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martes, 23 de diciembre de 2014

GARÇA MOURA (Ardea cocoi) pescando


Jardín botánico de Río de Janeiro 28- 10- 2014; 14´59 horas

Estoy indeciso, sin objetivo concreto ante el vuelo huidizo de varias aves que desaparecen en el bosque mientras me aproximo a ellas a paso lento. No consigo de ningún modo fotografiarlas. Hay mucho movimiento dentro del frondoso y oscuro entramado arbóreo, por contra, la escasa luz me impide obtener alguna toma decente. Resulta desesperante.
Un guarda del parque botánico me advierte gesticulando y en voz baja del avistamiento de una garza que ha capturado un pez; supongo que lo hace al verme con la cámara de fotos. Estoy inmerso en el seguimiento de los tucanes pero, no quiero hacerle un feo y agradezco su amabilidad, por lo tanto, acudo con interés. Allí todo es interesante, absolutamente todo.

La garza camina con paso invariable, altanero, portando un enorme pez atravesado por sus dos arpones, es una buena captura, evidentemente. Con las mandíbulas presionando la presa insertada no tiene ninguna posibilidad de zafarse. La estrategia de la garza es la de rematar el preciado pez cuanto antes, ya que éste mantiene su aleta dorsal desplegada siendo su única opción para entorpecer al máximo su inevitable destino. El porte de la gran zancuda es deslumbrante, hablo de una garza de 125 cm de altura la mayor del territorio brasileño; 35 cm mas que nuestra garza real Ardea cinerea. Una vez alcanzado el lodazal de la orilla deposita la presa y la arponea varias veces; no es una escena agradable. Por si fuera poco, a continuación, la presiona contra el fango como si pretendiera asfixiarla. 
La víctima del ardeido es un Hypostomus commersoni, conocido como casquero, vieja negra, vieja de río, etc. Es un Siluriforme de la familia Loricaridae habitante de agua dulce tanto de ríos como de pantanos. Puede alcanzar los 60 cm de longitud y un peso de 1´80 Kg. Su alimentación es detritívora; consumidor de todo tipo de nutrientes residuales de las profundidades. A medida que transcurre el tiempo, la paciente y experimentada práctica pescadora de la garça moura consigue doblegar definitivamente la defensa del acorazado siluro. Abatido, su membrana dorsal languidece al ritmo de su propia vida, plegándose lentamente. La incólume zancuda lo enjuaga ligeramente y comienza in situ el proceso final con la ingestión.

Os dejo con la dramática secuencia fotográfica entre la garza moura y el casquero.

Cuando son pequeños los casqueros se utilizan, precisamente, para hacer limpieza del fondo de los acuarios