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lunes, 10 de agosto de 2020

Tejón (Meles meles)



Un pinar de carrasco bajo las afloraciones calizas será el escenario escogido para colocar la cámara. Enseguida se vislumbra el rastro dejado por este gran mustélido a lo largo de su senda; me refiero a esas finas hierbas que utiliza como tapiz mullido en sus encames dentro de su tejonera. 

Dispone de unas herramientas excavadoras, sus zarpas, muy efectivas para horadar amplias galerías. En las cámaras aporta un mullido colchón de hierbas secas, que son las que aparecen por los accesos cuando el tejón las extrae al perder su originaria función. Estas cámaras suelen estar a 5 o 10 metros de la entrada y a mas de 3 metros de profundidad. Para cada camada excava una nueva paridera. Las grandes madrigueras, con conductos de ventilación y un sistema de galerías de entrada y salida, se conservan, a menudo, durante décadas y son habitadas por muchas generaciones de la misma familia, que las amplia constantemente. Se han encontrado "mansiones" con mas de 40 salidas, cuyas galerías, dispuestas en varios pisos, llegan a medir hasta 100 metros de largo.

Antaño, cuando se aprovechaban los minúsculos terrenos de las laderas de los montes para recolectar los frutos de los almendros, entre otras cosas, los lugareños estaban mas cerca de las huras de los mamíferos. Actuaban de alimañeros y tabicaban las entradas de zorros y tejones para dejarlos encerrados. En este caso, la tejonera tenía tres de los principales accesos tapiados. Pero, como podéis comprobar, generaciones de tejones posteriores a este tipo de acciones han dejado de manifiesto la ignorancia de aquellos que pretendieron dejarles sin salida. Estos mamíferos tienen todo el tiempo del mundo para gastar las poderosas uñas de sus manos.

Un montón de cáscaras de almentras, trabajadas por el ratón de campo Apodemus sylvaticus dentro de la oquedad, delatan al pequeño micromamífero con el que comienza el documento.



sábado, 1 de junio de 2019

Nido malogrado de búho real (4ª parte y final)


Hembra de búho real Bubo b. hispanus en el nido con sus tres pollos el año anterior al abandono de los huevos. Siempre importunada por la provocación de las chovas piquirrojas.

Termino este breve y sencillo ciclo de entradas derivadas del abandono de la puesta de esta pareja de búho real, causada, probablemente, por la irrupción de alguna cabra montés en la repisa de nidificación.
Me ha resultado interesante la experiencia mediante el uso de vídeo-trampeo para descubrir estas secuencias tan habituales en la naturaleza. Unas imágenes imposibles para la mirada humana.
Sé que no son tan impresionantes como los grandes documentales, sin embargo, arrancan del modo menos intrusivo la intimidad de ciertas criaturas, desenvolviéndose amparadas por la oscuridad. Salir a comer y evitar ser comido es la filosofía animal de aquellos que están bajo el yugo estresante de los predadores; se palpa en las secuencias observadas.
El búho real, como el mas señalado superpredador, es capaz de atrapar ginetas, pequeños tejones, jóvenes zorros y garduñas, por ello, el campeo de estos animales siempre va acompañado de mucha prudencia. Cualquier descuido les puede pasar una desagradable factura. 

Restos de un joven tejón Meles meles tras la cría de esta hembra de búho real en el mismo nido. 

Extremidad posterior de garduña Martes foina devorada por búho real tras la cría.

No obstante, a pesar de la imponente presencia del búho real, o la garduña desvalijando el nido, con huevos falsos, nada ha llamado mas mi atención que la criatura de este vídeo. Aparece en las restantes grabaciones de 30 segundos la misma noche que lo hace la hembra de búho real y la garduña. Su desparpajo evidencia esa actitud indudable como propietario de este territorio, compartido indirectamente, con estas dos especies nada amigables. Un superviviente nato.

                             
Ratón de campo Apodemus sylvaticus afincado en la repisa de nidificación del búho real, rebusca en el cuenco del nido.

La vida para algunas criaturas es tan larga por la noche como por el día, dada la presión que ejercen sobre ella sus predadores. Realmente son seres que, a pesar de su enorme capacidad reproductora, requieren de una inteligencia adaptativa sorprendente para cargar en su cuenta vital tantos días como les sea posible, evitando el mínimo despiste. Solo suma alternar la alimentación y la reproducción con la atención férrea de todos sus sentidos.

Un lirón careto Eliomys quercinus se acerca a la presa oculta por un búho real, cuya oquedad, la rapaz ha convertido en despensa.


Búho real acude a recuperar su presa; la mitad posterior de una liebre depositada la noche anterior. 



Mas sobre este apartado entre el lirón careto y el búho real:
https://lanaturalezaquenosqueda.blogspot.com/2009/07/despensas-del-buho-
real-ii.html

Sobre el búho real y su entorno:
https://lanaturalezaquenosqueda.blogspot.com/2014/07/no-es-facil-ser-buho-real-parte-1.html



jueves, 6 de junio de 2013

Más agua para la rata de agua


 
El año pasado, la sequía dejó grandes tramos del cauce del río Mesa completamente secos. La estampa era descorazonadora, una pátina pardusca entonaba uniformemente lo que había sido, semanas antes, un río bravo entre grandes cortaduras calizas. Las ratas de agua (Arvicola sapidus) y los mirlos acuáticos (Cinclus cinclus) tuvieron que desplazarse a las zonas posteriores del río donde se mantuvo cierto caudal gracias a los manantiales e interfluvios que avivaron hídricamente el resto del cauce. A pesar de las lluvias persistentes en casi todo el país, parece que tardaron en aparecer sobre esta zona de la provincia de Guadalajara, donde nace este río castellano aragonés.
Los ríos este año bajan pletóricos, rumorosos, bravíos y colmados de este elemento vital que genera el mantenimiento de la vida. A pesar de ser imágenes del año pasado, quiero mostraros estas secuencias fotográficas captadas mientras en una sentada junto al río, contemplaba tranquilamente sin apenas interferir en las labores de este mamífero vegetariano de 200 gramos tan característico de los espacios húmedos, sus idas y venidas. Tras el simpático arvicólido al nadar se formaba una vistosa estela, las formas resultantes en el agua también llamaron mi atención.
Cuando las persistentes lluvias dan como resultado la fluidez adecuada de nuestros ríos, el tiempo desapacible no me parece malo en absoluto.




viernes, 25 de mayo de 2012

Rata de agua (Arvicola sapidus)


                      Rata de agua (Arvicola sapidus)

Esta zona umbría del valle de Calmarza, domina el espacio cerrado del encajonado cañón que encauza, al todavía, cristalino río Mesa. Es un tramo interesante donde anida el picapinos, la oropéndola y otros tantos pajarillos habituales de los sotos. Donde el mirlo acuático se zambulle y posa sobre las piedras salteadas entre la corriente; la lavandera cascadeña deambula por el tierno limo en busca de insectos; el cárabo aguarda sobre el viejo nogal y la rata de agua corretea por sus desapercibidas galerías cruzando segura, una y otra vez, el cauce del río. 
La sequía se ha cebado en unas regiones más que en otras y, en este caso, el caudal del río Mesa la padece. A pesar de todo, el mirlo acuático da fe de la aceptable calidad del agua, ya que su alimentación consta principalmente de invertebrados característicos de aguas oxigenadas. 



Después del encuentro con la corza, dirigiéndome a casa tuve otro fugaz con una rata de agua. Hacía años que no veía ninguna, tal vez por no haber prestado atención a los lugares adecuados ni haberme fijado lo suficiente o, dada su actual situación, por ser cada día mas escasa. Dos horas tuve que aguardar pacientemente la reaparición de este arvicolino, pero, mereció la pena. Observar a este mamífero anfibio, nadador excelente, es un atractivo pasatiempo para el observador. 


Me contaban mis mayores que, las ratas de agua, eran apreciadas por su carne y se capturaban para comer; topos de agua las llamaban. Recuerdo que les preparaban una trampa artesanal que consistía en tres palos colocados hábilmente con un equilibrio muy inestable para que, una vez mordida la manzana pinchada en el extremo interior, se desmontaran con un leve tirón dejando caer una enorme losa pétrea apoyada entre éstos y el suelo. Al caer, la laja aplastaba al roedor. 


El abandono de las tierras de labor en los entornos rurales no ha debido favorecer a la rata de agua. Parte de su alimentación consistía en los frutos caídos de los árboles y los tubérculos de algunas hortalizas. Curiosamente, apunta Bang Dahlstrom en su guía de rastros y señales y, como consuelo del agricultor que, cuando una rata de agua comienza a devorar un nabo, hasta que no lo termina, no empieza otro. Creo que es un gran detalle por su parte. Pero, por lo visto para los hortelanos del Mesa, dicha acción no les eximía de las mencionadas trampas.

                            

                              Mirlo acuático (Cinclus cinclus)

                            
                      Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea)


domingo, 14 de febrero de 2010

Topillo común: algunos datos


No es la foto más alegre del topillo, pero, al margen de presentar minuciosamente su aspecto y morfología, la imagen encierra un dato que más adelante detallaré.El sábado pasado, estuve observando durante poco tiempo una tabla de alfalfa en su ciclo final productivo. Había unos aspersores en línea a lo largo y ancho del terreno de una altura de unos 180 cm desde donde avizoraban los alrededores dos ratoneros y un cernícalo. Un milano real, lo hacía en vuelo. Desde el suelo, campeaban dos aguiluchos laguneros, una garza real, avefrías, grajillas, torcaces, estorninos, etcétera. Quiero concretar que, las rapaces y la garza, buscaban probablemente la oportunidad de capturar algún topillo osado que se aventurase fuera de su galería por cualquier motivo, ya que toda la superficie era un entramado general de agujeros.

El topillo común (Pitymys duodecimcostatus), es un mamífero roedor de pequeño tamaño. Su longitud no excede de los 12 cm si contamos desde la cabeza a la cola; ésta última, mide unos 3 cm. Su peso, es de 15 a 22 gramos. Lo más interesante de este roedor es su morfología, adaptada por completo a la excavación del suelo, ya que su vida transcurre en el interior de las galerías que él mismo practica. Posee unos incisivos de crecimiento rápido, pues la actividad cavadora les genera un continuo desgaste que hay que contrarrestar. Su cuerpo es cilíndrico y la cola corta, como sus orejas, que apenas sobresalen. Tiene unos pequeños ojillos que casi pasan desapercibidos entre el tupido pelaje, y sus extremidades cortas, son también muy prácticas para desenvolverse cómodamente mientras horada galerías.

El topillo común prefiere el ambiente mediterráneo, distribuyéndose por casi toda la península. Falta en la región noroeste. Gusta de espacios despejados con terrenos adecuados a su capacidad cavadora. Riberas, zonas de cultivo, prados, herbazales y lugares afines hasta una altitud de unos 1500 metros sobre el nivel del mar, son entre otros, los espacios elegidos por estos micromamíferos.Su alimentación se basa fundamentalmente en raíces de plantas que devora desde las galerías, como tubérculos, bulbos, rizomas etcétera. También por este hábito, resulta sumamente perjudicial para el agricultor cuando devora las de sus cultivos.El ciclo reproductor del topillo común se extiende a lo largo del año, dando como resultado, de dos a seis camadas. En el interior de cámaras bien tapizadas con hierbecilla y pequeñas raíces, tiene lugar el parto, que suele producir entre una y cinco crías.


Aquí está el resultado de la presión que soportan estas criaturas bajo el peso de un bestial abanico de depredadores. Sería más fácil y rápido, enumerar al resto de especies.
Si os fijáis en esta imagen más visible y precisa, comprobareis que hay una zona bajo el perímetro de la caja torácica donde el pelaje está más revuelto y humedecido; pues bien, se trata del pinzamiento de un córvido con objeto de partirle el espinazo. Podría tratarse de una corneja o una urraca los causantes de su muerte. Estas aves, no tienen capacidad de transportar a su presa en caso de peligro y la abandonan. Matan a picotazos, y al carecer de pico ganchudo, no pueden desgarrarla fácilmente ni aplastarle el cráneo como haría cualquier rapaz. No confundir este hallazgo con el de las musarañas, que son abandonadas por su mal sabor.

 

Vista inferior del cráneo de topillo. Algo desenfocados, los incisivos cavadores, y más detallados, los molares. La zona superior corresponde a seis molares; tres por cada lado, y dos incisivos. Las mismas piezas dentales para las inferiores.



 

Mandíbula inferior izquierda. Los molares, dan la impresión de ser pequeñas columnas en una misma pieza. Esta dentición, es de especialización vegetariana. El filo del incisivo da idea de la dolorosa mordedura de este, no tan inofensivo, roedor.



 

Una vez extraído el incisivo de la mandíbula, comprobamos la exagerada longitud del mismo. La dentina encierra la cavidad pulpar que permanece abierta, permitiendo el continuo y necesario crecimiento de la dentadura, neutralizando así el constante desgaste. Un arco inferior a modo de vaina encierra el laboratorio anatómico que guarda la muestra ya endurecida del incisivo disponible.

 
Cúmulo de tierra con orificio. Observar fijamente la diferencia de color por la humedad de la tierra al ser extraída recientemente por el topillo, este es un indicio clave de la ocupación de la galería. El roedor está trabajando en tareas de reparación. Los montones sellados, determinan la finalización de la obra, así, evitan inundaciones durante las lluvias.

 
Vista general de un campo de alfalfa segada con sus visibles montículos.