo tus pasos
ResponderEliminar- Teca: assim é, um grande contraste. Parece que algumas aves são plagas e, basta com soltar a quatro cafres escopeteros para descoyuntar uma espécie e a levar à extinção. O coração enche-se de histórias crueis como a de Martha, e outras muito esperanzadoras. Todos temos belas histórias que guardar. Felizmente.
ResponderEliminarUm abraço
- Clariana: es el mismo. Precisamente por él fue la iniciativa de recordar este post sobre la paloma migratoria.
Es el mismo ejemplo que cuando se ofrecen cosas gratuitas y la gente se arremolina, que no es lo peor, lo peor es la maldita codicia y querer llevarse más de lo debido aun a costa de no dejar nada a los demás.
Me imaginaba que el impacto del trabajo de Walton Ford sería arrollador. Cuando vi la imagen me quedé perplejo. Es de un asombro total.
La rabia como ves, la llevo dentro desde el día que vi la historia en los libros del colegio.
Abrazos.
- Maelgi: estas cosas no conviene dejarlas en el olvido, hay que transmitirlas para que la gente se de cuenta de las acciones de quien se cree con derecho a equilibrar la naturaleza sin conocimiento previo. De lo que son las plagas para unos y las soluciones patéticas a tomar por los de siempre. De los que se piensan que la escopeta es la base del equilibrio ecológico, y donde el hombre marca la diferencia.
Quienes tuvieron la oportunidad de ver estas espectaculares migraciones siendo amantes de estos escenarios, debieron de ver uno de los acontecimientos más exclusivos de la naturaleza por su impresionante dimensión. Algo que unos cuantos miserables, robaron por su inconsciencia egoísta.
Abrazos.
- Salomé: en efecto; toda la obra viva sin distinción de especies, es una pérdida lamentable de nuestra riqueza natural. Cada vez que se descubre una nueva especie de animal o, una nueva población indígena, se me vuelca el alma. Todavía temo por la tribu brasileña recién descubierta. Que la naturaleza les proteja de su misma especie.
Abrazos
- Mabel: han sido multitud de especies extinguidas por la irresponsabilidad de los colonos y exploradores. Bastaba con entrar sobre todo en islas, ya fuera a por agua, frutas, carne de animales del lugar, para dejar a cambio; ratas, gatos, bacterias etc que, o bien contaminaban las aguas o el efecto depredador de gatos y ratas hacían auténticos estragos en especies autóctonas desconocedoras del peligro de los nuevos depredadores.
ResponderEliminarTodos son descuidos por la apatía y poco interés y desconocimiento de estas gentes fuera y lejos de sus lugares de origen.
Es una historia lamentable, desgraciadamente la eliminación de una especie cuya población se estimó en unos cinco mil millones de ejemplares.
Saludos.
- Vivi: la historia de Martha no deja a nadie con sentido común, indiferente. Está claro. Hay antropólogos que no dejan tampoco muy bien parados a los nativos de cualquier lugar de la tierra que también provocaron extinciones, incluso mucho antes de utilizar las armas modernas que tanto facilitaron las muertes en gran número.
La isla de Pascua fue una selva subtropical que el ser humano se encargó en sólo mil quinientos años de transformar en una inhabitable estepa. Hasta él mismo acabó muriendo de hambre. Increíble.
Este es uno de los ejemplos de extinción ralentizados por la ineficiente capacidad destructora a gran escala, pero no menos nociva.
Si que somos algo de enfermedad en este planeta y bastante mortal por lo visto.
Saludos.
- Capriyunliuz: una paloma bastante llamativa por sus colores que, por lo visto, no lo fue tanto para los colonos como por su carne. Archivada queda para nuestra vergüenza la hostilidad a que sometieron a la gran migradora por excelencia.
Saludos.
Hasta donde puede llegar el egoismo y la estupidez humana. Una triste historia para no olvidar y no repetir errores. Saludos!
ResponderEliminarConocía la triste historia de la paloma migradora pero ignoraba por completo la historia de Martha.
ResponderEliminar¿que habría podido pasar por su mente, que podría haber sentido de haber sido plenamente consciente de ser la última de su especie?
Me recuerda la historia del lobo marsupial o Tilacino, sentí algo muy parecido de pequeño cuando leí acerca de su desaparición.
Del tilacino solo han quedado algunos ejemplares disecados (en el museo de ciencias naturales de Madrid hay uno), e incluso algunos vídeos que se pueden encontrar por internet.
Una de las páginas más completas sobre él: http://www.naturalworlds.org/thylacine/
Un saludo.
Es raro en EEUU lo que no se hayan cargado. Estuvo a punto de suceder también con los búfalos. Vi una escena en que se veía un muro de cuatro metros de alto de búfalos muertos. Esta historia es si cabe más alucinante porque que una especie tan abundante pudiera desaparecer de la noche al día supera toda imaginación posible.
ResponderEliminarHola Javier y hola a todos, sí tienes razón lo acontecido en Isla de Pascua, pero ellos no eran nativos de allí eran Maories, llegaron "se supone" buscando nuevos horizontes donde establecerse. Su contraparte los patagones, nativos del sur de América, jamás construyeron una civilización que nos haya legado una arquitectura o evidencia escrita pero tenían un reglamento de caza (oral), respetando las épocas de reproducción de los animales, las hembras preñadas etc...no hubo huella de ellos en la naturaleza, eran parte de..
ResponderEliminarHay algo que diferencia a grupos humanos unos de otros en relación a su visión del mundo. Quizás el antropocentrismo es lo que nos hace ser parásitos poco inteligentes
Y relacionado al post de Araña..me hubiera gustado ver ese mar de bisontes en las praderas antes que llegaran "los blanquitos", leí en alguna parte que los cazadores tenían que sacar las balas a cuchillo de los cuerpos de los bisontes abatidos ya que seguían existiendo animales a quienes matar y se le terminaban las balas !!!... pienso que el fin último era diezmar a los pueblos nativos que vivían de ellos (hambre y desmoralización)
Perdona que siga posteando en tu blog pero el tema de la desaparición de las especies bajo nuestro pie destructor me angustia demasiado
Saludos
Yo leía libros de fauna cuando tenía que quedarme en casa, resfriado, sin ir al colegio.
ResponderEliminarMe temo que la historia de la caza interminable pervive hoy día, en otros lugares, contra otras especies.
No hemos aprendido casi nada.
Triste historia de la que no hemos aprendido nada... Gracias pos mostrarla
ResponderEliminarAbrazos.
Triste historia la que nos relatas hoy, por un lado la desaparición de Martha y por otra la brutalidad y la ignorancia del ser humano que acaba con todo de una forma irracional.
ResponderEliminar¿Con cuantas especies se habrá acabado ya? muchas supongo y mas que habrá porque a estas alturas el respeto por la naturaleza todavía está en pañales.
Un saludo
Pues sí que era bonita sí. No había oido ni leído nada sobre esta paloma. Me ha impresionado el número de ejemplares que había y el hecho de que no haya quedado ni una sola.
ResponderEliminar¿Pero de verdad no hemos aprendido nada? Me parece tristísimo, porque muchos animales de nuestra actualidad van por el mismo camino. Lo dicho, muy triste.
Triste historia, lo lamentable es que se repetirá una y mil veces...
ResponderEliminarEs decir, se está repitiendo cada día una y mil veces (se extinguen unas 150 especies al día de media).
Gracias por divulgar esta historia.
Una gran aportación tu entrada, Javier, por su documentada visión histórica, por la implicación personal y por su carga simbólica en relación a la pérdida de biodiversidad por factores humanos.
ResponderEliminarConocía la historia, aunque no con tanto (y tan de agradecer) detalle. Y al imaginar la ingente población de palomas de esta especie también me pregunto por las consecuencias de su desaparición: seguramente la ecología de sus zonas se vio (y probablemente siga) alterada, porque las palomas suelen contribuir en importante medida a la dispersión y germinación de semillas de árboles y arbustos...de los que a su vez dependen otras especies.
Nunca sabemos realmente cuánto hemos perdido cuando eliminamos una especie.
Saludos y gracias, nuevamente, por este magnífico recordatorio.
- Asterina: desgraciadamente, los errores continúan y hoy en día, quedan bastantes especies con el mismo número para compartir el mismo viaje.
ResponderEliminarSaludos.
- Lubican: cuesta trabajo asimilar la tragedia. La pobre Martha nacida en cautividad, fue ajena al final de su especie.
Todas las extinciones son un triste recuerdo en nuestra memoria. Si además, contamos con ejemplares naturalizados, fotografías, filmaciones etcétera, la dureza del recuerdo es mayor si cabe, pensando…cómo se pudo permitir.
Saludos.
- Araña: si hay escenas escalofriantes sobre las matanzas de bisontes en las praderas americanas. Allí siempre se hizo todo a lo grande. Existe el curioso testimonio de un colono cazador, muy macho él, que en menos de tres cuartos de hora, “mató a doscientos doce bisontes”; aunque exagerara como es habitual en este tipo de gente, la cifra seguiría siendo bestial, como corresponde a los de su calaña.
Saludos.
- Vivi: Bueno, no precisamente me refería a los nativos de esta isla, sino a los culpables como dices, de arrasar la naturaleza sin ser especialmente de nuestro tiempo. El pueblo maorí llegado de la Polinesia y primer conquistador de Nueva Zelanda, en tan sólo quinientos años logró exterminar al moa gigante; un ave de 3´6 metros de altura parecido a un emú (Un ave corredora como el avestruz). Fueron los colonos ingleses quienes lo descubrieron al labrar las tierras y hallar los huesos de estas gigantescas aves.
Utilizaban hornos de barro para asarlas, aprovechaban su piel, hacían collares y anzuelos con sus huesos y las cáscaras de huevos eran utilizadas como recipientes.
Y respecto a la mención muy acertada de “blanquitos” y su destrozo medioambiental, tuvo como dices, mucho que ver la intensidad en las matanzas de bisontes con la intención de mermar la base alimenticia de los originales americanos. Asesinaron millones de bisontes que quedaban desparramados por las praderas, de los que solamente aprovechaban las lenguas, el lomo, los tuétanos y el resto, lo abandonaban.
En 1700 se estimaba la población de bisontes en unos sesenta millones, que sólo cien años después se redujo a la mitad.
Para atraer público a las líneas de tren (construidas por la ruta migratoria de los bisontes) aseguraban a sus clientes la matanza de estos mamíferos con sus rifles desde los asientos del tren durante el viaje.
Como dices Vivi: parásitos poco inteligentes
Saludos.
- Tawaki: es así de triste, las extinciones no frenan. Algo hemos aprendido, pero no lo suficiente por lo visto.
ResponderEliminarSaludos.
- Anzaga: Demasiados cazadores y con armas muy sofisticadas para, cada vez menos abundancia en la cantidad de las especies con mayor problema de supervivencia.
Saludos.
- Abedugu: parece que desde 1600 se han extinguido unas 611 especies animales y 396 vegetales, (en casi todas ha intervenido el hombre)
Saludos.
- Mamen: para mí de las palomas más bellas que puedan existir. Tenían una contrastada combinación de colores y unas llamativas rectrices alargadas. Lo más impresionante debía de ser la atronadora travesía de estas aves durante sus viajes. Ahora quién quiera verlas, que se lo imagine.
Saludos.
- Imaginario: cuando uno ve el plantel de extinciones tan vertiginoso, en mi caso, las especies invasoras no hacen nada más que declarar su básico interés de asentar con seguridad sus poblaciones en cualquier lugar del mundo.
Gracias a ti por pasar
Saludos.
- Javier: las gracias a ti también, por supuesto, por dejar constancia de señalados detalles con los que colaboras en tus valiosos comentarios.
Me viene a la memoria las mollejas de las palomas de nuestra península que, he hallado en el interior de las egagrópilas de búho real al analizarlas: en efecto, siempre aparecían multitud de semillas de diferentes tipos de plantas. La molleja es un músculo muy fuerte que aguanta bien los jugos digestivos del búho real, por eso es fácil hallar tal cantidad de información.
Prohibieron la caza de la paloma migratoria cuando quedaban algunos pequeños bandos de miles de ejemplares. Y, parece ser que, la especie quedó sentenciada por el número insuficiente de ejemplares para mantenerse en la densidad idónea, entre otras cosas, una vez perdida la riqueza de la herencia genética de los inmensos bandos originales.
Ojala pongamos bastante más interés con las especies que colean en nuestro planeta.
Saludos.
Leí de pequeño esta historia y, vuelve a sobrecogerme de nuevo al recordarla en tus palabras. Creo que es uno de los mejores ejemplos de lo devastador que puede llegar a ser el ser humano. Y lo más triste es que sigue sin aprender, sigue sin tomar buena nota de sus errores y de rectificar su conducta. Un saludo
ResponderEliminarPues ya somos dos entre tantos otros que, seguramente, no dejarían de asombrarse con la capacidad destructora del hombre.
ResponderEliminarSaludos Lluís.
Un ejemplo más de la voracidad humana. Pensamos que nada se acaba pero sí. Consumimos recursos como se mataban palomas migratorias. Parece imposible que se puedan también acabar pero lo harán. Entonces nos lamentaremos pero ya no tendrá remedio.
ResponderEliminarNo es sostenible el despilfarro y en ello basamos la recuperación y el crecimiento económico. Aunque quizás tampoco sea sostenible la economía sostenible.
Saludos
La extinción de la paloma migratoria no es más que otro triste ejemplo de la voracidad y capacidad de rapacidad humanas. Conviene recordarla para no caer, como estamos haciendo una y otra vez, en el mismo error.
ResponderEliminarMuchas gracias por traernos a Martha, tu relación con ella y la historia de su estirpe.
Un abrazo.
- Riomoros: tienes razón: parece que es insostenible también, la economía sostenible.
ResponderEliminarVamos devorando todo lo que abunda sin recuperar apenas lo que deja de abundar.
Saludos.
- Trotalomas: Gracias Trota: la historia de Martha es la historia de nuestro futuro si no ponemos remedio.
Saludos.
Cuánta razón tienes, Javier... Con la "diferencia" de que será un verdadero suicidio colectivo. :(
ResponderEliminarCuánto hay por hacer con lo poco que se hace...pobres humanos...
ResponderEliminarSaludos Trota
El ser humano tiene una existencia totalmente incompatible con la naturaleza. Creo que nosotros extiguiremos y devoraremos todo lo que esté a nuestro paso y nuestra extinción será la última de todas las especies
ResponderEliminarDebemos tomar nota de todas nuestras actuaciones negativas y corregirlas sin titubear. De no ser así, notaremos poco a poco y cada vez con más intensidad, las consecuencias desagradables del deterioro del planeta.
EliminarSaludos.