domingo, 15 de noviembre de 2020

El pecho del petirrojo



Si existe un pájaro con expresión tierna, destacada entre muchos otros, sin duda es el petirrojo Erithacus rubecula. Un pajarillo de postal navideña, bolita emplumada sobre la nieve, duende de los jardines y parques tan cuidados por gente amante de su presencia. Un pájaro confiado, supremo tenor, saltarín y, a veces, escondidizo entre las ramas bajas de los setos urbanos y paisajes externos.

No obstante, la cálida esencia del tierno pájaro fue desmontada por el biólogo evolucionista David Lack, al demostrar la ferocidad territorial del petirrojo mediante un experimento curioso. Entre dos ejemplares, si la voz de aviso o la presencia del regente haciendo uso del lenguaje corporal no es efectiva, se producirá el desencuentro fatal. Lack quería hallar la respuesta a varias posibilidades para concluir con una de ellas. ¿Qué desconcertaba tanto al pequeño pájaro frente a un rival; los movimientos, el canto, comportamiento provocador, los colores del intruso?

El desconcertado biólogo utilizó un petirrojo disecado dentro de un territorio ocupado por un congénere, evidentemente, vivo. Allí, se desató un tremendo conflicto de consecuencias inimaginables. El señuelo perdió la cabeza en primer lugar dada la furia de los ataques. El equipo continuó el experimento eliminando poco a poco diversas partes del petirrojo disecado sin que cesaran las arremetidas. Finalmente, sólo quedó un jirón de plumas rojas sujetas al alambre y, aún así, la agresión continuó.

Un mechón de plumas marrones hizo al petirrojo perder su belicosidad. El equipo de investigadores, después de todos los experimentos pertinentes, concluyó con la respuesta: el rojo de las plumas pectorales desencadenaba la furia del ave.







El plumaje del joven petirrojo, de coloración discreta, contribuye a su seguridad frente a predadores durante el primer año de vida dada su inexperiencia. Además, no lucir el rojo pectoral, los salvaguarda de posibles agresiones de los adultos.

Más sobre el petirrojo:

jueves, 12 de noviembre de 2020

Te estoy viendo...


Hembra de cabra montés Capra p. hispanica. Su recental probablemente aguardaba oculto entre las frondosas Ephedras de la repisa en lo alto del escarpe. La atención de su progenitora se multiplica.

Ciertamente, la mayoría de las veces, los animales ya nos han cazado con su mirada activa durante nuestra intrusión en la naturaleza. El escaso ruido que podamos provocar lo detectan rápidamente, al igual que nuestros leves movimientos, incluso, si permanecemos quietos. La vigilancia es un baluarte imprescindible en su vida diaria, de ella dependen en gran medida para alimentarse y sobrevivir. La falta de atención en un descuido, puede costarles la vida. 

Estornino negro Sturnus unicolor atisbando en derredor para comprobar la seguridad necesaria antes de acceder al nido.

Un águila calzada Hieraaetus pennatus se solea relajadamente sobre una terrera.
Su silueta llamó mi atención, pero ella, hacía rato que vigilaba mis pasos.

La chova piquirroja Pyrrhocorax pyrrhocorax se ha posado en el roquedo, la he visto llegar. Lo más importante para ella, parece ser, controlar mis intenciones.

Macho de roquero solitario Monticola solitarius. Centinela del entramado rocoso, siempre pendiente de los acontecimientos externos desde cada una de sus atalayas.

Algunas criaturas no se esmeran demasiado en vigilar correctamente y son fácilmente sorprendidas, como este zorro Vulpes vulpes durmiendo profundamente en un altillo rocoso. 


sábado, 7 de noviembre de 2020

Guardando la plaza del nido

 


Pronto llegarán las paradas nupciales del buitre leonado Gyps fulvus. Entre tanto, las parejas vuelven a interesarse por el nido para restaurarlo de nuevo e iniciar otro ciclo reproductor. Cada pareja cuenta con una ubicación que defiende cada año con intensidad.

Vuelos aprovechando columnas térmicas, corrientes de ladera y corrientes de aire convergentes trasladan a estas rapaces veleras durante largas singladuras para recorrer gran cantidad de kilómetros en busca de alimento.

Ya no hay tanta ganadería y los tratamientos veterinarios dotan de mayor longevidad a los animales domésticos. Hallar animales muertos es complicado, incluso, con el apoyo indirecto de córvidos y alimoches, reveladores con su conducta típica del botín hallado a los atentos buitres leonados en curso aéreo.

Ahorrar energía es imprescindible para esta rapaz, por ello, localizar una carroña supone pelearse por una buena ración entre multitud de congéneres hambrientos. Una copiosa comida de hartazón suprema les puede crear problemas para tomar el vuelo. Sin embargo, lograr un buche lleno les garantizará una semana o más de ayuno. Esos días, como el que muestro en la imagen, pueden utilizarlos en este caso para acicalarse, solearse y dormitar el tiempo oportuno.

Las imágenes son el resumen de un día de observación del buitre leonado y su inactividad.

En este enlace, podemos ver las consecuencias cuando se intenta usurpar un nido ajeno:


Arreglo del plumaje.

Encarando el suave sol del atardecer y amodorrándose.

Cambio de lugar.



Otro momento para una cabezada más. 
En tierra, el ahorro de energía es más eficiente. 

jueves, 5 de noviembre de 2020

Aires de grandeza



Son las 10´06 horas y tengo enfrente a un águila real Aquila chrysaetos joven del año sobrevolando la zona de nidificación del águila de Bonelli Aquila fasciata.

Comienza a arreciar el viento por el efecto Bárbara, una borrasca creciente. El viento es templado y los buitres leonados Gyps fulvus se animan a volar. Al águila real parece ocurrirle lo mismo. Es tan fácil y cómodo sostenerse en el vacío que, su vuelo se impregna de habilidad extraordinaria. Sin esfuerzo.

Persigue a los buitres en su órbita haciéndolos acelerar en su calmado planeo. Aboca, además, al resto de necrófagos que reposan plácidamente, obligándolos a reanudar un vuelo inapetente y forzado.
Sube, baja, quiebra entre los verticales farallones, fija objetivos a los que amagar ataques, incluso, prende una rama del pino con sus garras tirando de ella sin arrancarla.

Así, ha estado la joven águila real durante un buen rato deleitándome con su pericia aérea. Estábamos tan a gusto, ella dibujando sus piruetas y yo observándola que, temía la aparición de la pareja de águilas de Bonelli.

20/octubre/2020 Cañón del río Mesa.

  







lunes, 2 de noviembre de 2020

Águila de Bonelli vs alimoche



Con el hilo de la anterior entrada, intentando ver cómo el alimoche Neoprhon percnopterus exploraba su nuevo cortado de cría encontrando otras oquedades oportunas; consideré dos. En el año actual, la rapaz carroñera tuvo dos pollos y la irascible águila de Bonelli Aquila fasciata uno.

La órbita del alimoche se solapa con la territorial del águila de Bonelli y, esta causa, provoca ciertos enfrentamientos. 

Ese día, embelesado con los planeos y recortes del pequeño buitre, lo seguía atento durante la prospección metódica realizada a media altura de las moles verticales calizas. Cómo me gusta el desparpajo con el que se posa en los nidos de los buitres leonados Gyps fulvus en busca de alguna ocasión. Los grandes leonados lo reciben estirando sus cuellos para defender su nido.

Volaba el necrófago como una hoja otoñal colgada de una brisa soportable, ajeno a mi mirada. Y, en décimas de segundo, la velocidad del alimoche se multiplicó considerablemente. Un pequeño margen de tiempo me dio la oportunidad de prender la cámara para constatar el duelo aéreo de estas dos medianas rapaces tan maniobreras.

Quizá estemos demasiado acostumbrados a los planeos estáticos de los alimoches, sin embargo, verlos en acción desvela su impresionante capacidad de desmarque. En este ataque repentino del águila de Bonelli, logra salir exitoso del lance. No le resulta muy complicado esquivar, de igual modo, a diferentes rapaces que osen atacar su silueta blanquinegra.

6/junio/2020 Cañón del río Mesa







Alimoche y águila de Bonelli compartiendo columna térmica en el espacio aéreo neutral. 


jueves, 29 de octubre de 2020

Bajo el peso del gavilán



El poder físico del águila de Bonelli Aquila fasciata había relegado al alimoche Neophron percnopterus a otro farallón donde ubicar su nido. 
Entre el bosque montaraz de pino carrasco Pinus halepensis, bajo sus afiladas copas, seguía los pasos de estos necrófagos que consolidaban su lugar de cría para evitar los encontronazos con la irascible rapaz de pecho blanco.

Con la tarde avanzada, mi atención se centró en la maraña acicular de los pinos.  Fueron cayendo del cielo tardío, espaciadamente, multitud de zorzales Turdus philomelos en peregrinación prenupcial, cubriéndose entre las ramas bajas y retorcidas de los pinos. Amparados por las copas de las altivas píceas podía sentir desde mi escondite el desconcierto y semblante temeroso de estas aves migradoras, tratando de escapar de la rapaz mas perseverante de la fronda boscosa. El gavilán Accipiter nisus pendía del espacio, soberbio, amenazante…

El peligro pasó cuando el más despistado erró en su estrategia defensiva.

Cañón del río Mesa, Zaragoza 12/03/2020



martes, 27 de octubre de 2020

Últimos pasos de vencejo real

 

Su estrepitoso reclamo los delata, aunque su vuelo fluya a gran altura. Escuché entre el angosto desfiladero del río Mesa zaragozano, multiplicarse sus voces. Dentro del otoño, al paso del nutrido grupo de vencejos reales Tachymarptis melva tuve la sensación de volver al inicio de la primavera, la primavera que nos robó la pandemia.
 
A gran altura es complicado observarlos, pero, se dejan oír con claridad. Pasarán poco a poco los últimos bandos de distribución centroeuropea y, si estamos atentos, gozaremos de su presencia esperando impacientes su próximo regreso.

21/10/2020