Han pasado bastantes años desde aquel día, y a pesar del
tiempo transcurrido, el recuerdo, muy presente, arranca en mí todavía una
sonrisa de esperanza.
Había terminado un trabajo y me acerqué al Centro de
Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca en Zaragoza para ver a un
conocido. En aquel momento, un vehículo se detuvo frente a la entrada del
centro y se apearon dos personas; supuse que serían padre e hijo. Mientras el
padre sacaba del maletero una caja, el niño aguardaba impaciente que concluyese
la operación. Le pidió la caja tirando de su chaqueta a medida que avanzaban
hacia nosotros. Esperábamos con curiosidad. La criatura alzó sus brazos
ofreciendo la perforada caja a José Manuel, que abrió ligeramente para
comprobar su contenido. Es un cernícalo, contestó. Les miró fugazmente
retornando su mirada a la rapaz y presionó sus labios entre sí, asumiendo en
silencio el desgraciado destino del cernícalo. Veremos lo que se puede hacer,
añadió José Manuel dirigiéndose a rellenar el formulario de ingreso.
Joven del año de cernícalo vulgar Falco tinnunculus
La rapaz había sufrido el impacto de un coche y estaba reventada. La lesión sangrante
asomaba entre sus mandíbulas constatando la gravedad.
No puedo olvidar el gesto del chaval justo en el momento de
entregar al ave acomodada en la caja. La inocente sonrisa y el brillo de sus
ojos lo iluminaban todo. Como el atleta que alcanza su meta, triunfante, así
entendí su sensación del deber cumplido. Sé, que para aquel esperanzado niño el
malogrado cernícalo estaba salvado una vez lo entregó en el centro. Sabía,
confiado, que se ocuparían de él.
La rapaz murió por las graves lesiones, pero no así en el
corazón del ilusionado chaval, esperanzado, que se lo llevó en la memoria de
vuelta junto a su padre camino del coche.
Así se forja el amor y el respeto por la naturaleza, gracias
a la voluntad de luchadores iniciados como el niño del cernícalo. Su padre,
sonriente, lo miraba orgulloso. Que estampa.
Una vez más, y como siempre, gracias a todos los voluntarios
por vuestro tiempo y empeño.
Uno de los grandes momentos para observar el progreso de las aves perfeccionando su vuelo es seguir a las rapaces salidas del nido en sus prácticas diarias.
Esta pareja de cuatro hermanos, disfrutaba mucho durante sus vertiginosas persecuciones.