domingo, 4 de septiembre de 2011

Tarabilla común (Saxicola torquata)



Acabándose el período estival, los tonos negruzcos de los machos se desvanecen volviéndose parduzcos.

El sábado pasado, llegué hasta la laguna aragonesa cuyo nombre comparte con el pueblo de Gallocanta. No era un día especialmente caluroso, más bien algo fresco. La primera imagen, de efecto impactante, fue ver la extensa cuenca de la laguna endorreica completamente vacía, blanquecina por la salinidad del terreno. Espero que la meteorología cumpla puntualmente con el ciclo estacional de lluvias que hidraten a este importante humedal. Si se cumple, los deseados aguaceros colmarán para beneficio de las aves viajeras otoñales e invernantes toda la superficie inundable de la laguna, lugar de descanso y recuperación.

No era precisamente la visita a este lugar el único objeto de mi desplazamiento, sino además, la observación del elanio azul (Elanus caeruleus) que, el sábado anterior, tuve la fortuna de ver junto a un nutrido grupo de cernícalos primilla (Falco naumanni). Aposté por el mismo lugar donde lo observé anteriormente y, la espera, fue larga. Fue tan larga que, con el cansancio acumulado de la semana debido al demoledor trabajo quedé tieso, sobado, anestesiado, totalmente dormido, tan dormido que, cuando desperté, sólo disponía del tiempo justo para volver a casa.

Pero no fue en vano el viaje, no, porque a pesar de la cabezada, pude disfrutar por el camino de varios ejemplares de tarabilla común (Saxicola torquata). Si, muy común, pero nunca monótona de observar. Me gusta este pequeño paseriforme, de contrastes definidos, anulados a su antojo dependiendo de la conveniencia de exhibición ante congéneres, hembras o depredadores. Es el pájaro de las atalayas, sean estas con forma de árbol, arbusto, matorral o tallo seco, siempre elevadas, altivas, aunque sean metálicas. Desde estos oteaderos ejecutan lances fugaces para capturar insectos, sus presas más habituales.





Una racha de viento sorprendió a este macho de tarabilla, alborotándole el plumaje. Mientras lo miraba, esperaba resignado a que su reacción inmediata no fuera la de abandonar la percha de hierro.


Y, dentro de las expectativas, con notable elegancia, no tardó en girarse para mantener las plumas ordenadas de cara al viento.


Joven del año en un paisaje habitual de la llanura agostada.


Arriba en el lado derecho se aprecia el elanio azul; más abajo y a la izquierda, un cernícalo primilla.
De eso se trataba precisamente el viaje de este sábado, de verlo más ampliado, pero…

domingo, 28 de agosto de 2011

Dedalera negra (Digitalis obscura)



La abeja es una polinizadora de gran importancia tanto para los cultivos como para la naturaleza. Su desaparición haría bajar el rendimiento de la agricultura, peligrando especies de plantas cuyo único medio polinizador es, precisamente, el de las abejas. Según el Parlamento Europeo, “el 76% de la producción de alimentos y el 84% de las especies de plantas dependen de la polinización que realizan las abejas”.



La utilización de pesticidas redujo considerablemente gran parte de la población de abejas y de otros insectos polinizadores, debido a que sus efectos químicos influyen supuestamente en los parámetros de orientación de estos insectos. Aunque estas hipótesis requieren periodos largos de estudio como sostienen algunos expertos, las consecuencias nefastas de los venenos son tanto o más nocivas que las de otros factores, como el de la infección por hongos o la acción de los ectoparásitos entre otras.



La dedalera negra o digital oscura, es una planta perenne de la familia de las Escrofulariáceas de hasta 80 cm. de alto. Los tallos tienen la cepa leñosa con tono rojizo. Las hojas se disponen en la parte alta del tallo, son lineares o lanceoladas, su borde es entero, pudiendo medir hasta 10 cm. Las flores son péndulas uniéndose en racimos a un lado del tallo, son tubulares de hasta 3 cm. de largo y de color anaranjado, estando el cáliz dividido en 5 segmentos, torcidos en el extremo. Florece en primavera y verano. En el Valle del Río Mesa es común, pudiéndola encontrar en los terrenos pedregosos y áridos frecuentemente en umbría.
Es un estimulante cardíaco, pero es planta tóxica que puede ser muy peligrosa.


Sistemática:

Reino: Plantae
División: Magnoliophyta
Clase: Magnoliopsida
Orden: Lamiales
Familia: Plantaginaceae
Género: Digitalis
Especie: D. obscura

domingo, 21 de agosto de 2011

Un huerto natural



-¿No te da vergüenza como tienes el huerto? -¡Anda, si lo vieran tus padres…!
Así de tajante e irónico me lo recuerda mi primo Eugenio. Nadie reprende mejor que él en el pueblo. Asintiendo, intentando comprenderle estoicamente, le sigo la corriente detallándole ligeros desacuerdos. Pero en el fondo, como si todo comenzara de nuevo, me centro en mis queridos cardos de ribera, cardadores o cardenchas (Dipsacus fullonum). No sólo me encantan, sino que además, me entusiasma sobremanera observarlos cada vez que paso por allí, deleitándome con su caprichosa forma durante largo rato. Son uno de los más bellos ornamentos vivos de las riberas de nuestros ríos y orillas de humedales.




Florece en verano criándose en lugares húmedos. Muchas de las tablas de cultivo abandonadas por la gente rural que partió a la ciudad son recuperadas por esta erguida planta bienal de hasta dos metros de altura. El nombre de “cardador o cardo de cardadores” tiene su origen gracias la utilidad que se le daba a sus cabezuelas para cardar la lana. Existe una variedad que se cultiva todavía en algunos lugares de Cataluña, dado que para ciertos trabajos, hay quien prefiere la carda natural a las metálicas. Sus raíces son utilizadas por sus propiedades medicinales: diuréticas, sudoríficas y estimulantes del apetito.




Alguien dijo que la rosa es la reina de las flores pero, una vez marchitas sus flores, distan mucho del esplendor original. El cardo de ribera, altivo, enrejados sus bohordos floríferos, de textura áspera y punzante como la rosa, difiere de ésta sobre todo en la hora final de su existencia que, es bastante más corta pero de indiscutible belleza póstuma; paradójicamente, termina transformándose en un bello cadáver. Muchos hogares del mundo dan fe de ello, utilizándolos como adorno natural que protagonizan maravillosas combinaciones.

Por otra parte, no deja de hacerme duelo el pobre manzano, tan habituado a los sulfatos de antaño y que ahora, después de tantas manzanas como ofreció, tan sólo es una triste imagen similar a la del olmo de Machado.






Le digo a Eugenio que es un huerto ecológico, y por eso está la tierra descansando, para regenerarse. - ¡Eso si que son chorradas de los ecologistas; ecologistas, vamos hombre…! Dice farfullando mientras se aleja. El hombre es mayor, y él, fue quién lo trabajó hasta hace poco. Sonrío y, piensa él que le tomo el pelo, riéndose también con complicidad mientras agita la cabeza. No soy capaz de hacerle comprender la belleza de tan magnífico jardín natural.

miércoles, 10 de agosto de 2011

UN JOVEN MOCHUELO (Athene noctua)



Sé que estás ahí pequeño mochuelo, impaciente, escudriñando con qué alimentar tus enormes ojos amarillos.



Sé, que la curiosidad con que te ha dotado tu recién estrenada vida no te dejará parar ni un minuto.



Por cierto sé, que ejecutarás a lo largo del día una enorme cantidad de movimientos para continuar después sin descanso en la penumbra y en la oscuridad.



También sé, que no te resistirás ni un momento a utilizar tu extraordinaria visión y audición para descubrir todo lo móvil e inmóvil que asome en la panorámica de tu horizonte.



Por eso además sé, que esperando un poco, no te resistirás a salir.



Es el más pequeño de los tres hermanos. Afortunadamente, tres nuevos mochuelos mas. Los otros dos, se van aventurando poco a poco comprobando con interés la diversidad de elementos del territorio paterno. Tampoco se alejan demasiado, pero más adelante volarán entre viñedos, tablas de cultivo y olivares. Ahora, tienen que ir aprendiendo a perfeccionar la captura de insectos de los que se alimentarán en gran medida, incrementando la dieta con reptiles, pajarillos y micromamíferos. Serán sin duda, el gran azote de escolopendras y escorpiones, los invertebrados más temidos por el ser humano.

Es paradójico que un ave tan común, quizá la más común y conocida de nuestros campos españoles haya sufrido desde 1998 un alarmante declive de un 40 %, estimándose la población actual de nuestro país en unas 50.000 parejas según datos del Programa Noctua.
Los atropellos, la caza ilegal y el uso de venenos para el control de plagas agrarias de micromamíferos e insectos, son la principal amenaza para esta pequeña estrigiforme.



Está bien, ahora descansa, que te quedan muchos años por mirar y espero que tus ojos lo vean.

sábado, 6 de agosto de 2011

Esta especie de gaviota no tiene nada de idiota



La gaviota patiamarilla (Larus cachinnans) ha sido considerada hasta hace poco como (Larus argentatus) de la que difiere por la coloración amarilla de sus patas en lugar de rosadas, la mácula roja de la mandíbula inferior que es algo mayor y el pico en conjunto mas coloreado; además del anillo orbital rojo que destaca la intensidad de su iris pálido (Glutz y Bauer 1982).



Necesitaría mucho tiempo para redactar todo el potencial turístico de Roma, una de las ciudades más maravillosas del mundo, no me cabe la menor duda. Por ello me centraré en el esplendor mágico de estas aves que dan vida a esta ciudad esculpida por maestros del cincel. Sobre el arte escultórico romano del puente más bello de esta ciudad, el de Sant´Angelo sobre el río Tevere, se hallan las gaviotas patiamarillas (Larus cachinnans), talladas morfológicamente para faenar en el mar gracias a la adecuación evolutiva de su morfología; y en oportunistas, debido al bochornoso despilfarro alimenticio humano.



Es una gaviota bastante inteligente cuya población despuntó en los años sesenta, duplicándose y triplicándose su población gracias a la explotación trófica de los vertederos y descartes pesqueros, favoreciéndole por supuesto, una menor presión humana sobre sus colonias. Destaca su predilección por los crustáceos y los moluscos sin desdeñar todo tipo de carroñas; huevos de otras aves, sus pollos e, invertebrados.
Son aves muy arraigadas a la costa y de cría colonial, y también, colonizadora del interior. La estructura del nido consiste en un pequeño acumulo de algas o hierbas secas recolectadas por la playa. Anidan en comunidad y la pequeña parcela regentada por cada pareja es defendida con inquina ante sus congéneres y cualquier intruso, incluido el hombre. Finalizada la incubación generalmente de los dos o tres huevos de que consta la puesta, nacen los pollos “muy vivos” que abandonarán el nido inmediatamente (nidífugos).






El vuelo de las gaviotas les permite recorrer enormes distancias al ser rápido y sostenido. Hay especies merced a esa capacidad de desplazamiento que emprenden notables migraciones. Otra interesante adaptación es la de descansar sobre el agua con frecuencia, aunque no sean grandes nadadoras. La considerable acumulación de aire en su plumaje largo y grasiento les hace flotar en exceso y, por consiguiente, ofrecer mayor resistencia al viento. Sus patas poseen dedos con membranas interdigitales para desplazarse pero, no tienen la fuerza de otras aves más especializadas y nadadoras como las anátidas, que añaden a su equipo una línea menor de flotación y una silueta hidrodinámica más apta para el medio acuático.


Esta imagen es idéntica en todas las ciudades del mundo. Siempre hay personas generosas que ayudan a los gatos con comida suplementaria, al margen de las criticas de unos pocos. Las gaviotas, también entienden el mensaje de la ocasión, pero, el gato no se deja intimidar y defiende su puesto, las aves esperan. Sobre la ruinosa tapia del fondo aguarda por turno jerárquico, la también abundante corneja cenicienta (Corvus corone cornix). Esta foto me recordó a cuatro incondicionales amantes de estos felinos: Abedugu, Clariana , Mamen y Teca.


Hay personas que no soportan la presencia de gaviotas ni de palomas en las ciudades, sobre todo, por lo que ensucian.


Ejemplar joven del año. La opulencia del ser humano, el éxito oportunista de esta gaviota.


“Nikolaas Tinbergen etólogo holandés, fue pionero en el estudio del comportamiento animal junto a los biólogos Konrad Lorenz y Karl von Frisch, con quienes compartió el premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1973, por sus descubrimientos sobre la organización y las respuestas del comportamiento instintivo, tanto desde el punto de vista individual como social.”
Tinbergen, dedicó un profundo estudio a las gaviotas, poniendo de relieve el efecto dinamizador en un animal al desarrollar sus instintos; es decir, el comportamiento innato puede ser el resultado de un proceso adaptativo seleccionado a lo largo de la evolución.

Mientras filmaba a esta gaviota joven de segundo año, pasé largo rato deleitándome con su atrayente mirada, sus palmeados dedos y todo el conjunto físico de esta ave tan espléndida. Tras largo rato contemplándola me miró fijamente y comenzó mientras alzaba la cabeza, un recital estridente de griterío desbordante…


Después me ofreció una cortés reverencia… (Me llegó al corazón...)


Finalmente, el éxtasis culminó mediante un audible trompeteo que se expandió por toda la ciudad y que parecía contagiar a sus congéneres más cercanos. Así terminó su presentación. Tinbergen denomina a esta pauta de significado tan especial “llamada larga” utilizada por las gaviotas con carácter amigable.


Consolidado nuestro lazo de amistad con su aprobación, comenzó un acercamiento más íntimo.
Todo se desarrolló en lo alto del monumento a Vittorio Emanuele II, inaurgurado en 1911 y construido por Giuseppe Sacconi.


Ella comenzó a picotearme y… ¡bueno! Ya está bien ¿no? Creo que ya es suficiente…
Ahí acabó todo...

martes, 26 de julio de 2011

Mirada de lince



La emoción incontenible me acompañó durante toda la semana. Había muchas posibilidades de ver con garantía la presencia del gran gato manchado y, no daba crédito a la llegada próxima del día señalado de salida. Ansiedad, mucha ansiedad.

Admito que, una vez alcanzado el hábitat idóneo del lince ibérico en la Sierra de Andujar, había una frase del mítico Félix que se repetía con insistencia en mi mente: -“amanece, en cualquier agreste serranía de la mitad sur de la península ibérica”- era, el comienzo extraído del capitulo de El Hombre y La Tierra, con el título de “El último lince”.




Mientras, mi mirada buscaba afanosamente la silueta descompuesta por el tachonado y mimético pelaje del lince entre la espesura vegetal. Pero, la mayor posibilidad de acierto en el hallazgo de la revoltosa nutria nadando por el remanso del río, me despistó completamente. Pasadas las seis y media de la mañana, Fernando, que había sugerido la visita a éste apropiado terreno de linces, vino de su expedición como alma que lleva el diablo; no era para menos, había localizado al mamífero de entre los más amenazados del planeta, el motivo clave de nuestro ansiado viaje. Cogimos todos los aperos de fotografía, y con sigilo, acudimos a su encuentro. Entre encinas, lentiscos, jaras y otros ejemplares conformadores de la apretada vegetación Mediterránea, lo hallamos descansando apaciblemente sobre un pulido bloque rocoso tapizado de líquenes. Descansaba como todos los días entre las primeras luces del alba, seguramente, motivado por la ajetreada actividad nocturna. Los nervios ante tan soberbia criatura hacían de mí un manojo de incapacidades, no acertaba a casi nada, y milagrosamente, pude captar entre las entrecruzadas ramas la imagen de este impactante felino tan escaso en nuestro país y, único en el mundo.



Esta vez, no ocurriría como en El Valle de Ordesa, que perdí la oportunidad de contemplar a las cabras pirenaicas antes de extinguirse. Deseo como todos vosotros, por supuesto, que este portentoso felino no se extinga jamás, pero, no tengo la suficiente confianza. Ojala tengáis todos de manera organizada y prudente, la ocasión de ver a este espectacular mamífero carnívoro tan exclusivo del sur peninsular. No dudo que después de observarle, seguramente, os contagiéis de esa imperiosa necesidad de protegerle, precisamente y más aún, por haber conectado con él de manera tan directa.




Este fin de semana tan especial para mí, quedará marcado de por vida gracias a tan preciada observación.



Dormitando y expectante por los posibles peligros; así pasa los días el lince ibérico en sus descansos rutinarios.




“Si uno no supiera que la belleza del los animales es funcional, es decir, que el color de la piel, el brillo y transparencia de los ojos, la forma armónica del cuerpo, constituyen perfectas adaptaciones a determinadas funciones, pensaría que el lince ha sido tallado y coloreado, ex profeso, para impresionar a quienes lo contemplan.”


Félix Rodríguez de la Fuente

jueves, 7 de julio de 2011

Un tiempo que no volverá: por Alejandro Lucea


Foto: Wikipedia

Expongo a continuación, un acertadísimo artículo del mes pasado escrito en el diario “Heraldo de Aragón” por Alejandro Lucea, redactor jefe de deportes de dicho periódico.
Reconozco después de leerlo que, la primera persona que me vino a la memoria por su gran dedicación a la parte romántica de la montaña fue Javier Barbadillo, que nos deleita hábilmente con curiosidades de todo tipo acaecidas en los montes de su blog “El Último Rincón”. A diferencia de los protagonistas del artículo, él, nos pone al alcance y sin ánimo de lucro toda la riqueza natural existente en nuestras montañas.


“El pasado 21 de mayo Carlos Pauner coronaba el Lhotse y sumaba su undécimo ochomil; mientras que Javier Pérez conquistaba el primero. Lo que había sido simplemente una hazaña deportiva, se convirtió en el descenso y en los días siguientes en un circo. Cruce de acusaciones entre montañeros y médicos, polémicas entre los primeros, siendo la más espectacular la mantenida entre Juanito Oiarzabal y Edurne Pasaban, la primera mujer que culminó la carrera de los catorce ochomiles. Todo esto en torno al descenso del Lhotse, que obligó al rescate de Lolo González y fue agotador para los demás en especial para Oiarzabal.
Carlos Pauner tuvo mucho interés en aclarar que hizo tanto la ascensión como el descenso sin utilizar oxígeno y esto, que pudiera parecer un tema menor, para él no lo es, porque su reto es hacer las catorce cimas sin oxígeno. Hay que entender que el gran montañismo de hoy no solo es deporte, sino que también tiene un fuerte componente económico y comercial.
Polémicas como las citadas eran algo inusual, aunque también las hubo, en el alpinismo de hace unas décadas, pero son cada vez más frecuentes en el actual, porque han variado muchas cosas.
De las primeras expediciones fuera de España de los socios de Montañeros de Aragón al último éxito de Pauner, el cambio ha sido brutal. De la cuerda de cáñamo al sofisticado material que se emplea hoy va un abismo. Lo mismo ha sucedido con los sistemas de entrenamiento, con la preparación física y con el apoyo médico, que son fundamentales en el alpinismo moderno. Las montañas siempre son las mismas; pero el tiempo ha transformado todo lo demás. Hoy las expediciones se pueden seguir en tiempo real. Las conexiones vía satélite permiten que imágenes y textos lleguen inmediatamente y cada vez más periodistas se instalan en los campos base.
El tema eterno de la fatal atracción de los ochomiles ha inspirado muchas historias. Cuando hace un cuarto de siglo Reinhold Messner fue el primer ser humano en completar los catorce, su hazaña tuvo un contenido mucho más personal e íntimo. Era tiempos en los que el romanticismo impregnaba la actividad montañera. Hoy las expediciones cuentan con todos los avances tecnológicos, con un seguimiento excepcional de los medios de comunicación, con desplazamientos en helicóptero, con una alta profesionalización, con mucho dinero y prestigio en juego. En torno al gran alpinismo giran intereses económicos, deportivos, mediáticos e, incluso, políticos.
No importa que los catorce ochomiles sean un mito, porque esa extraña competición sin dorsales que inició Messner se ha popularizado hasta límites antaño impensables. Hay más de treinta y cinco cimas que superan los ocho kilómetros de altura. Están todas en Asia. El criterio para designar los catorce se estableció en la conferencia sobre el Himalaya organizada en 1983 en Munich. Se decidió entonces contar con macizos montañosos independientes, sin las numerosas cimas secundarias.
Quedan, aún, casos de romanticismo, como el del mallorquín Tolo Calafat, que perdió la batalla por la vida en el Annapurna. Su llamada desesperada -"¡sacadme de aquí, hacedlo por mis hijos!",-, su muerte solitaria, su lucha imposible contra el destino es de las que dejan huella; aunque muchos nos preguntásemos entonces qué hacía ahí un padre de familia con un hijo de un año y otro de ocho, cuyo trabajo no estaba relacionado con la alta montaña.
Ha aparecido y se ha extendido el profesionalismo. Deportistas que han hecho de su ejercicio montañero una profesión lo han convertido en más competitivo. Alberto Iñurrategui, el alpinista más joven que coronó los catorce ochomiles, decía que "pensaba que el montañismo es algo diferente a correr detrás de una marca, me gustaría volver a los orígenes, que no sea el ir pensando que la montaña es cumbre, sino que fuera de la cima hay muchos aspectos estupendos".
Hubo otros tiempos en los que el montañismo era más romántico, los medios muy inferiores y estaba en manos de magníficos aficionados, que tenían que compaginar su deporte con del trabajo. Hay quienes sienten nostalgia de esa época que no volverá y no entienden polémicas como las que se generaron en el Lhotse. Posiblemente, porque creen que manchan el espíritu puro que una vez tuvo”.