miércoles, 18 de marzo de 2020

Águila de Bonelli ultimando el nido



12 de marzo 2020

Es increíble la ubicación del nido de esta águila en el cañón del río Mesa. No debo dar detalles puesto que la más mínima referencia daría con su emplazamiento fácilmente. 
Me chocó bastante la construcción liviana de escaso aporte leñoso y de una similitud extraordinaria con el anterior. Ambas plataformas apenas asoman de la oquedad elegida y aunque la rapaz accede cómodamente, el interior es bastante ajustado. Un buitre leonado no podría arrebatárselo por superar su cuerpo el tamaño idóneo de entrada.

El lugar que utilizo para su observación es muy seguro y ofrece una panorámica excelente para no perder el mínimo detalle de su comportamiento. Cuando se posa, los sesenta aumentos del telescopio son suficientes para ahondar en los detalles de su morfología. En vuelo, los manejables prismáticos la persiguen en sus fugaces vuelos durante los vaivenes del trabajo cotidiano de la elaboración del nido. 

Son rapaces muy desconfiadas al acceder al nido, de no guardar una distancia (más exagerada que prudente) podría afectar a su conducta reproductora. Durante los dos días, incluso fuera del punto de observación, he visto a la hembra muy ajetreada y sin apenas descanso en su labor constructora para finalizar el forro del cuenco. Lo mas preocupante ha sido no ver al macho en ningún momento. Al día siguiente, incluso con la hembra en el nido (no sé si incubando) la escuchaba con agobio reclamar la presencia de su pareja. La voz, como desesperada, era desconcertante

Llevo viéndolas juntas desde 2015 y apenas se separaban. El año pasado no tardaba el macho en aparecer con alimento para abastecer a su consorte, o simplemente, montar la guardia cerca de ella.
Me queda esta duda, sin embargo, habrá que esperar más adelante.

Arreglándose el plumaje en uno de sus posaderos momentáneos 9´50 h..


Reclamando la presencia de su consorte.


No siempre la blanca pechera del águila de Bonelli es perceptible entre la inmensidad de la roca caliza. 



Cuando parte con una idea fija, sigue firme su propósito batiendo con fuerza sus alas.


Alterna con el pino las ramas frescas de encina.



Equilibrándose sobre la copa de la encina, arranca con el pico una rama de tamaño ideal a sus necesidades, ya en el tramo final de la construcción del nido.


A veces, adornado su vuelo con algún rodeo, rompe la incierta deriva con un quiebro repentino para cambiar de dirección antes de alcanzar la plataforma nidal.
El vuelo del águila de Bonelli puede arrebatar la mirada del observador durante horas. Es la magia del águila mas carismática de nuestra geografía.



domingo, 15 de marzo de 2020

El buitre leonado abandonó y el búho real anidó en otro lugar



(1 febrero 2020)
Emparejados los búhos para el momento mas importante de su ciclo biológico. Probablemente, la elección del futuro nido ya estaba decidida.

Partiendo de la entrada anterior y continuando con la historia del buitre leonado que anidó a la derecha del de búho real a punto de ser ocupado, a día de hoy, he de comunicaros que la obra fue abandonada después de terminada. 
Qué cosas, al final, ni el uno ni el otro. Ninguno de los dos; ni buitre leonado Gyps fulvus ni búho real Bubo bubo anidaron en las cavidades gemelas y contiguas del promontorio rocoso de solana.

El búho real hizo visitas esporádicas a la oquedad del lado izquierdo, mientras el buitre leonado lo hizo en la de la derecha construyendo el nido. Ambas, separadas por un metro y llenas de excrementos de cabra montés pero, a pesar de todo, la rapaz nocturna anidó allí hace dos años. Supongo, que este año hubiera hecho lo mismo de no ser por el inesperado vecino. No gusta mucho al búho real compartir espacio en los cortados con la gregaria masa necrófaga, y menos, tan cercana al nido. He visto buitres anidar cerca del búho real pero, no una colonia que atosigue la tranquilidad del inactivo búho real durante el día.


(23 febrero 2020)
Mas de cien metros me separan de la hembra que incuba. Como siempre, la calidad de la imagen es secundaria al plano seguro de la rapaz nocturna para evitarle molestias. 
Con un tele de 600 mm y ampliación de imagen, se consigue apreciar la tranquilidad del búho real en su nido. 
En el primer día de observación, como es habitual, la rapaz me presta algo mas de atención. La distancia, es el mejor sistema para conseguir secuencias naturales de su comportamiento.

Es extraño que, el presente año en este lugar idóneo para la cría del buitre leonado, no haya hecho efecto su decisión de anidar. El año pasado hubo tres nidos, con el correspondiente dormidero de mas ejemplares en una gran repisa arbustiva sobre ellos.
Ahora, lo importante es ver a la hembra de búho real en la ajustada cavidad utilizada años atrás, para que con la tranquilidad necesaria, pueda sacar adelante a sus vástagos. 
Hoy se apreciaba con detalle el verdor de la entrada al nido, todo lo contrario al pasado año en el que cabras y buitres erosionaron esta repisa con tanto trasiego.


(7 marzo 2020) 
Desde el mismo punto de observación de hace dos semanas y el mismo de la última vez que crió, la hembra de búho real ya no me presta tanta atención. Tan sólo me mira brevemente al cambiar el telescopio por la cámara o por la toma de anotaciones.
Con 60 aumentos de telescopio bien merece la pena observar a la rapaz para no causarle recelo y poder disfrutar de todas su inquietudes.
En la foto estuvo muy atenta durante todo el seguimiento al mismo punto como ofrece la imagen.


(14 marzo 2020) 
Sé que en la observación de un nido de búho real poco se puede añadir. Como se puede apreciar, la postura de incubación sigue siendo la misma y, en la fotografía inferior, la rapaz mira al observador y al cerro de enfrente alternativamente. Así durante dos horas, tan sólo rota su monotonía por el trasiego de las chovas piquirrojas Pyrrhocorax pyrrhocorax preparando el nido y, las palomas bravías Columba livia.


Está más parapetada en su oquedad nido que la semana pasada. 
Este día escucho cada dos o tres minutos el estallido de los cañones de ruido para espantar pájaros. El búho real ya no se inmuta.
Al acercarme al observatorio me he topado con un montículo de cenizas que todavía deprendía calor. El día anterior los dueños de los almendros debieron de quemar los restos de la poda a unos 60 metros del nido. Desconozco la reacción de la rapaz pero, después del paso de 113 personas de romería hace dos años, creo que lo admite todo. 
El búho real se aferra a su eficiente plumaje críptico del que depende su seguridad.

El águila real sobrevuela este barranco habitualmente, puesto que forma parte de su amplio territorio.
Por desgracia para los búhos afincados aquí también, su inexperta descendencia suele ser víctima de sus garras, implacables en sus repentinos ataques.
Cuando veo a veces a los adultos en sus posaderos  y su expresión facial comienza a desencajarse, desorbitándose los ojos y erizándose el dorso, no tengo la menor duda del paso prospector del águila real por la zona.


Desde el camino del barranco, la vista es ésta.
Sólo un punto concreto de observación accede a la cavidad de la rapaz que incuba. 

Enlace del mismo nido utilizado unos años antes y sus consecuencias.

https://lanaturalezaquenosqueda.blogspot.com/2015/08/otro-nido-de-buho-real-bubo-bubo.html


domingo, 9 de febrero de 2020

Buitre leonado aporta el primer palo al nuevo nido




He dejado que la historia de esta entrada terminara de hacerse, sin embargo, nada es definitivo.
Lleva tantos años el búho real Bubo bubo anidando en esta misma oquedad que resulta desalentador ver como otros animales la ocupan. En la naturaleza se defiende el territorio ante otros congéneres, pero el lugar habitable no tiene papeles, aunque pese al observador; es ley de vida. Las especies lo asumen estoicamente.

Sé que la rapaz nocturna revisa los nidos durante casi todo el año. Cuando miré la tierra del cuenco tras haberla alisado con las manos, pude comprobar dicha actividad (también la de otros merodeadores que se descubren con vídeo-trampeo).
Quería comprobar si las cabras abordaban el altillo nidal de la rapaz nocturna para saber si pudiera existir otra ubicación diferente que el búho real utilizara al serle arrebatado. Visitar el nido fuera del periodo de cría no implica ninguna molestia, ya que, fuera de ella, no tiene interés para la rapaz. No importa la de veces que el búho real visite el nido, parece que al final, cerca del período reproductor, es cuando la hembra se decide por uno u otro.

El receptor de imágenes estuvo unos días en la oquedad y, al recogerlo, no vi indicios de nada en particular. Todo cambió al descargarlas en el ordenador. Me impactó el privilegio de observar por primera vez cómo comienza el planteamiento de un nido nuevo el buitre leonado Gyps fulvus
21 diciembre 2020.


                                        


En la cámara exterior (modo fototrampeo) antes del vídeo, se fraguaba la consolidación de la pareja con una cópula (de otras tantas a lo largo del año). 
Todas las fotografías de la pareja de buitre leonado son anteriores al vídeo.



El ajustado fondo de la entrada, hacía difícil un encuadre mas espacioso. Sin embargo, se aprecia uno de los dedos del macho encima del dorso de la hembra mientras copulan.

Después de la cópula, un momento de distensión hasta reaccionar de nuevo con los preparativos para el nido. 


La cámara congela el momento en que la hembra prende el palito con el pico que dejará en el interior de la ajustada oquedad según se aprecia en el vídeo.


Un par de semanas después el cúmulo de leña gruesa que conforma la plataforma ya está construido. Sólo falta el forro mas suave para el cuenco.


Desde abajo, observo el nido del buitre leonado (a la izquierda está el del búho real). Han pasado cuatro semanas. No veo ningún avance en el mismo y, sospecho que lo han abandonado por causas desconocidas. 
Tal vez, los buitres no aguanten la presión de los vehículos que transitan por el camino adyacente. También, existe la posibilidad de molestia de la rama de higuera que sobresale sobre el nido, imposible de arrancar por los carroñeros.

Hace dos años, el búho real crió en la oquedad contigua que hay a la izquierda. Aquel año, la hembra y los pollos estaban ocultos entre el murete de las dos oquedades mientras contaba desde mi observatorio el desfile de romería de 113 personas por el camino. Dudo que el buitre lo hubiera soportado.

1 de febrero del presente año. La pareja de búho real se ha reunido en el posadero del macho frente al lugar de cría. Es posible que ambas rapaces hayan visto la eficacia constructora de sus vecinos los buitres leonados y, su posterior abandono. Por lo visto, puede que estén de suerte (lo sabremos para marzo) y ocupen la susodicha oquedad en la que, si es elegida por la hembra, podremos asistir a otro periodo reproductor de esta portentosa rapaz de la noche. 
Veremos el desenlace final de cría de esta pareja, tan presionada por buitres y cabras monteses en toda su cortadura principal.

jueves, 23 de enero de 2020

El circuito del colirrojo tizón




Las abruptas murallas calizas, muelas y collados ibéricos quedan sumidas en un paréntesis invernal complicado, de soledad, en parte, abordado por la escapada temporal de los colirrojos. Los invertebrados se protegen del rigor invernal utilizando sus mejores estrategias de diapausa, refugiándose entre los recovecos mas inaccesibles. Esto obliga al tizón a buscar suerte en altitudes mas bajas donde sus potenciales presas estén mas confiadas por la alternancia de días mas benignos. 


Hembra de colirrojo tizón Phoenicurus ochuros durante su ruta típica de campeo.



Desde cualquier lugar urbano, se le puede ver actuar sobre una atalaya suficientemente elevada del suelo. Allí, monta la guardia avizorando el terreno en busca del movimiento de invertebrados. Tiene varios puntos de ataque para sorprenderlos que visita repetidamente. Alguna vez se han posado sobre el capó del coche y el espejo retrovisor. Así son ellos, utilizando con interés los oteaderos mas prácticos y productivos.





Hay personas como Marta, amante de la fauna del lugar cuyos inviernos no son tan monótonos, que es muy atenta con los pájaros. Tiene la amable costumbre de contentar a estos alegres vecinos temporales aportándoles alimento en un plato para que superen los días mas difíciles. Y los colirrojos, en efecto, le responden dando buena cuenta de un manjar resolutivo para esta complicada estación. La acompañan con su presencia vivaz de un modo incomprensible para muchos, pero, que recrea y entusiasma a quienes ejercen estos desinteresados detalles con las aves cercanas.










sábado, 11 de enero de 2020

Cogujada montesina




Cómo ha cambiado todo en el medio rural. No digo que lo haya hecho para mal, sino todo lo contrario. Se aprecian comodidades desconocidas en aquellos años, tan severos por la carestía alimentaria y rectitud política. Uno no termina de olvidar ciertas vivencias de antaño, sobre todo, por la sencillez de vida y la combinación de amabilidad y apoyo entre la gente de los pueblos.
Me viene a la memoria el trabajo tan agotador ejercido por los agricultores que segaban con los únicos aperos disponibles; la hoz y la guadaña (apenas había tractores). La hoz castigaba mucho la zona lumbar por las horas transcurridas con la misma postura, arqueada para cortar con la afilada hoja la base de las cañas de cereal. La guadaña era algo más cómoda y permitía hacerlo erguido, con un movimiento semicircular de izquierda a derecha. Ambas opciones estaban acompañadas de horas de sol aplomador. De sol a sol en una paramera donde la sombra era inexistente, salvo en el interior de las construcciones de piedra donde se guardaba la mies, pero, que se convertía en un horno igualmente. Las mujeres también estaban allí, al pie del cañón y al ritmo laboral establecido.





Recuerdo del mismo modo a los gorriones en el pueblo, tanto, como la compañía descarada de las cogujadas en el campo. Tenían una cresta muy graciosa y eran muy atrevidas correteando por los labrantíos y ribazos, además de posarse en los muros de piedra entre pajares. No sabía si eran montesinas o comunes pero, me resultaban curiosas por el plumaje mimético y el copete eréctil. Unas veces correteaban y otras emprendían vuelos de exhibición con cantos aéreos mostrando una fortaleza inusual. En sus carreras sobre las eras donde se trillaba, parecía que se desplazaban sobre ruedas. Apenas se apreciaban las patas por la velocidad de las zancadas cuando corrían en estos espacios llanos. La búsqueda de invertebrados era para ellas un correcalles, sobre todo durante la cría de sus pollos.
Así las recuerdo. 





Hoy los pajares y corrales antiguos cayeron en desuso. Algunos se restauraron como buenamente se pudo y, otros, se hicieron nuevos. Aquellos vencidos por el abandono y el paso del tiempo, atestiguan con la desesperación de sus ruinas la dureza del campo vivida por pastores y agricultores en años muy difíciles.