ÁGUILA PERDICERA (Aquila fasciata)
Desde lo alto de las ruinas del torreón medieval, una fortaleza del siglo XIV; la hembra de águila perdicera monta la guardia, sin perder de vista, el nido que aloja a sus dos pequeños pollos de blanco plumón.
Es…, la viva imagen del sol resplandeciente sobre cualquier cortadura montaraz. La última, de los privilegiados reductos desprotegidos de nuestra geografía española. Su blanca pechera, le delata cuando decora el caprichoso y policromo frente rocoso donde descansa, esperando entre la basta roca, la hora propicia de emprender la patrulla territorial y la caza.
Recuerdo este día de tanto desasosiego, como muy desenfrenado y activo en esta rapaz, metida de lleno en la cría de sus dos pollos. No los perdía apenas de vista ni un momento, tan sólo, en alguna ocasión, prospectando la zona con la intención de vigilar, ejercitar, y aportar ramas verdes al nido. Al darles calor, tenia leves periodos de dormitación a intervalos de diez y cuarenticinco segundos. Repentinamente, la perdicera comenzó a reclamar con estridencia, al tiempo que abandonaba la plataforma del nido. Parecía buscar, la cooperación del macho ante la presencia inoportuna y desairada de una pareja de águilas reales al invadir su zona de cría. Las águilas reales, trataron de criar a tan sólo 300 metros de distancia. Por causas desconocidas, el intento fracasó.
Quizás el estrés, provocó en el águila perdicera, el ataque inmisericorde a un despistado buitre leonado que, osó cruzarse con ella mientras se dirigía a alimentar seguramente a su pequeño pollo. El sonido seco del aparatoso quiebro que ejerce el buitre al esquivarla, retumbó hasta mi recóndito observatorio, estremeciéndome la intensidad del duelo, cuya necrófaga, era tan sólo, una víctima inoportuna de sus fulgurantes ataques. Paradójicamente, la vuelta al nido de la perdicera fue precisamente delante del halcón peregrino. Aquí, el espectáculo, se multiplicó gracias a la pericia de dos fascinantes voladores: el peregrino, como feroz atacante, capaz de realizar repetidos picados, recuperando altura con la inercia de los descensos. La perdicera, no podía hacer nada más que, esquivarle con suma habilidad.
Enhorabuena por esta entrada!. Uno se tiene que sentir un " priviligiado " al poder fotografiar tal escasa joya sin igual!!.
ResponderEliminarUn saludo.
Menudo espectáculo en una sola tarde...
ResponderEliminarEste año sólo he encontrado un juvenil de perdicera en la zona de la Mancha y un adulto en la sierra norte de Córdoba. Realmente es bastante rara de ver.
Enhorabuena por la entrada. ¡Está genial!
Desde luego, la perdicera tuvo un día de lo más movidito...¡Para que luego hablen de la paz del campo!
ResponderEliminarSaludos, Javier (y ten cuidado, no vaya a ir también a por ti la perdicera).
Vaya privilegio tuviste en presenciar esos acontecimientos que narras.Nunca vi un duelo entre perdicera y peregrino. Enhorabuena
ResponderEliminarSaludos
(calceolusycentaureas.blogspot.com)
He oido la sacudida del buitre!!! Impresionante relato pero mejor aún las especie jejeje
ResponderEliminarEn cuanto al águila real, hay por ahí algún articulillo sobre la interacción de ambas especies, algo curioso la verdad.
Enhorabuena por el disfrute.
saludos
La narración de tus observaciones sobre de la perdicera nos traslada al lugar con precisión, como si estuvieramos presenciandolo todo.
ResponderEliminarSaludos
¡Vaya escenas describes! Qué suerte la tuya. Yo me hubiera conformado ya sólo con ver a la perdicera ahí posada tal cual está en la foto.
ResponderEliminarBuena experiencia.
- Así es, Juan. Un auténtico privilegio ver tan espléndida rapaz.
ResponderEliminarSiento la calidad de las fotos, pero el equipo, no da para más.
Saludos.
- Anzaga, aquel día ciertamente, fue un cúmulo de coincidencias negativas para nuestra rapaz, cada vez, más rara. Pero como es habitual en ella, solventó atacando y huyendo, todos los contratiempos.
Es una pena, la recesión que está sufriendo.
Saludos.
- Reconozco Javier B, que iba algo informado sobre la posibilidad de nidificación del águila real, pues ya la había visto merodear por el territorio y, quise aprovechar la ocasión de presenciar el desenlace entre las dos. Sabía que la perdicera, no lo llevaría bien. Evidentemente, había que presenciar la dura contienda, que lo fue, durante todos los días de visita.
Si fuera a por mí, como dices, Javier B, ya podía darme con los talones en la nuca corriendo, porque…, con las zarpas de velociraptor que tiene, es mejor desaparecer.
Saludos.
- Los duelos en los que participa el halcón peregrino, Javier, suelen ser bastante aparatosos. Por su velocidad y maniobrabilidad, complementada con excelentes recuperaciones de posición en vuelos de vértigo, es prácticamente una rapaz imbatible. Si uno de los ejemplares de halcón no logra su objetivo, acude su consorte.
Saludos.
- Brookei. Pobre buitre. Todavía lo recuerdo aguantando la ira de la perdicera, en uno de sus viajes, seguramente, más largos de su vida. Sin embargo, por la velocidad de ambas, a la perdicera y el halcón, el viaje se le hizo algo más corto.
Creo que había un artículo sobre la interacción de ambas rapaces en la provincia de granada. La real, más poderosa, relega a la perdicera a zonas más humanizadas, que son las más disponibles cuando existe seria competencia por disputar territorios óptimos y rentables en caza.
Saludos.
- Gracias Esteban. Intento poner toda la memoria del momento de observación, apoyado por el cuaderno de notas, para dar de éste modo, una versión idéntica del momento.
Gracias.
- Hay una imagen de la perdicera en lo alto de un cortado, que me inspiró el encabezamiento del post. Era en El Valle del Mesa, cuando aún existía aquí, esta especie. Aguardaba posada en lo alto del cortado, mientras el sol, desde su espalda, hacía resplandecer con fuerza cegadora todavía más, su blanco plumaje agitado por el viento.
Todo lo contrario sucede a la hembra del post que, a su espalda, no tiene nada más que un día nublado.
Saludos Mamen.
Parece que los sitios para anidar sin amenazas humanas son escasos y hace que la convivencia entre los vecinos sea difícil.
ResponderEliminarTodo un privilegio ser espectador de esas trifulcas.
Muy afortunado y feliz debes de sentirte. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos.
Javier, anda, pásame tu mail.
ResponderEliminarGracias.
Edu Viñuales.
evinnuales@aragon.es
- Pues imagínate Jesús, no sólo por la cercanía a las poblaciones humanas le resulta complicado a la perdicera anidar, sino, también, por la cada vez más habitual incidencia de motos y coches circulando por la gran cantidad de caminos abiertos monte a través.
ResponderEliminarSaludos.
- Wili y Colasina. En efecto. Es mucha fortuna y felicidad, que intento compartir con gente sencilla.
Saludos.
- Lukas. Edu, mira a ver si dejas al chaval que opine dejando su comentario, que me interesa la opinión de este futuro naturalista.
estrigidae@hotmail.com
Saludos.
Mi otra pasión es el estudio de los animales que tenía algo abandonada, a través de tus entradas lo vivo como si estuviera allí.
ResponderEliminarQue lujazo,como tuviste que pasarlo siendo testigo de esta maravilla.
Un abrazo.
A Salto De Mata
Emocionante relato de esta preciosa rapaz que no vive precisamente ahora sus mejores momentos. Desde luego los lances con otras rapaces son espectaculares, pues es un ave que defiende su territorio a capa y espada. Saludos
ResponderEliminar- Ya me doy cuenta Miguel de tu pasión por los animales, fotografiándolos cuando tienes ocasión. Sólo con ver los paisajes, lo confirmas.
ResponderEliminarSaludos.
- Es apasionante, Lluís. Afortunadamente, a pesar de la presión ejercida sobre todo por los columbicultores, la perdicera en tu tierra conserva todavía una envidiable población. Ojala dure mucho tiempo.
Saludos.
Precioso y ameno relato, es apasionante poder contemplar y captar estas bellas escenas. Saludos
ResponderEliminarGracias José.
ResponderEliminarEspero que poco a poco, esta rapaz tan destacada y escasa, vaya ocupando como se merece, los cielos y territorios de los que un día desapareció por la acción nefasta de hombres sin escrúpulos.
Saludos.