jueves, 29 de agosto de 2019

Cantadero de búho real



El protagonista de esta entrada es este búho real Bubo b. hipanus, cuyo posadero utiliza para el fin descrito a continuación.

Un puesto de mucha utilidad en esta especie es el cantadero. Desde este punto, el macho ululando, tratará de atraer a la hembra obsequiándola con parte de una presa convenientemente limpia para proceder a la cópula si es el momento oportuno. La hembra contesta y, habitualmente, es el macho el que acude a su encuentro. 
El macho ulula desde un lugar con buen eco para amplificar su voz y expandirla en rededor girando la cabeza a los lados, dejándose ver además, mediante su mechón gutural blanco tanto para ofrendar a la hembra como para advertir a otros machos de la propiedad del territorio. 
Cuando ha empezado la cría, el macho es muy cauteloso durante el aporte de alimento al nido y ulula algo mas apartado de éste emplazamiento (evidentemente, según mis observaciones personales).

Posadero estratégico sobre un altozano calizo que abarca ambos lados del barranco. Aumenta la efectividad de su voz, potenciándola y distribuyéndola en ambas direcciones.
Presa del momento: paloma bravía Columba livia, 23 febrero 2018

Mechón de conejo de la presa preparada en su día. Puede que hubiera algunos mas finos que el viento haya eliminado.
Presa del momento: conejo Oryctolagus cuniculus, 22 diciembre 2018


Recién llegada de sus cuarteles de invierno, esta codorniz, exhausta por el viaje, tuvo la mala suerte de cruzarse con el Gran Duque en campo abierto. Por la fecha, fácilmente serviría para alimentar a la hembra que incubaría en el nido.
Presa del momento: codorniz Coturnix coturnix, 10 febrero 2019


Otro escenario con los restos de mechones de conejo. Otra presa preparada para aportar a la hembra, probablemente incubando en el nido.
Presa del momento: conejo Oryctolagus cuniculus, 16 febrero 2019


El mismo escenario completamente agostado con los calores estivales y sin uso aparente por parte del macho de búho real.
27 agosto 2019




domingo, 11 de agosto de 2019

Encame de búho real (Bubo b. hispanus)



Hembra de búho real encamada.

Lo primero en llamar mi atención son los plumones de la rapaz nocturna rodeando el cuenco donde reposó. 
Imagino, mirando atentamente y acopiando en mi mente los detalles observados, cada paso del búho real llegando a este punto de descanso. Su vuelo silencioso pero lleno de turbulencias al aterrizar, provocando una leve nube de polvo en suspensión que acabará posándose plácidamente sobre las piedras del suelo. Y, la rapaz, girándose con sus pupilas dilatadas para asegurarse del inexistente peligro antes de tumbarse sosegadamente. La imagino poderosa en su feudo, atravesando la noche con su mirada, desvelando cualquier imprevisto para salvaguardar su descanso. 

Los encames de esta gran rapaz nocturna (donde a veces no hay restos) no son tan fáciles de hallar como los posaderos o nidos. En estos espacios de descanso reposan tumbadas, y no precisamente durante el día, también por la noche si ésta se presenta laboriosa y larga. 
En los encames, el búho real se echa sobre el sustrato cómodamente, como si estuviera incubando. Sin embargo en los posaderos habituales, durante el día la rapaz reposa siempre de pie dejando excrementos y egagrópilas de su larga estancia con mas frecuencia que en los encames. Ninguna de las dos ubicaciones albergará restos desgarrados de presas, etc., labor ejercida en otros puntos adecuados para ello. 




Encame de búho real. Se observan plumones ventrales alrededor del polvoriento cuenco y huellas de los lóbulos plantares de sus garras.


viernes, 9 de agosto de 2019

Pollo muerto de alimoche



Alimoche adulto Neophron percnopterus.

Cada vez que acudo a algún lugar para interesarme por la evolución de determinadas especies, me encuentro con alguna sorpresa. En este caso, veo que la planicie de campos de labor y zonas montaraces han sido ocupadas por los postes férreos de los aerogeneradores, invasores de los pocos espacios naturales que van quedando. Está el Gobierno de Aragón empeñado en convertir esta noble tierra en un polígono industrial eólico. Molinacos que surgen como setas.

Cerca de estos imponentes mamotretos de la planicie del Borón existe un pintoresco barranco situado dentro del Parque Cultural del Río Martín, donde acudí precisamente, para interesarme por la evolución del pollo de alimoche.
Siguiendo el tramo del cauce del barranco quedan atrás las jaulas que protegen de cretinos las pinturas rupestres del lugar, que antes de ser protegidas, ya intentaron arrancarlas. La zona es de tránsito senderista y el cortado no está lejos del camino. El nido de alimoche está bastante disimulado y es profundo, lo cual le da al oscuro pollo un plus de mimetismo en la oscuridad.

Por desgracia, esta vez no habrá pollo camuflado en el nido, un montón de plumas en la base del farallón constataba la muerte prematura del infortunado vástago. Podría tener entre 45 o 50 días de edad.





Alejado de la zona del nido veo al adulto con material en el pico, y posteriormente de vuelta, sin nada. Con la posibilidad de que pudiera haber otro pollo en el nido (raro pero no imposible) me sitúo en un lugar adecuado, comprobando con el telescopio que está vacío. El adulto, seguramente, no ha hecho otra cosa que seguir aportando material al nido.



Un mal día para la recuperación de una especie catalogada como vulnerable en Aragón y, cada vez, de población mas reducida. 

4 agosto 2019, Parque Cultural del río Martín.




miércoles, 7 de agosto de 2019

Un cormorán en el lago de Termas Pallarés




El sábado pasado 3 de agosto, necesitaba un poco de relax y, nada mejor que mi lago favorito en Alhama de Aragón (Zaragoza). Un lago termal cuyas aguas emanan a una temperatura de 32 grados, manteniéndose a 28º y renovándose cada 32 horas. Aguas bicarbonatadas cálcicas, litínico-magnéticas, variedad nitrogenadas y arsenicales, radioactivas. Oligometálicas. 
Indicadas para reumatismo articular y muscular; pseudo-reumatismos; catarros bronquiales y faringo-laríngeos,; ciática y neuralgias diversas.
Casi nada...pero, sale uno como nuevo del líquido elemento. Es un buen lugar para recomendar, así que, ya sabéis ¡animaos! Edad ilimitada.


El joven cormorán dedicaba gran parte del tiempo al arreglo y mantenimiento de su plumaje. Siempre, rodeado de gente.



Cuando superaba la pasarela de acceso al recinto alfombrado de verde húmedo, veo la silueta inconfundible del cormorán Phalacrocorax carbo. Un cormorán joven acicalándose. Todavía no hay mucha gente en el lago, sin embargo, al pasar a su lado, el ave ni se inmuta. Él es de allí, o por lo menos, pasará unos días en las cálidas aguas bien surtidas de peces, esos peces encargados de mordisquear las pieles muertas de los bañistas que, le servirán de alimento. La última vez que estuve, el año pasado, reconozco haber visto una cantidad mayor de peces. El personal encargado me comentó que, desde la aparición del cormorán en el lugar, su número había descendido notablemente. 



El lago se va llenando de gente (no se satura) y lo miran, pensando que es un raro pato por lo dócil de su comportamiento.
Pregunto al encargado si tal vez el ave pueda estar herida, éste se acerca y el cormorán viendo su espacio de seguridad invadido se lanza al agua. No, no está herido y, nada y bucea con total normalidad. Buceo a su lado y apenas puedo ver como se aleja con sus palmeadas patas batiendo el agua a toda velocidad mientras una espesa nube de lodo revolviéndose a su paso niebla mi visión.
La naturaleza sigue envolviéndome con la morfología asombrosa de sus criaturas.

A la salida del agua, una camisa desechada de culebra de agua Natrix maura (piel vieja, renovada regularmente). No es rara la presencia de estos ofidios debido a la abundancia de peces de los que se alimenta en el lago.
Para los que tenéis aprensión a las culebras, éstas desaparecen del escenario cuando la gente está en el agua. Por lo tanto, no tendréis la ocasión de toparos con ellas.
De todos modos, dudo que tras la aparición del cormorán, siga existiendo el ofidio de la vieja camisa.
Lo dicho, un lugar especial lleno de naturaleza y relax. 


lunes, 8 de julio de 2019

La templanza del joven autillo




Son tan habituales los nidos de golondrina común Hirundo rustica en las construcciones humanas que, al ver una pareja de ellas adentrándose en una vieja cueva forrada de cantos rodados, me picó la curiosidad por ver la obra nidal de estas aves adherida a la piedra. Muchos años lleva esta zona en deshuso tratándose de una antigua explotación para extraer grava, antaño, tan habitual.



Mi sorpresa salta al ver, como si fuera una gárgola en un extremo de la entrada, a un joven autillo Otus scops que aguanta con valentía mi presencia, controlándome bien templado a través de la discreta abertura de sus párpados. No ha elegido madera para sacarle partido, ni siquiera un árbol a cien metros a la redonda con el que camuflarse. El joven, bien disciplinado, aguanta el tipo convertido en un pequeño fragmento más de hormigón. A dos metros de él, desando los pasos temeroso de romper su firmeza. Desde una prudente distancia, hago las fotos testimoniales al ave, aparentemente, menos tensa. 
Allí se queda el guardián de la caverna y, si logra esa tranquilidad necesaria, seguirá con su empeño hasta emprender, por primera vez, un viaje migratorio transahariano en compañía de multitud de congéneres con los que pasar el invierno. 

7 de Julio de 2019 


Frente a su posadero se extienden unas nutridas tablas de cultivo y ribazos donde capturar todo tipo de presas, sobre todo, insectos.



domingo, 7 de julio de 2019

Jóvenes ratoneros.




El ratonero Buteo buteo es una rapaz conocida, y por fortuna, habitual; siempre  atractiva para el observador.
Es la rapaz eterna sobre el altillo de tantos maderos telefónicos al pie de las carreteras españolas. Paciente hasta aburrir al sol y a la prudencia de sus presas. Tal vez, el ser vivo que mas horas de sombra hace al día. También es el perdedor sistemático en las broncas con milanos negros y otras aves de su entorno.





Gimotea rodeado de urracas mientras defiende una rata de tamaño medio que pretende merendarse sobre las ramas deshojadas de un manzano en el hortal. Otro ratonero trata de disputarle su presa, sin quitar el ojo a la urraca que tira de la cola del roedor desde abajo buscando el anonimato entre tanto revuelo blanquinegro. 


Un ratonero defiende ante una corneja negra Corvus corone la captura de un topillo.



El ratonero siempre está sujeto a las provocaciones de los córvidos, como si vieran en él, su motivación mas representativa para el arte de hostigar.
Este Quijote de las rapaces, tiene muchos enemigos, que no dudarán en aprovechar la inocencia de los jóvenes para atacarlos. A un confiado ratonero que volaba a la altura de un águila de Bonelli Aquila fasciata le costó la vida por un descuido; desconocía su peligrosidad. Aunque poco común, es una presa notable en los nidos del búho real Bubo b. hispanus.  


Ratonero adulto, y progenitor. 


Ratonero joven del año. 

Hace un par de años, un joven ratonero del año murió de inanición según me informaron en el centro de recuperación donde lo llevé. No salía de mi asombro. Sin embargo, no debe de ser algo tan inusual en la naturaleza, sobre todo, si alguno de los progenitores es abatido o muerto por cualquier circunstancia. 

Observando la semana pasada a la más mítica rapaz de los postes, celebré gratamente la pesadez de dos jóvenes de este año reclamando a su progenitora la ayuda pertinente para seguir adelante.
Sólo falta que sus dotes como futuros cazadores no fallen, y puedan ocupar como siempre, esas atalayas de madera que realzan su quietud y perseverancia.


Aparte del aplomado sol, también soporta estoicamente la empapadora niebla llorona del invierno.


jueves, 27 de junio de 2019

Un nido con dos jóvenes buitres leonados (no eran hermanos)




Todas las mañanas, los buitres leonados repiten el mismo ritual en las rocosas cortaduras fluviales ibéricas. Cada lugar tiene su espacio dedicado al soleado matinal. Si es en invierno, ayuda a desentumecer el cuerpo helado por las bajas temperaturas nocturnas. Cómo acuden los pesados necrófagos anochecidos en la umbría húmeda hacia el sol revitalizador, aunque tengan que llegar hasta él mediante potentes aletazos sin el apoyo del viento.
En el cañón del río Mesa, existe un gran punto de concentración que observo desde mi ventana en el pueblo. Desde allí veo como la vieja cresta, resquebrajada su roca, alberga gran cantidad de buitres leonados acudiendo cada mañana a coger el mejor sitio. Los mas poderosos no piden permiso, simplemente, desalojan al que ocupa el puesto predilecto. Algunos lo batallan y, aún así, lo pierden.

Solárium estacional donde esporádicamente acuden estos necrófagos.

Al margen de éstos espacios de reunión, existen otros periódicos, en los que las rapaces se encaprichan del lugar y se establecen cómodamente. El problema aflora cuando en el susodicho lugar hay enclavado un nido. Con exhaustiva vigilancia, la pareja establecida en él ahuyenta a los congéneres del perímetro; algunos se apartan y, a veces, se van. Sin embargo, vienen más atraídos por el grupo, desconocedores de la propiedad nidal. Esto acarrea en los progenitores un desgaste generado por estrés, dada la presencia continuada de otros buitres reunidos en sociedad.

En este emplazamiento el sol está de más. Apenas un estilizado arbusto da sombra para cinco buitres en un día de calor exagerado.

Observación de campo:

13´00 a 13´15 horas, 22 de agosto de 2007 Barranco del Mortero (Teruel)

Hay una gran cueva que llama mi atención antes de la bifurcación del final del barranco, contando como principio, un corral de ganado ovino en lo alto del mismo. En su interior veo un solitario joven de buitre leonado Gyps fulvus completamente emplumado cuando son las 10´00 horas de la mañana.
A la vuelta del trayecto prospector de los posaderos de búho real Bubo bubo, y otras aves, descubro la misma covacha ocupada por 10 ejemplares de buitre leonado posados en su interior, pero, en una repisa o grada algo superior del nido de la pareja regente de esta parcela.
El progenitor del joven no permite que otros congéneres se acerquen a los límites establecidos donde se ubica el nido, expulsándolos amenazadoramente; cuello estirado y plumaje dorsal erizado.


En los buitres, a pesar de ser una especie tan estudiada, todavía quedan sorpresas por descubrir acerca de su conducta social.

Lo curioso del caso es observar a otro ejemplar joven algo mas desarrollado, pidiendo con insistencia a la vez que el verdadero descendiente, ser cebado. El adulto accede a alimentarlo regurgitando algo de contenido, sin embargo, no parece estar satisfecho e insiste, a lo que el adulto presionado por la codicia del menor opta por propinarle un picotazo, dando por finalizado el acto solidario que ejercía sobre él. El joven, a continuación, se aparta rápidamente hasta el extremo derecho de la cueva y posteriormente asciende junto al resto de adultos al fondo y extremo izquierdo. El vástago se posiciona en el lugar original del nido y, aunque pide alimento, la ceba ha concluido retirándose el progenitor al extremo izquierdo de la repisa de cría a reposar sin dejar de montar la guardia.





El joven intruso al cabo de varios minutos, emprende el vuelo hacia el lado derecho donde a unos 60 metros horizontales se encuentra la ubicación de su verdadero nido.
He quedado completamente perplejo ante la conducta picaresca del joven y el acto solidario del adulto. Increíble, de todos modos, el comportamiento de este ejemplar.
La enorme sonrisa de satisfacción dibujada en mi rostro ante la presencia de un nido de buitre leonado con dos pollos, como gran exclusiva, se desvaneció al regresar el joven a su morada de origen. 



Joven buitre leonado del año en vuelo.



De todos modos, una reseña hallada en el libro Los Buitres Ibéricos de José Antonio Donázar desvela un hecho similar en otra especie de buitre. Añadiendo esta observación, se aporta otra versión de cierto paralelismo. La conclusión hipotética de este hecho, depende del punto de vista de cada cual. 

"No se conocen casos de existencia de dos pollos volantones en el mismo nido. Sin embargo, este hecho puede presentarse excepcionalmente; Vernon y Piper (1986) observan dos pollos de buitre de El Cabo Gyps coprotheres en el mismo nido, descartando, quizá de forma apresurada, que se trate de parasitismo intraespecífico. La frecuencia de las puestas de dos huevos parece ser muy baja o nula".

Sobre hallazgos de nidos de buitre leonado con dos huevos:

https://sebulcor.com/2019/02/otro-nido-de-buitre-leonado-con-dos.html





Adulto de buitre leonado en lo alto de una aguja pétrea mientras unos recentales de cabra montés deambulan a sus pies.