domingo, 24 de noviembre de 2013

Robin de los bosques (Erithacus rubecula)



Manifestación sonora del petirrojo durante la primera muestra territorial de cría de las tres posibles: cañón del río Mesa (Zaragoza) 27- 3- 2013.
 
He disfrutado esta primavera viendo al entrañable petirrojo en las ramas altas de los árboles menudos y grandes marcando su territorio en época de cría. Ahora, durante estos días otoñales, continúo viéndolo pero, en las ramas bajas de los arbustos emitiendo el regañante “tic, tic, tic” protegido por la fronda. Es placentero ver y escuchar el gorjeo penetrante, dulce y algo melancólico con que se despacha este irascible luchador territorial. Y, caminando, me paro a mirarlo y a escucharlo por que es un pájaro que ha ganado a pulso con su presencia, esa sensación de compañero montaraz y urbano; compañía de senderos, bosquetes y merenderos.
Ahora, coinciden los petirrojos viajeros del resto de Europa con los ibéricos y, tal vez, por su docilidad manifiesta gracias al buen trato recibido de nuestros vecinos europeos, podamos diferenciarlos de los nuestros más recelosos. Por fortuna, aquel populacho que se despachaba a gusto esgrimiendo; “ave que vuela a la cazuela” ha disminuido bastante. Pienso y espero, que las bases de conocimiento que se han impartido sobre estos pájaros y el resto de insectívoros por su beneficioso control de plagas unido al respeto mostrado por la buena gente, haya hecho que los caza pajarillos, sin haber desaparecido, sean menos abundantes y peor vistos que antaño.







Petirrojo cantando desde las ramas altas de un pino silvestre en la extensa mancha de coníferas de la serranía de Cuenca 24- 5- 2013. En época de celo, su canto insistente, reafirma la propiedad de su feudo.

COSAS DE PETIRROJOS



Petirrojo esperando su turno para picotear los restos de frutos secos dispensados en el velador del Balneario de La Virgen en Jaraba (Zaragoza) 13- 7- 2012. Mientras uno se toma un refresco cómodamente rodeado de un portentoso paisaje, puede observar a distintos comensales como el mencionado petirrojo (Erithacus rubecula), carbonero común (Parus major) y herrerillo común (Parus caeruleus). El agua que rezuma de la roca sirve de bebedero a otros como el mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli), carbonero garrapinos (Parus ater), picapinos (Dendrocopos major), mirlo común (Turdus merula), colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) etc. Entre los setos, cada año, se puede ver a los pequeños petirrojos con su abigarrado plumaje pululando con desparpajo en este apacible lugar.

 

Bebedero natural en el balneario de La Virgen en Jaraba. Un carbonero garrapinos (Parus ater)


 
 

Petirrojo curioseando al paso de los senderistas. Éste, por su comportamiento confiado parece resabiado y, seguramente, se beneficie de los restos orgánicos de algún viandante alternándolo con la búsqueda de invertebrados.
Alquezar (Huesca) 2- 11-2013; poco antes de que llegara el frío.

Riglos (Huesca) 2- 2- 1981

Construí hace muchos años, ignorando el sentido del ridículo, una tienda de campaña con plástico transparente con el que se cubrían los colchones nuevos. Era bastante fuerte y, para evitar la condensación, cerré los bajos con tela al igual que uno de los laterales pero, con una tela verde oscuro repleta de amapolas y margaritas. Imaginaros el impacto de la tienda en medio de la explanada al pie de los imponentes paredones de roca conglomerada donde, en aquellos tiempos, se acampaba para escalar los Mallos de Riglos. Bien, recuerdo que había bastantes petirrojos con áreas de campeo muy limitadas, puesto que discutían sólo por espacios pequeños, ya que en el campamento había restos de comida para todos debido a la escasez de insectos en invierno. Eran tan confiados que, uno de ellos se introdujo en la transparente tienda de campaña, y su simpática silueta de paladín destacaba sobre lo alto de una mochila. Quizá entró por un pequeño orificio que posteriormente no encontró. Lo saqué y, evidentemente, no perdió su feudo y continuó a pesar de la experiencia regentándolo, pero, algo cariacontecido.

Zaragoza 28- 1- 2005

Curiosamente, caminando por la acera del cinturón de vía rápida para los vehículos, localizo bajo un terraplén artificial a un petirrojo que, en horas de oscuridad bajo una noche despejada con viento intenso y helado, campea alumbrado por la luz de una farola buscando alimento: hace cerca de dos horas que ha anochecido. Los petirrojos como los ruiseñores también son pájaros crepusculares y, “relatos de ruiseñores oídos durante el invierno son sin excepción petirrojos” (Chirs Harbard; Song Birds). En sus vuelos migratorios de desplazan por la noche.

Cartuja Baja (Zaragoza) 27- 2 1994

Petirrojo remata mediante picotazos a una gran lombriz de tierra con la que ha peleado duro para arrancar de su galería. Agonizante, la ha transportado a duras penas hasta otro lugar más seguro.

Se alimenta además, de escarabajos, orugas, hormigas, moscas, arañas, gusanos y, en el otoño invernal de Ilex aquifolium (acebo), Sambucus nigra (saúco negro o común), Rubus spp. (zarzamora), Pistacia lentiscus (lentisco), Myrtus communis (mirto), Quercus ilex (encina, carrasca, chaparro) estos frutos solo troceados por otras especies como carbonero y trepador azul.

Arisco y solidario

“No teme al hombre y, por otra parte, no suele vivir en armonía con sus vecinos, aunque en ocasiones protege a los pequeños abandonados o huérfanos que no son capaces de valerse por sí mismos. Snell, Naumann, Pässler, tuvieron ocasión de comprobar en diversas circunstancias ejemplares de esta especie atendiendo con solicitud a individuos enfermos o desvalidos, de su misma especie y de otras distintas”.
Los Cantores del bosque; editorial Noguer.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Escala de un falaropo picogrueso en Zaragoza

Ave juvenil con plumaje de primer invierno. 


No colecciono citas de aves accidentales pero, cuando Carlos Pérez me comunicó el avistamiento del falaropo picogrueso (Phalaropus fulicarius) cerca de mi antiguo barrio de Casablanca en Zaragoza, no pude resistirme. No era la rareza lo que impulsó mi decisión de acudir -hasta ahora debe rondar la veintena de citas en Aragón-, sino la oportunidad de conocer a una especie que, como comentaba el etólogo Vitus B. Dröscher en su libro “La vida amorosa de los animales”, es la hembra la que lleva los pantalones. En esta especie los papeles están invertidos y, es ella la que viste en época de celo con la más colorida librea mientras el macho lo hace con un plumaje más discreto. Por supuesto, la hembra es, además, algo más corpulenta y fuerte que el macho, razón por la cual deberá defender y preparar el territorio para ellos, encargados después de la incubación y el cuidado de la prole. Mientras, ellas, proseguiran sus batallas con otras hembras para proveer de huevos a mas nidos; tres, cuatro o incluso cinco para después, iniciar su viaje migratorio. Como conducta antagonista de los falaropódidos se podría citar al combatiente (Philomachus pugnax) cuyos machos despliegan unas vistosas melenas de plumas para exhibirse ante las hembras, muy disputadas entre ellos aunque, después de la cópula, se desentienden de ellas. No olvidemos que, un plumaje exuberante en belleza por su colorido, es también un gran atractivo para los predadores al ser más detectable. Por ello, las hembras de falaropo sufren muchas más bajas que los machos poseedores de un discreto plumaje.


En cada ser circulan varias hormonas sexuales masculinas y varias hormonas femeninas. Cualquier animal y también cualquier persona tienen en sí algo de hermafrodita. Pero, en general, preponderan en las hembras todas las hormonas femeninas y en los machos todas las masculinas. En el comportamiento poliándrico de los falaropos, las hembras cuentan con la cantidad de hormonas femeninas suficientes para estimular la producción de huevos, sin embargo, el dominio de las masculinas (segregadas por el ovario de las hembras) fomenta en ellas la belleza, musculación y agresividad necesaria con la que disputarse a los machos, enfrentándose a sus rivales féminas con objeto de ser fecundadas por los elegidos. En cambio, un número mayor de hormonas femeninas predestinan a los machos de falaropo a un comportamiento pacífico y femenino. Gracias a dichas hormonas (prolactina), provoca en ellos la caida de las plumas pectorales en época de celo. En la zona desnuda se concentra mucha sangre, para calentarla, formando lo que se conoce como parche de incubación o placa incubatriz, necesaria para dar calor a los huevos durante la incubación y a los pollos recién nacidos. A las pocas horas de haber nacido, los pollos pueden valerse por sí mismos acompañados de su progenitor.
Esta es una táctica convenientemente desarrollada entre la mayor parte de las aves costeras que anidan en el Artico, donde la temporada es extraordinariamente corta.


Son aves pelágicas; viven en el mar fuera del periodo reproductor abarcando grandes extensiones de aguas litorales. Vuelan con gran precisión. Aunque son buenos nadadores impulsados por sus dedos lobulados no están capacitados para bucear. El plumaje abigarrado facilita el aislamiento en los fríos espacios del norte ártico. Desde allí, tras un prolongado viaje transoceánico alcanzarán sus zonas de invernada en mares tropicales. Algunos ejemplares como el de la imagen, pueden llegar a visitar  la costa española, y raramente, zonas del interior.


Fue el pasado viernes 15 de noviembre a las 15´30 horas cuando pudimos ver al falaropo picogrueso entre las zonas de remanso donde se alimentaba en la rehabilitada planta potabilizadora antigua de Zaragoza. Carlos y yo tuvimos que dar algunas vueltas siguiéndolo hasta conseguir estas tomas. Evidentemente, no era nuestra presencia lo que ahuyentaba al ave, sino la búsqueda de lugares idóneos donde alimentarse. En la zona donde se ubicó finalmente, pudimos verlo a placer sin que recelara demasiado.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Musarañas; comedoras pero no comidas


Musaraña común (Crocidura russula) buscando alimento en el mes de Diciembre. Pelegrina (Guadalajara)
 
Las musarañas pertenecen a la familia de los sorícidos, micromamíferos con un desarrolladísimo olfato pero, con una capacidad visiual muy mermada. Nada tienen que ver con ratones, ratas y topillos ya que son insectivoras, por lo tanto, emparentan con erizos y topos de similar alimentación. Debido a su voracidad acusada por un metabolismo muy acelerado, pueden incluso, dar muerte a vertebrados como ranas, lagartijas o ratones; éstos últimos por su tamaño, serían consumidos parcialmente. La prisa programada por la necesidad imperiosa de hallar alimento, hace latir su corazón entre 700 y 1200 veces por minuto, capaz de aguantar el ritmo tan acelerado que supone alimentarse de forma constante. Unas pocas horas sin comer les supondría a muchas especies de musarañas una muerte segura. Por ello, las prisas convierten a estos microinsectívoros en víctimas fáciles para determinados predadores, ya que han de bajar la guardia arriesgándose a ser vistas en sus precipitadas incursiones camperas.

Me fastidia bastante encontrar más musarañas muertas que vivas. Muchas de ellas, son presa de predadores que las capturan y abandonan seguidamente debido a su mal sabor. Ello es debido a unas glándulas situadas a ambos lados del cuerpo, productoras de una secreción almizcleña insoportable al paladar. No parece afectar a las rapaces nocturnas, destacando la lechuza, que no desdeña ningún micromamífero. 


Pero, ¿qué supone para las musarañas librarse del predador después de muertas? Para la opinión científica, es el mensaje inolvidable del desagradable recuerdo que dejan a su enemigo. Es probable, que sean confundidas con roedores, sin embargo, el carnívoro que haya probado una musaraña, no repetirá fácilmente el error de capturar a otras de su especie. Teoricamente, supone una ventaja para la estabilidad poblacional de estos sorícidos.
La Ley de Murphy es caprichosa. No sabremos nunca si el predador, acaso frustrado por el insoportable regusto de la presa, no sólo acabara con su vida, sino que sumara perversamente la mala idea de vaciar sus intestinos sobre el cuerpo de la víctima.




Musaraña común (Crocidura russula) abandonada por un predador a un lado del sendero hacia el pueblo de Calmarza (Zaragoza). El excremento podría pertenecer a una garduña.



sábado, 12 de octubre de 2013

ESTABAN AGONIZANDO


 
En la base del cortado de un nido accesible, se hallaba el cadáver del joven buitre leonado entre la sabina negra y la roca.

Buitre leonado joven; Villanueva de Huerva (Zaragoza)

Pocas veces habrá marcado mi cara una expresión tan sorprendida y llena de rabia e impotencia como la del día en que hallé, bajo el nido, a este ejemplar de joven leonado muerto. Había decidido el 3 de agosto hacer un seguimiento del nido por que el joven parecía algo desatendido; tenía el plumaje bastate sucio y era apática su reacción ante la presencia humana. Di aviso al agente de medio ambiente oportuno para que lo tuviera en cuenta. En la visita del 15 de agosto comprobé que el buitre ejercitaba con fuerza las alas y, tal vez por ello, bajé la guardia y comuniqué al agente que todo estaba mejor tras lo visto. Daba cierto respiro ver dicho comportamiento tan habitual en esta edad del ave. Sin embargo, el 28 de agosto cuando me acerqué al lugar, una sensación de alivio recorrió mi mente, la oquedad estaba vacía y el buitre supuestamente había volado. Para asegurarme, faltaría más, recorrí todo el barranco hasta llegar a la base del nido. No había ido tan lejos, espoleado por el hambre y debilitado, se lanzó quizá para escapar de la penuria que sufría, estrellándose contra la roca. A los progenitores no sé qué pudo ocurrirles para que desaparecieran sin dejar rastro.
Se podría haber salvado pero, desgraciadamente, nunca sabemos con precisión cuando actúar y esquivar la rigurosa ley de la vida; me refiero, a que no se pueden abordar los nidos cada vez que se sospecha de alguna anomalía y, nidos hay muchos para controlar. El destino es implacable y como pude comprobar, este joven estaba condenado.

Buitre leonado 1182-13, Villanueva de Huerva, hallado el 28-8-13, ingresa el 13-9-13.

NECROPSIA: cadáver de 11 días de antigüedad, larvas de califórido de 10 días. Putrefacción activa final. Joven del año emplumado, caquexia extrema. Traumatismo craneoencefálico, hemorragia intertrabecular intensa en los frontales, luxación cuadradoarticular izquierda. Intensa parasitación por Amblycera. Hematoma profuso en los pectorales. Fractura de quilla craneal, perimortem, fractura con hundimieto del esternón craneal en la articulación con el coracoides izquierdo. Restos de hemorragia interna, vísceras consumidas por la fauna cadavérica. D: joven que padecía inanición prolongada y cae del nido sin fuerzas para volar, muriendo a consecuencia de un violento traumatismo.
 
Roquedo accesible donde nació el malogrado buitre leonado.
Joven buitre leonado agazapado en su oquedad nido.
Reposando tranquilamente con un ala extendida.
Levantado y, después de haber agitado sus alas, no podía sospechar que tres días después se produciría el fatal desenlace; la muerte del joven al saltar del nido.
Es duro después de mirarlo, saber que agonizaba lentamente delante de mis narices.

Buitre leonado joven; Calmarza (Zaragoza)

 
Joven leonado después de ser acercado al vehículo para atenderlo.

El pasado 6 de septiembre y continuando con el seguimiento de jóvenes leonados, hallé otro ejemplo más relacionado con la dificultad de estas aves para hacerse con un lugar entre los vivos. El primero fue por la prematura caída del nido del ejemplar; el segundo por desesperación; sin embargo, éste último fue por debilidad. Había abandonado en su día el nido y ejecutado sus primeros vuelos con total normalidad. Digo esto, por que el lugar donde fue capturado es el muladar destinado a la alimentación artificial de estos necrófagos en Calmarza (Zaragoza). Seguramente, tuvo oportunidad de aprender la frecuencia de descarga de reses muertas y acudió convencido de poder comer pero, aquel jueves falló la entrega. Lo vigilé durante tres días para comprobar su estado, que no varió en absoluto. Al final, el día antes de marcharme lo capturé y acomodé en el corral de casa para trasladarlo al centro de recuperación. Comió medio pollo con desesperación que tuve que darle pausadamente.

Si, son buitres, simples buitres; hay quien opina que son demasiados, otros que hay pocos pero, nadie sabe si son suficientes los que existen.
La entrada era totalmente diferente a ésta pero, una vez conocida la muerte del necrófago y realizada la necropsia, conocí el estado de salud del buitre, fue demoledor. El buitre estaba agonizando lentamente, mi única función y la del personal del centro de recuperación fue darle unos días cómodos de atención hasta que murió.

Buitre leonado 1165-13, Calmarza, ingresa el 7-9-13, muere el 15-9-13.

NECROPSIA: Pesaba 5.110 g. Joven emancipado pero manteniendo abundante engrasamiento subcutáneo y visceral. Traumatismo craneoencefálico, hemorragia intertrabecular en los frontales. Hematomas antiguos sobre las articulaciones costovertebrales derechas. Hemorragia intertrabecular en la mitad derecha del esternón, intensa. Hemopericardias. Aspergilosis, con abundante moho rellenando los parabronquios del pulmón izquierdo, moho y nódulos planos tapizando los sacos aéreos. CV: carne recién ingerida. D: colisión, inanición y aspergilosis.

Como comentaba Chabier González veterinario del centro de recuperación, el ave pudo colisionar con la valla perimetral del muladar al ser espantado después de haber comido. También me comunica, el hecho habitual de estos accidentes, sobre todo, en los muladares más visitados.

Finalmente, quiero agradecer al equipo del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca (Zaragoza) todas las atenciones y facilidades recibidas, además del excelente trabajo que realizan de atención y reintrodución de especies recuperadas.

Al margen del temor del ave, su rostro reflejaba el agónico sufrimiento de días sin comer ni beber.
 
El agua cambió notablemente su expresión, reactivándose cierta mejoría anímica.
El buitre leonado y el hombre no son amigos, pero si aliados. Son muchos siglos los que llevan estos carroñeros aprovechando los aportes de ganado muerto por parte del hombre. Aunque parezca que lo trato como a una mascota, hay que tomar precauciones.


Así es, lo que imginais es lo que ocurrió; pinzó con su pico mi dedo pero, sin agresividad. Hay que estar más atento.
Horas enteras me he quedado observando a un mismo ejemplar de cualquier especie. Me gusta mirar cada centímetro de su morfología, su mirada, su reacción, todo…
En el corral de la casa del pueblo, ya atendidas sus necesidades nutricionales, abrió las alas bajo los primeros rayos del sol. No podía sospechar que una semana después, el joven moriría en el centro de recuperación por multitud de lesiones internas que padecía cuando lo encontré.

 

martes, 24 de septiembre de 2013

El rincón del cárabo (Strix aluco)




Sé que os puede resultar extraño un campo con  puertas pero, en éste caso, el territorio de un cárabo que conozco si las tuvo; ahora, tan sólo queda el marco de la entrada. Es un lugar solitario y abandonado tras la despoblación rural, gente que tomó rumbo a las ciudades como mejor alternativa. Frente al muro de piedras que separa la propiedad, hay un minúsculo bosquecillo de vetustos chopos cabeceros, a los que se les cortaban las guías para que generaran más vástagos y fueran utilizados como vigas para los techos en la construcción de casas. El lugar es realmente acogedor como paseo hacia las imponentes moles calizas que bordean el río Mesa. Atravesando el portal, se accede a un espacio de nogales cuyo perímetro, además del tapiado, lo cierra un cortado rocoso y el río; es un lugar muy bien guardado. Allí me gusta seguir los rastros que deja el cárabo bajo algún nogal utilizado de posadero, esperando que los roedores, acudan a comer las tentadoras nueces esparcidas bajo sus ramas. Precisamente, hoy, veo mucho plumón e incluso, dos rémiges secundarias de la rapaz nocturna, excrementos y alguna egagrópila. Registro la enorme hiedra aferrada al tajo calizo y, como sospechaba, está plagada de plumones del cárabo fruto de tantas entradas y salidas. 
 
Mientras desvalijo los restos desechados por la estrigiforme, ésta observa atenta mis movimientos, eso sí, muy discretos; sospecho que tras los hallazgos, la rapaz de la noche no puede estar lejos. Cuando miro hacia arriba, se me corta la respiración al coincidir nuestras miradas. Rápidamente lo evito, no quiero que advierta que lo he localizado y emprenda la huída, así pues, me da el tiempo necesario para hacerle unas fotos antes de abandonarlo. Le ampara la sombra de la majestuosa hiedra evitándole la luz solar directa desde donde pasa muy desapercibido.
Esa mirada fría del cárabo a través de sus ojos color azabache y, a pesar de su inmovilidad diurna, me hicieron recordar, como siempre que lo veo, su fiereza. Con algo menos de un kilo de peso, fue capaz de reventar un ojo al famoso fotógrafo de la naturaleza Eric Hosking, atacándole cuando pretendía fotografiar los pollos de su nido.


Es precioso, indudablemente, a pesar de reconocer en mi infancia mientras miraba la lámina del Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) donde aparecían dibujados nuestros búhos, que el cárabo, era la nocturna menos agraciada de todas, por carecer de penachos cefálicos y del intenso amarillo de los ojos, muy vistosos en el resto. La lechuza carece de ambos detalles pero, su plumaje, en cambio, es el más bello de todos. Rectificando y meditando, comprendí que todos los animales maravillan por sus cualidades específicas.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

31 Carricerines cejudos anillados en Gallocanta


Con enorme satisfacción nos recibía Carlos Pérez a punto de culminar la jornada de anillamiento el pasado 31 de Agosto en esta sobresaliente laguna endorreica. Las precipitaciones lluviosas han devuelto el esplendor a esta planicie donde se ubica el humedal de mayor altitud de España. Y en parte, el éxito de aves anilladas con la cuenca inundada algo ha tenido que ver a diferencia del año pasado, que fue de tan sólo 5 capturas sin agua en la laguna. La estación de anillamiento dedicada preferentemente al control migratorio postnupcial del carricerín cejudo, nos puede sorprender además, con especies escondidizas de todo tipo, de las que escucharíamos sus voces pero, no veríamos en condiciones normales: buscarlas y carriceros están adaptados a determinados nichos ecológicos de vegetación muy apretada, donde pasan desapercibidos hallando y capturando gran variedad de invertebrados de los que se alimentan.
Pero, como comentaba, la estrella del trabajo de seguimiento es el vulnerable carricerín cejudo. Sus pasos migratorios postnupciales aparecen desde la 2ª quincena de Julio hasta la 2ª de Septiembre (puede alargarse hasta Octubre). Señala Carlos que, la estancia de paso de estas aves oscila entre los seis días, aprovechando la abundancia y la idoneidad del espacio palustre para avituallarse y ganar peso con buenas reservas de grasa con las que continuar su viaje transahariano. En las recuperaciones, los pesos oscilaban entre los 2 y los 6 gramos ganados; el primer año recuperó uno con 9 gramos. Algunos, sufrían pérdidas de peso que recuperaban posteriormente en el mencionado espacio de tiempo.
Aunque la estación de anillamiento para esta joya amenazada todavía es joven, la importancia de la Laguna de Gallocanta para el carricerín cejudo por su valor indiscutible como lugar de paso, deja de manifiesto la necesaria labor de continuar protegiendo este enclave húmedo y salino.
Carricerín cejudo juvenil (Acrocephalus paludicola). De los 30 ejemplares capturados, tan sólo uno era adulto.
 Tomando medidas biométricas.
 Carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus)
Diferencias en la librea dorsal del carricerín cejudo y carricerín común.
Las marcadas listas superciliares o "cejas" son similares en las aves vistas de lejos, sobre todo de perfil, como el resto del plumaje. A menudo se confunden ambas a causa de su similitud.
Una vista superior muestra la diferencia mas notable entre los dos carricerines; el cejudo en la parte derecha, muestra una franja pileal de color crema, carente en el carricerín común.
 Buscarla unicolor (Locustella luscinioides)
Buscarla unicolor: la forma cuadrada de las rectrices plegadas se transforman en un redondeado abanico durante la exhibición nupcial gracias a la cortedad escalonada de las rectrices externas.
Buscarla pintoja (Locustella nevia)
El diseño moteado de la buscarla pintoja llega hasta las infracobertoras caudales, una muestra muy útil para su identificación.
Se anillaron muchas mas especies no menos interesantes pero, quiero concluir con la eterna golondrina (Hirundo rustica) que en su primer viaje volará documentada, espero, que por muchos años.