martes, 28 de abril de 2009

Cáscaras de huevo e información


búho real en vuelo


Cáscara de huevo de búho real


Cuando caminamos por el monte, sobre todo, a los que nos gusta mirarlo palmo a palmo, sin desdeñar ningún detalle informativo, vamos compilando cada resto de presas, plumas etc., mediante fotografías de valor documental.

La cáscara de huevo de la imagen, revela con rigor, el nacimiento de algún pollo en una determinada zona donde cría el “Gran Duque”. Este y otros tantos despojos inservibles del nido, son apartados a distancias muy variables.

Frente a los nidos, suele haber normalmente, dos posaderos muy marcados por las blancas deyecciones. Corresponden a ambos componentes de la pareja, utilizados para el control del nido y de posibles competidores.

Vicenzo Penteriani y María Del Mar Delgado de la Estación Biológica de Doñana; comentan al respecto, que: excrementos y plumas vistosas colocados en sitios preeminentes cercanos a los nidos de búho real “son una manera de informar a otros búhos que están entrando en una propiedad ajena, en un territorio ocupado”.


Egagrópila desmenuzada de búho real (Bubo bubo)

Hay una cabeza de fémur, una pelvis, una tibia y un metatarso, además de pelo, perteneciente a una rata de

agua (Arvícola sapidus). Los fragmentos pequeños y blancos, corresponden a cáscaras de huevo.


Las observaciones de Bühler (1970) de lechuzas criadas en cautividad, demostraron que la hembra está en disposición activa para ayudar a sus pollos mientras están saliendo del cascarón. Sin dañar a los pollitos, rompe trozos de cáscara y les quita los restos de la membrana, el alantoides y los trozos más grandes de cascarón. Cuando el pollo ha terminado de salir del huevo, la madre le quita con el pico los restos del saco embriónico y demás trocitos de material y les picotea para dejarlos limpios. Las lechuzas de Bühler se tragaban de inmediato los trozos más pequeños después de quitárselos y los más grandes, o bien los dejaban al borde del nido o, sujetándolos con una garra, los rompían y se los iban comiendo poco a poco. Esta clase de ayuda a los pollos mientras están saliendo del huevo puede “darse también” en otras especies de búho ya que supone una clara ventaja selectiva al aumentar la tasa de eclosiones.

(Rapaces nocturnas de Europa. Heimo Mikkola)


Restos de huevo de búho real con el pollo en su interior


En un estudio sobre los parámetros reproductores del búho real en Navarra, de 1989; José Antonio Donázar (CSIC), contó el número de huevos por nido, para comprobar el tamaño de la pollada, buscando variaciones significativas en relación a la fecha de puesta de la rapaz. La pérdida de huevos hueros o pollos, podría malinterpretar los resultados en la comprobación de la tasa de reproducción entre la puesta y los pollos nacidos.

El mismo, comenta en su publicación para la revista Ardeola 36 (2) que:” De todos modos, cabe la posibilidad de que los huevos hueros sean extraídos del nido por los Búhos Reales adultos durante la incubación.”

Precisamente, para anular esa “posibilidad” y convertirla en “realidad”, queda como muestra la fotografía expuesta sobre estas líneas; realizada el 3 - 5 – 1998 ( huevo transportado por búho real)

-El 8 de febrero de 1998 observo a la hembra incubando.

-21 de marzo, nace el primer y único pollo. El huevo queda al margen.

-29 de marzo, continúa el huevo apartado.

-3 de mayo no detecto el huevo y reviso toda la pequeña cortadura rocosa. Lo encuentro a unos 120 metros de distancia del nido, en un espolón rocoso junto a una extremidad de liebre, varios huesos, egagrópilas y un ala de ánade real.

Quiero resaltar, la presencia de la hembra en el interior durante las doce visitas anteriores efectuadas al nido (con telescopio), por lo que ningún animal osaría llevarse el huevo estando la progenitora dentro.

Sospecho que el huevo explotó, debido al efecto de los gases por la descomposición del pollo. Esa situación, debió de provocar molestias por la concentración de moscas y, como un resto más, fue retirado del nido.

He visto huevos hueros, que no se han retirado del nido en toda la cría, quizá, porque no molestaban.


Plumas de paloma torcaz en promontorio rocoso


sábado, 18 de abril de 2009

EL HOMBRE Y LA TIERRA (Recuerdos)

“Las grullas se llevan, tras de sus alas la mirada de los hombres de la naturaleza”.
(Félix Rodríguez de la Fuente)




Gala, protagonista de la escena.

"El águila real que atruena ahora el valle con el zumbido que produce su picado, cae como un meteoro. Frena con trallazo impresionante, se cierne una décima de segundo, arranca materialmente al rebeco de la cornisa y en un par de golpes de ala lo saca al vacío y lo deja caer".
(Cuaderno de Campo nº II, Grandes águilas)


"Queridos amigos, me imagino su cara de sorpresa, al vernos manipulando huevos de avestruz, en una película de la fauna ibérica".
El Buitre Sabio (serie de El Hombre y la Tierra, TVE)


Campamento de Pelegrina 2008


"Queridos amigos de la Fauna Ibérica, no les sorprenda nada, que haya venido un águila, de la montaña, a nuestro campamento. Estamos en el Valle de las Águilas, estamos, en un rincón agreste de la fauna ibérica, donde estamos tratando de estudiar la conducta de las aves de presa, y sobre todo de reintroducir, una serie de rapaces, concretamente de águilas; en la vida salvaje". El Valle de las Águilas (serie de El Hombre y la Tierra, TVE)


El Valle de las Águilas 2008


Campamento de Pelegrina, con la peña "La Luna", al fondo.


Peña "La Luna" 2008 




"Observar una pareja de polluelos de águila perdicera, es un verdadero privilegio. Quedan ya muy pocas parejas de águilas perdiceras en España".
El águila perdicera (serie de El Hombre y la Tierra TVE)


Escenario en 2007


"Cualquier extraplomo, acantilado o tajo fluvial pueden albergar al nido del águila perdicera" (Fauna Ibérica tomo VII)
El águila perdicera (serie de El Hombre y la Tierra TVE)


Extraplomo en 2007


El Árbol Viviente

"Desprovistos los árboles de sus hojas, el viejo chopo, herido por el rayo, nos muestra sus cien cicatrices.
A simple vista, no se descubriría nada; más si observamos con detenimiento, grieta a grieta, oquedad por oquedad, iremos conociendo a sus criaturas".
El águila perdicera II (serie de El Hombre y la Tierra TVE)


El "Árbol", sigue viviendo 2008


"Los halcones utilizan una técnica perfecta, uno de ellos, procura mantener siempre dominada a la pieza, para metérsela en las garras al otro. Pasada tras pasada, la van cansando, la van acercando al suelo, que es donde podrán dominarla con más facilidad". Altanería (serie de El Hombre y la Tierra TVE)


La Torresaviñan 2008


(Recuerdos de la infancia).

"La pradera alta de la montaña, mi secreta pradera, donde escondía yo algunas cosas a las que nadie más, que algunos amigos íntimos tenían acceso, estaba muy cerrada, entre dos rocas y no me permitía ver, más que un pedazo relativamente estrecho de cielo".
Las águilas (casete de Félix Rodríguez de la Fuente).


Poza de la Sal 3- 4- 1980


Poza de la Sal 1- 9- 2007


Paisaje de Pelegrina, donde se grabaron gran parte de los capítulos de
El Hombre y la Tierra.

Homenaje a todo el Equipo.


sábado, 11 de abril de 2009

La lechuza (Tyto alba)

-¡Tranquilo, es una lechuza! ¡Es una lechuza, no pasa nada! ¡Tranquilízate! Estas y más palabras, aparecían en mi aterrorizado pensamiento mientras trataba de dormir mi primera noche solo, en el campo. Debió de aparecer a las 02´00 h. de la noche cuando ya estaba en el quinto sueño.Vaya casualidad que, en el pequeño soto de álamos blancos, rodeado de campos de labor, hubiera una rama utilizada como posadero por la lechuza y que en aquel preciso momento, me pillara a unos cuatro metros de distancia y de espaldas, espetándome todo su repertorio sonoro casi a la altura de la oreja. Ahora me causa una leve sonrisa. Pero aquella noche del tres de junio de 1980, bajo la intensa luz de la luna llena, el infernal griterío con siseos y lamentos, me hizo dudar aterrado, incapaz de girarme para observar a la supuesta lechuza, aún consciente de su presencia. 

Lamentablemente, preocupa la despoblación de éste ave tan representativa entre nuestras rapaces nocturnas. La lechuza, parece cada vez más rara. Las reformas de las casas de pueblo, al haberse cerrado todas las ventanas de los graneros antes abiertas a la intemperie; el derribo de las casas viejas y el poco aprecio que se les ha dispensado, ha hecho que la lechuza, tenga que abandonar la compañía humana para buscarse otros reductos lejos de su presencia. Los atropellos por carreteras comarcales cada vez con mayor afluencia de tráfico, son otro gran problema, sobre todo, en cuanto a su descenso poblacional.

El búho real (Bubo bubo) y otras rapaces, depredan sobre las lechuzas, pero esta presión no perjudica a sus poblaciones

El vuelo de la lechuza, resulta tan llamativo como el de la abubilla. Parece una nube de plumas transportadas por el aire, como si volar careciera de esfuerzo alguno.

Hembra de tonalidad intermedia. Tanto el macho, como la hembra, ostentan una coloración del plumaje realmente extraordinario en cuanto a belleza combinada de grises, blancos y dorados. Es una de las aves más bellas de nuestra fauna.

Los acúmulos de egagrópilas, son frecuentes en lugares donde descansan éstas rapaces durante el día o, entre la jornada de caza nocturna.

El tamaño de las egagrópilas, rara vez supera los ocho centímetros de longitud. Suelen ser alargadas o redondeadas, diferenciándose de las de otras rapaces nocturnas, por el brillo que provoca la mucosa segregada por el aparato digestivo. Son, los restos indigeribles de las presas capturadas y prensadas por la molleja; pelos, huesos, plumas etc. regurgitadas al cabo de unas ocho o diez horas desde la ingestión de la presa.

Los almacenes para los aperos de labranza, los de guardar el grano y los corrales del ganado, son en la actualidad, el refugio de la lechuza; además de las torres de campo semiderruidas por el paso del tiempo, que también les ofrecen espacio para criar.

La aversión que las rapaces diurnas sienten por las nocturnas es de sobras conocida, sobre todo, por los alimañeros que utilizaban a los búhos como cimbel para atraer a las diurnas y eliminarlas con disparos, indiscriminadamente.

Ignoro si el odio y la venganza de las nocturnas estará reflejado en su conducta, a juzgar por la aparente falta de respeto de la lechuza que, no ha tenido reparo en defecar sin remordimientos sobre el cadáver de éste aguilucho lagunero joven, muerto en extrañas circunstancias en este mismo lugar, bajo el posadero.

La fotografía ha sido tomada en la misma posición del hallazgo. La muerte del joven aguilucho es una incógnita.

jueves, 2 de abril de 2009

EL GORRIÓN ALPINO


Gorrión alpino, perdiendo el amarillo invernal del pico y mostrando ligeramente el mentón negro

Cuando la montaña se torna estacionalmente inhóspita, a causa de la llegada de las primeras nieves y heladas; el gorrión alpino (Montifringilla nivalis), tan sólo, corrige la altitud descendiendo para conseguir mejores oportunidades en los lugares donde la nieve, no oculte su zona de alimentación.

El acentor alpino (Prunella collaris) y el treparriscos (Tichodroma muraria), sobre todo este último, de alimentación preferentemente insectívora, ya ha descendido a cotas más bajas; barrancos calizos de escasa altitud donde los invertebrados se ocultan entre las grietas de la roca, permaneciendo mas activos. El acentor alpino, de dieta mas variada, aguanta mejor las inclemencias atmosféricas, salvo las fuertes ventiscas, que también le hacen desplazarse a espacios más favorables. En el gorrión alpino, los frentes de fuerte temporal, son el aliciente obligado para trasladarse necesariamente hasta las poblaciones rurales y pistas de esquí; lugares apropiados para nutrirse con despojos desechados por los humanos. Sin embargo, éste no abandonará el sistema pirenaico, compartiendo con la perdiz nival (Lagopus mutus), los rigores del crudo invierno.

A pesar de no ser actual éste post y como para mi no existen noticias perecederas en temas faunisticos con protagonistas de la talla del gorrión alpino; la sugerencia de ir a anillarlos, expuesta por Carlos Pérez, me pareció una excelente idea. Una vez escogido el temporal adecuado, nos establecimos en una estación de esquí cualquiera y procedimos a la instalación del trampeo. Evidentemente, con los permisos reglamentarios. Las semillas traidoras, pronto realizaron su trabajo; cayendo poco a poco las aves, ante su irresistible atracción.


Con sus anillas en la pata


Se capturaron además: chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus) y acentores alpinos (Prunella collaris). Se tomaron los datos biométricos después de anillarlos y posteriormente, se soltaron.

Perplejo, admiraba a un ave poco más grande que un gorrión común, mientras lo sujetaba, capaz de sobrevivir en cotas tan dispares (2000 a 3000 metros de altitud), apañándose perfectamente en la soledad de la alta montaña. Toda una evolución morfológica sorprendente, en cuarenta gramos de peso.


Extensión alar y detalle del contraste blanco y negro


sábado, 28 de marzo de 2009

El búho real incapacitado ( II )

 
La vulnerabilidad de los jóvenes después de abandonar el nido, ocasiona bastantes bajas.

Unos días después de la liberación del infortunado búho real (Bubo bubo), revisé los restos recogidos durante el campeo bajo los cortados del tranquilo barranco calizo. Lo que parecía una extraña muda que podía subsanarse con unos días de reposo, resultó ser algo más complejo. Las plumas rémiges y rectrices desprendidas durante sus andanzas nocturnas, sólo tenían poco más de seis centímetros de desarrollo fuera de la vaina de muda, y ésta, carecía del grosor natural de un plumaje sano. Esto me hizo sospechar que realmente, el joven no volaría jamás. La vaina, era un raquítico cañón amorfo y sin consistencia, cuyo final se ensanchaba ligeramente al dejar salir la nueva pluma; tenía forma de copa y se fracturaba con facilidad. Para comprobar el estado físico de la rapaz nocturna, hice seguimientos esporádicos con intención de recuperarla.

Ejemplo de acariosis en plumas rectrices ( 4 lado izquierdo ) y rémiges ( 4 lado derecho ); se observa el subdesarrollo de las mismas y la inutilidad para el vuelo.

Detalle de las vainas de crecimiento.

El 29- 9- 1985, confirmé la sospecha al capturar de nuevo a la rapaz condenada a caminar (por la incapacidad de volar) y el estado del plumaje era el mismo. Al manipularla mientras la observaba, detecté una herida gangrenada y seca en la parte superior del ala izquierda. Tenía muy mal aspecto, a través de ella, era posible reconocer la parte ósea del radio y el cúbito, además de insectos necrófagos pululandola. 

Cuando la preparaba para el traslado al centro de veterinaria, un repentino forcejeo hizo que el búho acertara a clavarme una de sus uñas (la posterior) en la muñeca izquierda; las otras tres quedaron cerradas por fortuna. Quedé estupefacto mirando como el curvo punzón se hundía en la carne con una facilidad pasmosa. Traté de abrir la garra, cosa imposible, todavía apretaba más y sus ojos parecían enloquecidos, como a punto de estallar. La deposité en el suelo lentamente, seguía aferrada a mi muñeca, pero, era la única manera al no sentirse sujeta, de que me soltara. Sudor, náuseas, malestar general fueron los síntomas posteriores por la herida. Me tumbé en el suelo para despejarme y simultáneamente maldije el seguimiento del búho real. Al cabo de una media hora, desperté y la rapaz había desaparecido. El dolor en la muñeca empezó a hacerse insoportable.


Para hacernos una idea del tamaño de las uñas del búho real, reproduzco la escenificación del momento del accidente, ahora, sin riesgo alguno. No duró mucho el rencor y, la semana siguiente, continué la búsqueda sin resultados satisfactorios. Después de varios fines de semana buscándola infructuosamente y a pesar de ver al ejemplar adulto al final del barranco, no dimos con ella. El tiempo pasaba en su contra y las esperanzas se esfumaban.



El perímetro en rojo, delata la zona alar y caudal donde deberían estar las plumas rémiges y las rectrices. 
Finalmente, localizamos a la rapaz incapacitada dos meses y medio después a más de 500 metros de distancia del lugar de nacimiento, muerta e intacta. Era lógico, aparte del plumaje defectuoso, la grave herida alar; dos lastres excesivos para un ave condenada ya desde su nacimiento sólo a caminar. Lo más cruel, fue determinar la incógnita sobre el desplazamiento. Todo el camino recorrido hasta el lugar del hallazgo, era debido posiblemente al destierro, la emancipación forzosa. Seguramente, en octubre, los progenitores la obligaron a abandonar lo que hasta la fecha fue su territorio familiar. Comenzaba otro nuevo ciclo de reproducción para los adultos y ella, ya no era bien recibida.


No había esperanzas de encontrarla con vida pasadas tantas semanas, sobre todo, al haberle detectado una herida tan grave. Este fue el final de una cruda realidad como tantas otras que acontecen en la naturaleza. 

Conclusión; tras el recuento de las plumas recogidas, fueron tres los pollos de búho nacidos. Aunque dos de ellos, murieron por causas desconocidas ya en el nido. Los tres sufrieron el mismo parasitismo del ácaro del cañón, que vive en el interior de las plumas remeras y timoneras (rémiges y rectrices). Son muy alargados, durante la muda, abandonan las viejas plumas y se introducen en las nuevas que nacen, alimentándose de queratina que es la proteína que interviene en la formación de las plumas, uñas, pico, etc. las debilitan y se vuelven quebradizas. En este caso, anularon el crecimiento.


Las dos plumas pequeñas de la izquierda, son timoneras del joven de seis meses de edad aproximadamente; la tercera de arriba también, pero, de un ejemplar de unas cinco semanas de edad.
A la derecha, la 1ª es del ejemplar mencionado de unas cinco semanas. Las dos siguientes son del joven incapacitado. Es una diferencia desproporcionada, la de un plumaje completamente sano vista la longitud cilíndrica de la vaina a la de otro parasitado, falto de la pulpa proteica en cantidad equilibrada por la acción de los ácaros. Durante el periodo de cría, una vez abandonado el nido por parte del único superviviente, fue atendido por la hembra puntualmente que siempre estaba cerca. A pesar de las atenciones, si hubiese carecido de la herida, la expulsión del territorio le habría condenado a la muerte por inanición, debido a su insalvable incapacidad.

En este último ejemplo se compara la pluma rémige derecha de un buitre leonado Gyps fulvus con la izquierda del búho real; ambas atacadas por ácaros. El cálamo y el raquis escamosos no tienen consistencia alguna en ambas.


jueves, 19 de marzo de 2009

No solo la mantis es religiosa

Los pajares del Villar



Esperando la hora de enganchar  

Los buitres leonados en las mañanas de buen sol, aparte de la necesidad del baño solar, se reúnen quizá para deliberar sobre el tema de las carroñas "la cosa pinta mal" parecen pensar. Esta claro, que no hay mejor lugar para pedir que en la casa de Dios.