domingo, 14 de octubre de 2018

Vencejo real (Tachymarptis melba): segadores del aire




Es el vencejo de mayor tamaño, su poderosa morfología de vuelo le permite recorrer entre 600 y 1000 km diariamente para cubrir sus necesidades fisiológicas. 
El vencejo real es mas veloz que sus parientes, sin embargo, no presenta tantas horas de vuelo como el común que es mucho más aéreo y asciende a gran altura para dormir en amplios círculos; el real pernocta mas en grietas, sobre todo, si el tiempo es inestable. Precisamente, la meteorología adversa puede hacer que los vencejos abandonen la región que habitan ausentándose unos días, realizando las conocidas como "fugas de tempero". En los vencejos reales los desplazamientos no tienen la amplitud de los ejecutados por otros vencejos como el común Apus apus.



En los atardeceres cálidos del estío en el cañón del río Mesa, una amalgama de estos velocistas del aire patrullan el cielo sin descanso, alimentándose de insectos voladores. Según la publicación de "Aves de Europa de Peter Hayman y Philip Burton parece que pueden seleccionar a los zánganos sin aguijón del resto de abejas.
Tienen una excelente maniobrabilidad, incluso, volando agrupados. Una sincronización tan apabullante que al girar súbitamente al unísono, casi en ángulo, retumba el recio zumbido provocado por tal acción. Ni siquiera los halcones son capaces de ejecutar un quiebro tan cerrado.



Les gusta anidar dentro de fisuras en pórticos rocosos que ofrecen un buen cobijo frente a las inclemencias atmosféricas. Allí su vigoroso trino se combina con la algarabía reinante del roquedo. Durante sus vuelos de exhibición los grupos planean silenciosamente en torno a los nidos, y al alejarse, desatan sus voces estridentes en coros, como si se tratara de una explosión de júbilo.

Comparación entre el vencejo real Tachymarptis melba y el avión común Delichon urbicum; aves que comparten los roquedos.


Hace unos años, trabajando en un pueblo de Huesca un 16 de octubre, alcé la mirada hacia el espacio celeste espoleado por la voz lejana de un bando de vencejos reales. A medida que se acercaban, sus estridentes cantos se hacían mas contundentes. Una enorme nube de estos apódidos cubría buena parte del cielo, habría cabida para ejemplares provenientes de la cadena montañosa pirenaica y ejemplares extraibéricos.

De forma escalonada, la migración postnupcial del vencejo real se registra a partir de septiembre, prolongándose hasta noviembre. 


Me llamó mucho la atención el desplazamiento lento y revuelto como en semicírculos de estas aves durante su avance migratorio. Era comprensible si tenían que alimentarse durante días en los que el tiempo se irá haciendo mas frío y los insectos tenderán a escasear. Por este motivo, podría entender que, según el estudio del equipo de Félix Lietchi del Instituto Ornitológico de Suiza, después de capturar seis ejemplares de vencejo real a los que colocaron unos receptores al dorso y, tras su posterior recuperación, descubrieran la gran hazaña de estos portentosos voladores. Los resultados recogidos confirmaban que estas aves en su desplazamiento desde Africa Occidental hasta Europa habían recorrido una distancia de 2000 km en 200 días sin dejar de volar.

Su singladura variaría en el recorrido diario dependiendo del frente atmosférico, sin embargo, para economizar el vuelo las prisas, seguramente, no beneficien en absoluto cuando alimentarse y descansar demoran el trayecto. Es probable también, que durante los días mas fríos sin la atmósfera llena de insectos voladores las aves puedan avanzar mas; pero, con días mas calurosos éstas podrían  ralentizar el vuelo para dedicar mas tiempo a alimentarse y recuperarse de los días malos. 
¿Cómo hacen los vencejos para alimentarse de insectos durante su singladura migratoria a tanta altura? Por fortuna hay estudios que abarcan el comportamiento biológico de muchas especies entre ellas el de los insectos, para prevención de plagas. 

"Según un estudio del Instituto para al Investigación de las Cosechas Cultivables IACR publicado en la revista británica WorldScicntific, los insectos vuelan mas y a mayor altura de lo que se pensaba. Utilizando un radar vertical, que detecta la presencia de insectos entre 150 y 1200 metros de altura, se ha constatado que hasta los 800 metros se localizan tantos insectos como los que vuelan al ras del suelo. La investigación mostró que durante un día cálido el radar puede detectar unos 5000 insectos de tamaño normal y grande, y se calcula que también podrían hallarse otros tantos de tamaño mas pequeño. En sus habituales vuelos migratorios algunas especies pueden alcanzar alturas superiores a los 5000 metros". 

Este abanico de posibilidades ofrece a las aves insectívoras como vencejos y golondrinas oportunidades fiables de alimentación durante sus migraciones en distintas altitudes. 








lunes, 24 de septiembre de 2018

Las dos caras del mochuelo




En lo alto de postes, tejados, promontorios y ruinas el mochuelo Athene noctua monta la guardia. Cada altozano supone un pedestal soberbio para la ilustre nocturna.
No se esconde de los peligros del día, aunque su atención es permanente. Enumerar a sus enemigos sería casi una tarea interminable. Su querencia por las zonas culminantes resulta un tanto contradictoria teniendo en cuenta sus hábitos nocturnos. El mochuelo cuando dormita lo hace complacido. Seguro de algunas aves del entorno, como estorninos negros y gorriones, que avisarán con sus voces de alarma cuando haga aparición cualquier rapaz, sobre todo el fugaz gavilán en vuelo de caza.
Como prácticamente todas las especies, el mochuelo necesita del sol para absorber la vitamina D encargada de metabolizar el calcio (entre otras utilidades del sol). Sin embargo, el sol bien puede tomarse desde un lugar mas seguro sin exponerse tan procazmente.
Los sesteos del mochuelo son breves como los de cualquier rapaz nocturna, y las disputas de gorriones y estorninos, también pueden perturbar su descanso sin tratarse de una señal de peligro inminente.


Fijaos en la escasa diferencia al primer golpe de vista entre la faz del mochuelo (arriba) y la nuca (abajo); da el pego con su "falsa cara". 



Después de tantos aguardos mirando la silueta del mochuelo recortada con descaro en puntos altivos y, conociendo el riesgo de dicha acción, me pregunto si el extraño dibujo de la nuca semeja una falsa cara. Una faz accesoria, de aviso para el cazador de turno mientras nuestro mochuelo está de espaldas, dando a entender a su enemigo que su ataque será en vano al haber sido descubierto. Así, durante los escasos segundos que dura su somnolencia ante la duda engañosa, podrá el mochuelo girar su verdadero rostro y calcular para escabullirse de la muerte a su refugio mas seguro. 


Las mismas imágenes mas ampliadas del mochuelo mirando de frente y...


...de espaldas con su característico dibujo 


La somnolencia al mochuelo en lugares elevados, muy visibles, le genera de vez en cuando algunos sustos. 

Abajo una falsa alarma; los ojos entreabiertos, el plumaje ahuecado y la garra recogida desaparecen en cuestión de milésimas de segundo, adoptando una figura completamente diferente por el estrés de la situación.



Ilustraciones extraídas de la Guía de aves , España, Europa y región mediterránea de Lars Svensson, Killian Mullarney y Dan Zetterström; Ediciones Omega. 

La falsa cara en la nuca es una realidad que no deja indiferentes a los observadores de esta especie. Algunos invertebrados utilizan falsos ojos para intimidar a posibles enemigos. Quizás, la del mochuelo sea otra estrategia similar, tal vez para despistar. 
En fin, todo un enigma...





sábado, 22 de septiembre de 2018

La garza de Porto da Afurada (Portugal)




El puerto oscurece al paso del atardecer. Estos últimos días la niebla adelanta la penumbra, y en la boca del embarcadero, toman forma las pequeñas embarcaciones que regresan de sus labores de pesca. La luminaria los delata entre la neblina a duras penas. Una vez atracadas y amarradas en el muelle, van sacando los pescadores el fruto de numerosas horas de navegación entre los puntos elegidos de pesca.

Las gaviotas aguardan alineadas sobre el canto del muelle un posible menú ofertado por las sobras de algún pescador. Ante la presencia de dos paseantes, todas levantan el vuelo y ya no regresan.
Casi con puntualidad inglesa aparece un gavión al que llevo observando varios días. Rodea en vuelo coronado y batido el cerco de las embarcaciones, y tras la selecta prospección, la gran gaviota se posa sobre la lona azul que cubre una pequeña barca amarrada durante días en el mismo punto. Permanece aislada, anclada al margen de las demás ordenadas en batería. Alrededor de la lona azul, escurren de lo alto hilachos fecales de color blanco. Seguramente, las visitas de sus moradores es desbordante por el lugar estratégico.


  

Gavión atlántico Larus marinus   

Los que conocen al gavión por sus años de mar, saben de su poderío ante las demás gaviotas. Cuando ha de posarse en un punto concreto no le importa que esté ocupado por otras especies de láridos, tan sólo ha de dejarse caer para que el grupo le abra espacio. Si no es suficiente, el gavión lo exige amenazando con el pico. Evidentemente, si hay alimento que disputar, su poderío impera con mas ahínco anulando el orden establecido por las demás, que pasa entonces al fortachón de las gaviotas; la del lomo gris oscuro y ancha de espaldas.
Sin embargo, siempre hay quien rompe esa hegemonía, porque en el puerto hay diversidad de especies, cada una con su genio. Las gradas del muelle dividen dos rampas utilizadas para botar y recoger las barcas que aproximan sus dueños con el remoque tirado por el vehículo para tal fin.
Estas rampas tienen especial interés para otras aves por el distinto nivel de profundidad del agua y, allí, seguramente, muchos peces acuden a alimentarse de restos orgánicos e insectos que se acumulan en la orilla.




Garza real Ardea cinerea

Llega la garza real con nocturnidad. Duda ante mi presencia, pero, es su lugar cotidiano y parece que las cosas allí le van bien, ya que hay carne y pescado. Anteriormente, una rata gris se ha zambullido (he escuchado el chapuzón) y con agilidad ha nadado hasta alcanzar el pantalán flotante. Otra, corretea sobre el hormigón aledaño al agua, en busca de sobras orgánicas humanas.
No hay duda de la variedad alimenticia para la garza real. El ardeido se posa sobre una barca; no es su barca. Deja pasar unos minutos de rigor, parece que tiene prisa y alza el vuelo. Su silueta marca la diferencia entre las demás aves. Su vuelo parsimonioso la lleva hasta la motora que ocupa el gavión al que no intimida; ella sabe que éste desaparecerá en el momento justo de posarse. El gavión, como estaba previsto por la garza, ejecuta una vuelta rigurosa para seleccionar otra opción y se posa en otra embarcación mas alejada y sin tantas deyecciones.
En el puerto todo está en orden, y en las aves, también.
Entre lo moderno y lo tradicional, la gente sigue con sus costumbres de antaño; es de lo mas bello de este lugar.




Gaviota sombría Larus fuscus graellsii.  
Había bastantes mas especies de aves, pero, he preferido estas dos gaviotas resabiadas (sombría y reidora) que, mientras comía sentado en un muro de hormigón frente al mar, se acercaron como quién no quiere la cosa; claro, a compartir...




Gaviota reidora Larus ridibundus bostezando


Tendedores de ropa en el puerto


Lavadero vecinal situado en el puerto

Lavadeira en plena faena. 
Tal como recuerdo de niño en mi pueblo hace ya muchos años cuando las mujeres lavaban en el río, ésta portaba bajo sus brazos dos barreños con ropa, y otro mas grande sobre la cabeza. 
Mujer trabajadora, equilibrista en todos los ámbitos de la sociedad y norte de la gallardía mas emprendedora. 


Garceta común Egretta garzetta






Muy territoriales en sus feudos de pesca, las garzas ahuyentan a todo individuo que suponga competencia.
En las imágenes una garceta común desalojando a un charrán patinegro Thalasseus sandvicensis que descansa en aguas someras de su zona de pesca. 
Ninguna gaviota del lugar arremetió contra la garza cada vez que capturaba algún pez.



viernes, 7 de septiembre de 2018

Hembra de búho real en zona humanizada



Me mira atentamente...con recelo. Es una desconfianza temerosa, originada quizás por la letal inmisericordia del humano escopetero con el que, probablemente, me relacione como especie.
En este caso, breve visita, nada mas que un momento para saber de ella y, mas adelante, de su descendencia. Ha de ser todo con máxima discreción, para no levantar sospechas ante la gente y que todo siga su curso natural. 

Por los restos hallados en este lugar, tal vez esta pareja de búho real Bubo bubo se instalara en el año 2015. Desconozco la cantidad de pollos que tuvo ese año, ya que sólo dispuse de indicios (restos óseos) del nido que utilizó. 
El año siguiente lo hizo en un lugar muy oculto, detrás de un vetusto álamo blanco que, a día de hoy, quedó desgajado por una fuerte tormenta de viento y lluvia y acabó secándose. Allí tuvo 4 pollos. En el 2017 se instaló en el mismo nido del año 2015 del que sacó 3 pollos donde pude ver a través del telescopio detalles muy interesantes de la cría. 
El año actual no logré descubrir a la rapaz hasta que se levantó para vigilar por un estrecho declive del nido, suponiendo que los pollos ya no necesitaban de su calor constante. Fueron muchas horas de atención infructuosas, sin premio, hasta que di con el rastro oportuno que me indicó la zona para concretar mejor el encuadre del telescopio. Siempre damos con los nidos mas detectables donde encontramos a la hembra tumbada en algún hueco despejado. Pero, como en éste caso, la rapaz hubiera pasado desapercibida para cualquiera, como así lo hizo, aún siendo un lugar extremadamente transitado por personas corriendo, en motos, coches y bicicletas. La rapaz tiene con este paraje una comunión total, al margen de la presencia humana, a la que soporta estoicamente desde el ventano discreto de su nido de turno. 
El año actual tuvo tan sólo 2 pollos en este nido, y no la vi acompañarlos hasta el final, supongo, por falta de espacio, dada su reducida capacidad.
Es curiosa la linea descendente del número de pollos, relacionada, tal vez, con el descenso poblacional del conejo.

Lo mas sorprendente, es la laboriosidad con la que cuida su nido favorito de 2015 y 2017, desde luego, el mas expuesto a la vista. Pensé por ello, que sería de nuevo elegido este año por el número de veces que lo visitó, al arañar el cuenco para mantener la tierra mullida. 
Este año ha hecho lo mismo, una vez abandonado el hueco de cría, la rapaz volvió a preparar el nido mencionado para desapelmazar la tierra. 
Seguiré atento a las nuevas visitas del nido de 2015 por parte de la hembra para confirmar la utilización del nido cada dos años, si en este cría por tercera vez el año que viene.

Valle del Ebro, Zaragoza 14 de abril de 2018 



Nido escarbado con las garras por el búho real (después de anidar en otro). De las cuatro crías realizadas por la rapaz en la zona, este nido es el mas utilizado y, por ello, cuidado.



Nota:
Las imágenes han sido tomadas, discretamente, desde un camino transitado habitualmente por ciclistas, corredores y alguna moto y coche (T 600 mm y recortadas). Incluso, hubo un aguardo nocturno para la caza del jabalí a 50 metros del nido.
La comprobación del nido se hace fuera de la época de cría; tan sólo para testimoniar si la tierra del cuenco presenta nuevos rastros por la visita de la rapaz.

martes, 4 de septiembre de 2018

Chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax)




Que vistosos resultan los bandos familiares de chova piquirroja Pyrrhocorax pyrrhocorax una vez finalizado el ciclo reproductor. El desbarajuste viajero en busca de alimento, acompañado de un bullicioso vocerío llaman la atención desde cualquier rincón del campo.
Ahora que ya terminaron las labores agrícolas, los campos han quedado a la espera del momento preciso de labranza, es cuando aprovechan estos córvidos para campear. La caña del cereal quedó seccionada por la siega, hay pequeños matojos de hierba que apenas sobresalen y no ocultan mucho el horizonte para poder controlar a posibles predadores, que los hay al acecho, constantemente. Durante el revuelo de las aves en el espacio, bien pueden dar también la voz de alarma a las posadas en tierra.
Es un momento excelente para capturar ortópteros, coleópteros, etc. que tanto abundan en las tablas de cultivo. Las langostas están crecidas y se mueven mas, siendo un aliciente especial para estos córvidos que las persiguen a base de saltos y leves vuelos. No hay duda de que van tras ellas. La bandada se revuelve y cala repentinamente sobre las zonas de mayor actividad de estos insectos.
La estampa me resulta de lo mas interesante, sobre todo, por saber algo mas de la actividad cazadora de las chovas piquirrojas en grupos familiares.






Como un copioso maná, brotan de la tierra gran cantidad de ortópteros. Las chovas, como enloquecidas, dan buena cuenta de ellos capturándolos mediante recortes desenfrenados

Llegará otra vez la primavera y las bandadas se disgregarán ante la llamada de celo. Volverá de nuevo el espacio celeste a vestirse de arabescos quiebros protagonizados por las volatineras chovas piquirrojas. Todo este alarde acrobático con piruetas extraordinarias engalanarán los vuelos nupciales de cortejo. Todo ello, forjará vínculos en las parejas para toda la vida. Mediante arrumacos y ofrendas a base de cebas, agasajará el macho a la hembra para formar una futura familia.

29 de julio de 2018 Villanueva (Zaragoza)



"Soler y Soler (1993) estudiaron la alimentación de la especie a lo largo del ciclo anual en la Hoya de Guadalix sobre un total de 140 egagrópilas, observando que la fracción animal suponía el 50% del volumen de las egagrópilas en cada estación, y que el 60 % de las 3.484 presas animales encontradas eran coleópteros, especialmente tenebriónidos; a su vez, las semillas silvestres y los cereales constituían la parte dominante de la fracción vegetal."

Aves Ibéricas; José Luis Tellería, Benigno Asensio y Mario Díaz





miércoles, 15 de agosto de 2018

El pequeño avión roquero



Pollo de avión roquero Ptyonoprogne rupestris de unos diez días de edad caído del nido (6 de agosto de 2018).

Era el día de suerte del pequeño avión roquero. Es gratificante coincidir en el momento justo para socorrer a un pequeño pájaro y tener la fortuna de que el nido esté localizable. Por desgracia, lo mas habitual es todo lo contrario.
Después de haber disfrutado de la primera cría de estas aves, esperaba la segunda que no tardaría mucho. Aunque las fotos son de hace unos días, sabía que los pequeños estaban dentro de su cuenco desde hace una semana, habiendo visto sus picos por el telescopio.




Lo deposité donde mas espacio había, pensando que él mismo se abriría hueco, pero, allí no se apartaba nadie. Tuve que dejarlo al fondo para que estuviera mas seguro.
Al día siguiente me acerqué y comprobé que no había novedades.

A este barranco me acerco por ver a la especie mencionada, a la que me gusta observar detenidamente dada la gran facilidad de los escarpes calizos para ofrecer buenas vistas de su actividad voladora.
Con los prismáticos miré detenidamente el nido para ver su estado. Es accesible para mí, pero no para otros depredadores, ya que se sitúa a unos dos metros del suelo. Caminando hasta el fondo del barranco, donde se cierra, se ubica en el techo de una gran cavidad . Nunca he visto un nido mas accesible ni tan bajo, tan sólo a dos metros de altura del pie del cortado.


Jóvenes de la primera cría del año.

Este nido fue utilizado hace dos años por una pareja de colirrojo tizón y, poco después se desplomó, desconozco la edad del mismo, sin embargo, lo recuerdo durante muchas incursiones a este lugar. De nuevo fue construido en el mismo lugar, debido a la exactitud de su ubicación, tal vez por la misma pareja.
Los pollos estaban tranquilos, ocupando su espacio ordenadamente con la cabeza apoyada en el borde del nido. Fue al mirar por curiosidad las heces bajo el nido, cuando vi al pequeño desventurado en el suelo. Supongo que caería en la última ceba poco antes de llegar yo, quién sabe...Lo cierto es, que por esta vez el pajarillo recibió un comodín extra para continuar con su vida.
El nido es demasiado pequeño para albergar a cuatro o cinco pollos que van creciendo y ven reducido su espacio considerablemente. 
Deposité al pequeño para que se hiciera hueco, pero, allí el espacio es vital, y ninguno de los hermanos estaba dispuesto a facilitárselo. La competencia por un buen espacio para recibir las cebas es brutal, y todos luchan por él.
Dos días después fui de nuevo y allí estaban los cinco hermanos, por obligación, mejor organizados con el espacio nidal aunque también algo mas apretados.

En ningún momento, al depositar el pollo en el nido, tuve ataques por parte de los progenitores. Lo que me recuerda que, la conducta de los animales no es matemática, cosa que por otro lado agradezco para seguir disfrutando comportamientos de carácter variado. 


Para asegurarme de que todo iba bien, hice esta foto pasados ocho días. Hay que ver como han crecido (14 de agosto de 2018)
No sabría cuál de ellos es el accidentado.
Como veis, el nido es algo similar al camarote de los Hermanos Marx. 


Fijaos bien, como os comentaba en la entrada, esta es la construcción antigua. Hay dos jóvenes de los cuatro en el nido. Los otros dos hermanos ya lo abandonaron. 
La fotografía es del 15 de agosto de 2013. El nido dio mucho de sí.
Comparad la estructura de este cuenco, mas amplio y robusto que el de la fotografía superior donde están los cuatro pollos hacinados. Los nidos son diferentes, sin embargo, han utilizado el mismo emplazamiento. El de abajo podría corresponder a una pareja veterana por su construcción y, el de arriba, a una pareja mas inexperta. Y, por qué no, también, tal vez una pareja sea mas avanzada al margen de su edad, que la otra para estos menesteres, etc. Ya se sabe, los naturalistas siempre tratando de sacar conclusiones ante cualquier duda...




Tienen bastante genio los aviones roqueros y, al igual que este macho de cernícalo vulgar Falco tinnunculus, incapaz de evitarlos, muchas otras rapaces de mayor tamaño también conocen a estos meteóricos voladores por lo mismo. 

Palacio Real de San Ildefonso (Segovia). Se aprecian en vuelo aviones roqueros y comunes compartiendo medio antropógeno. De igual manera lo hacen en el medio rupícola. El avión común es más gregario que el roquero, a éste último, le gusta mas estar espaciado y no tolera la cercanía al nido de sus congéneres. 


El nido de avión común Delichon urbicum, como se aprecia en la imagen, tiene un pequeño orificio en la entrada por la que sólo puede asomar un pollo (cuando está nuevo o reparado). En el de avión roquero Ptyonoprogne rupestris la abertura es total (como en el de la golondrina común Hirundo rustica) y los pollos se abalanzan con mas riesgo a la hora de la ceba. Ambas construcciones se habilitan bajo los extraplomos de los cortados rocosos.


Recuerda; antes de llevarte un pollo aparentemente desatendido de ave silvestre, lee estos dos enlaces:

https://www.seo.org/2016/06/01/pollitos-huerfanos/

http://www.grefa.org/esta-en-tu-mano/como-cuidar-a-un-pollito-en-casa