Son
las 10´06 horas y tengo enfrente a un águila realAquila chrysaetos
joven del año sobrevolando la zona de nidificación del águila de BonelliAquila
fasciata.
Comienza
a arreciar el viento por el efecto Bárbara, una borrasca creciente. El viento
es templado y los buitres leonadosGyps fulvus se animan a volar. Al
águila real parece ocurrirle lo mismo. Es tan fácil y cómodo sostenerse en el vacío
que, su vuelo se impregna de habilidad extraordinaria. Sin esfuerzo.
Persigue
a los buitres en su órbita haciéndolos acelerar en su calmado planeo. Aboca,
además, al resto de necrófagos que reposan plácidamente, obligándolos a reanudar un
vuelo inapetente y forzado.
Sube,
baja, quiebra entre los verticales farallones, fija objetivos a los que amagar
ataques, incluso, prende una rama del pino con sus garras tirando de ella sin
arrancarla.
Así,
ha estado la joven águila real durante un buen rato deleitándome con su pericia
aérea. Estábamos
tan a gusto, ella dibujando sus piruetas y yo observándola que, temía la
aparición de la pareja de águilas de Bonelli.
Con
el hilo de la anterior entrada, intentando ver cómo el alimocheNeoprhon
percnopterus exploraba su nuevo cortado de cría encontrando otras oquedades
oportunas; consideré dos. En el año actual,
la rapaz carroñera tuvo dos pollos y la irascible águila de BonelliAquila
fasciata uno.
La
órbita del alimoche se solapa con la territorial del águila de Bonelli y, esta causa, provoca
ciertos enfrentamientos.
Ese
día, embelesado con los planeos y recortes del pequeño buitre, lo seguía atento durante la prospección metódica realizada a media altura de las moles verticales calizas. Cómo me
gusta el desparpajo con el que se posa en los nidos de los buitres leonadosGyps fulvus en busca de alguna ocasión. Los grandes leonados lo reciben
estirando sus cuellos para defender su nido.
Volaba
el necrófago como una hoja otoñal colgada de una brisa soportable, ajeno a mi
mirada. Y, en décimas de segundo, la velocidad del alimoche se multiplicó
considerablemente. Un pequeño margen de tiempo me dio la oportunidad de prender
la cámara para constatar el duelo aéreo de estas dos medianas rapaces tan
maniobreras.
Quizá
estemos demasiado acostumbrados a los planeos estáticos de los alimoches,
sin embargo, verlos en acción desvela su impresionante capacidad de desmarque. En
este ataque repentino del águila de Bonelli, logra salir exitoso del lance. No le resulta muy complicado esquivar, de igual modo, a diferentes rapaces que osen atacar su silueta
blanquinegra.
6/junio/2020 Cañón del río Mesa
Alimoche y águila de Bonelli compartiendo columna térmica en el espacio aéreo neutral.
El
poder físico del águila de Bonelli Aquila fasciata había relegado al alimocheNeophron percnopterusa otro farallón donde
ubicar su nido.
Entre el bosque montaraz de pino carrasco Pinus halepensis, bajo sus afiladas copas, seguía los pasos de
estos necrófagos que consolidaban su lugar de cría para evitar los encontronazos
con la irascible rapaz de pecho blanco.
Con
la tarde avanzada, mi atención se centró en la maraña acicular de los pinos. Fueron cayendo del cielo tardío, espaciadamente, multitud de zorzales Turdus philomelos en peregrinación
prenupcial, cubriéndose entre las ramas bajas y retorcidas de los pinos. Amparados
por las copas de las altivas píceas podía sentir desde mi escondite el desconcierto
y semblante temeroso de estas aves migradoras, tratando de escapar de la rapaz
mas perseverante de la fronda boscosa. El gavilán Accipiter nisus pendía del espacio, soberbio,
amenazante…
El
peligro pasó cuando el más despistado erró en su estrategia defensiva.
Su
estrepitoso reclamo los delata, aunque su vuelo fluya a gran altura. Escuché entre el angosto desfiladero del río Mesa zaragozano, multiplicarse sus voces. Dentro
del otoño, al paso del nutrido grupo de vencejos realesTachymarptis melva tuve la
sensación de volver al inicio de la primavera, la primavera que nos robó la
pandemia.
A
gran altura es complicado observarlos, pero, se dejan oír con claridad. Pasarán
poco a poco los últimos bandos de distribución centroeuropea y, si estamos atentos,
gozaremos de su presencia esperando impacientes su próximo regreso.
La
paloma bravía Columba livia es un ave, como su nombre indica, montaraz y
muy brava. Nada tiene que ver esta brava columbiforme con sus homólogas palomas
domésticas o urbanas. Ésta es un ave físicamente más rápida y
de poderoso vuelo, capaz de burlar sobradamente al halcón peregrino Falco
peregrinus, su enemigo más especializado y récord absoluto en velocidad.
Se
ha denostado tanto a estas aves en las ciudades por parte de un sector humano
que, por decirlo de algún modo, su nombre ha sido injustamente despreciado.
En
la repisa bajo el puente sobre el río Mesa aguardaba la paloma. Pensé
en el ataque del halcón peregrino, capaz de mermar en una persecución fugaz
toda su fortaleza. Parecía descansar. Recuperarse.
Estoica,
luchadora con sus fuertes aletazos, trató de zafarse cuando la cogí. Después,
ya no ofreció resistencia. De la zona ventral supuraba una herida con muy mal
aspecto y desagradable olor. La herida, por el motivo que fuese, se había infectado descontroladamente. Desconocía qué pudo ocurrir. Poco importaba.
La
llevé a casa acomodándola en una caja a oscuras. Se tranquilizó. Su mirada cristalina, inalterable, no
reflejaba la agonía mortal tres horas después de su traslado.
20/10/2020
Farallón vertical de caliza donde anidan las palomas bravías junto a las grajillas.
El
hueco del túnel y aliviadero del barranco bajo la carretera es amplio, se puede
transitar sin dificultad. Es un buen punto para ubicar la vídeo-cámara y
comprobar qué criaturas lo utilizan y se aprovechan de él. Hay
una pequeña fisura en lo alto del arqueado techo donde se oculta un murciélago.
Está solo, pero, al parecer, bastante cómodo habitando su morada. Es un
ratonero pardo Myotis emarginatus. Con toda precaución, utilizando una luz
tamizada no muy violenta, hago unas fotos de la especie, pocas para no
agobiarla.
El borde exterior de las orejas presenta una profunda escotadura, característica de Myotis emarginatus.
Su
tamaño es mediano y el peso normal entre 6 y 9 gramos (máx. 15) y una envergadura de
220 a 245 mm. Tiene un pelaje largo, de aspecto lanoso y de un color pardo
rojizo en la zona dorsal, mas claro (pajizo) en la ventral.
Se
distribuye en el centro y sur de Europa, en casi toda la geografía peninsular
española. Especie
termófila, en el norte vive preferentemente en las casas y en el sur de refugia
tanto en construcciones humanas como en cuevas; habita en las llanuras y en las
partes más bajas de las montañas, tanto en lugares con parques, jardines y agua
como en las regiones calizas; en las montañas se le ha observado hasta 1000
metros de altitud. Los
refugios estivales (parideras) se localizan en buhardillas cálidas (36º- 40º C
). Los animales se cuelgan de las viguetasdel techo o del lomo del tejado, en los países del sur de Europa suelen
vivir en cuevas y también galerías subterráneas. Los
refugios hibernales suelen ser cuevas, galerías subterráneas y sótanos; la
temperatura es de 6º- 9º C, pocas veces inferior. Suele colgar de las paredes o
del techo, y pocas veces de las grietas o en grupos. La
hibernación tiene lugar de octubre a marzo/abril. En España dicho periodo de
letargo es más reducido.
Los excrementos bajo el cobijo del ratonero pardo revelan su alimentación exclusiva de invertebrados.
Su
edad máxima reconocida es de 16 años, la media de 2´8 a 3´5 años. Emprende
el vuelo cuando empieza a oscurecer. Caza a 1-5 metros de altura. El vuelo es
ágil y también puede cazar sobre el agua. Se
alimenta principalmente a base de arañas, aunque también algunas veces caza
dípteros, como por ejemplo mosquitos, así como mariposas y orugas. Al parecer,
las presas también pueden ser capturadas en las ramas de los árboles o en el
suelo.
Los opiliones son artrópodos que comparten la oscuridad y tranquilidad de lugares umbríos con los murciélagos. Carecen de veneno y de seda. Se alimentan de otros pequeños animales tanto vivos como muertos.
A pesar de sus patas sensoriales, indicadoras de todo tipo de información y peligro inminente, no le ha servido para nada ante una araña de galería con su tela bien camuflada.
Paso del zorro en el túnel
En
el vídeo se observa a un zorro Vulpes vulpes (posiblemente
una hembra con cachorros) que deposita momentáneamente un micromamífero del
tamaño de un topillo y, lo vuelve a coger. Está receloso.
Cuando lo coge, se acerca a cámara y nota el olor humano por lo que acelera la
marcha.
Otro zorro camina
en dirección contraria. Podemos apreciar un pelaje deficiente.
De
nuevo, la posible progenitora pasa de nuevo, tal vez con un
gazapo entre las fauces. Apenas se aprecia cuando sale
al exterior.
Precavido y protegido por un mar de piedras arrastradas por las riadas, el pequeño ratón de campo Apodemus sylvaticusasoma levemente en un pequeño tramo. Razones tiene, ya que la garduña Martes foina busca para alimentarse protagonistas como él en un descuido.
Fuentes consultadas:
Murciélagos de Europa; Omega, Dietz, kiefer.
Murciélagos de España y Europa; Omega, Wifried Schober, Eckard Grimmberger.
Bueno, es la postura de hacer el pino en los humanos y, la realidad del marcaje oloroso de esta hembra de gineta Genetta
genetta. Desconozco si puede ser una acción específica o, exclusiva de este ejemplar.
No siempre se consigue lo que uno se
propone, pero no por ello, el registro deja de ser menos interesante.
Escogí tres posaderos de los diez
mas utilizados por el búho real en esta zona. Incluso, en uno de ellos, pude
verlo con los prismáticos descansando en el posadero nº1 cuando inspeccionaba
el lugar apropiado donde colocar las cámaras. Al día siguiente, la rapaz no
estaba y pude acometer mi propósito. El resultado de su presencia en las
tarjetas fue negativo.
El segundo plano viene con la sorpresa
de los individuos protagonistas de las escenas. Un mundo de pequeños animales
deambula por todos los rincones del roquedo. Hablo de un farallón de 60 metros
de altura donde pululan estos animales entre repisas mas o menos amplias.
Vemos
en el posadero nº1 del búho real, durante la noche, un ratón de campo Apodemus
sylvaticus habitante habitual de tantos biotopos.
A continuación, el lirón careto Eliomys
quercinus, también escruta esa zona en busca de alimento. En el mimo plano, a
la derecha, muy sigilosa como es ella; asciende la gineta.
Accede al segundo posadero situado a
2 metros de altura del primero y la vemos tratar, con ciertas dificultades
debido a la roca saliente, de apoyarse con sus manos en el suelo (boca abajo) y elevando sus cuartos traseros para
marcar con su glándula perianal en la zona mas alta y posible de la piedra.
En el mismo escenario vemos de nuevo
al lirón careto y al ratón de campo, presas potenciales de la gineta.
Contextualizo este interesante fragmento
sobre la comunicación olfativa de la gineta:
“Otros tipos de marcas olorosas son las ano-urogenitales y las efectuadas
por frotamiento de los costados. Las ano-urogenitales son de dos tipos: la
orina (muy utilizada por los machos) y la secreción de la glándula perianal
(mas usada por las hembras). Normalmente las hembras marcan mas que los machos.
Pero esto se invierte durante el celo y en otros momentos de agresión intraespecífica,
cuando los machos incrementan el número de marcas de todo tipo (orina, heces, y
frotaduras de los flancos), inhibiendo el marcaje en las hembras y en los machos
subordinados.
Las ginetas se reconocen individual y socialmente a través del marcaje
olfativo. Éste permite la discriminación entre familiares y extraños y la
coordinación entre ambos sexos, pudiendo los machos diferenciar a las hembras
preñadas de las receptivas. Posiblemente también se utilice para evitar conflictos
entre individuos del mismo sexo.”
Javier Calzada, Gineta Genetta
genetta (Linnaeus, 1758) Mamíferos de España; Galemys 10 (1).
Concluyo con el tercer posadero del
búho real donde se aprecia ligeramente un cuenco practicado por la rapaz para
descansar. No es de gran calidad la toma de esta cámara, pero, debido a su
pequeño tamaño da mejor resultado en lugares ajustados.
De nuevo, la gineta, nos obsequia con
su peculiar forma de ganar altura para marcar en una zona mas alta de la roca.
El lirón careto y una rata campestre
Rattus rattus cierran el breve reportaje nocturno de este interesante apartado sobre el comportamiento de la gineta que, personalmente, desconocía.
Es sorprendente la de cosas que uno
pude presenciar a través de esta fantástica ventana a la naturaleza en la noche. Dos días después, de nuevo, la gineta marca en el mismo lugar y del mismo modo en el posadero nº 3 del búho real. El audible ronroneo de alarma que se escucha en los vídeos de mala calidad, puede ser provocado por los lirones caretos ante la presencia del vivérrido.