No voy a
escribir sobre la urraca Pica pica de lo que ya se sabe sobradamente. Es un
córvido, y como tal, lleva en sus genes la capacidad de descubrir y optimizar
recursos para su supervivencia del modo más inteligente, siempre, afín a su eclecticismo.
Sé de su
mala fama como expoliadora de huevos y depredadora de pollos de pequeños
pájaros y otras tantas fechorías con que se la condena desde la implacable ley
dictatorial humana. Sin embargo, me sorprendí muchísimo en un vídeo
protagonizado por esta especie mientras aguardaba en una azotea la salida de
los murciélagos para atraparlos sobre la abertura del hueco entre los ladrillos
de un edificio.
En un paseo por la calle Juan Bravo de Segovia (maravillosa ciudad, sin duda) me llamó la atención este tornasolado córvido zarceando por la parte baja de los balcones de un señorial edificio. Aguantaba bien la presencia de los paseantes de esta calle comercial y la vi muy entregada a su labor, tanto, que apenas me prestaba atención y pude fotografiarla lo mejor posible. Después de mirar atentamente, me di cuenta de que el ave arrancaba los tubos de seda donde se alojaban las típicas arañas de la familia segestriidae; esas arañas que suelen tapizar techos y paredes exteriores bien resguardados de las inclemencias atmosféricas en los edificios urbanos. Extraía con el pico la funda de seda con la araña en su interior y la engullía entera. Así estuvo durante un buen rato dada la poca biomasa de los arácnidos para rentabilizar las capturas.
Pinzando una tela de araña con su hospedador dentro.
En este caso, parece haber arrancado con la tela de araña un trozo de yeso de algún recoveco.
En la faz del córvido se aprecia el polvillo al picotear las fisuras e ingerir las sedas manchadas.