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jueves, 22 de diciembre de 2016

El silencio


Como me estremece el momento en el que la nieve comienza a caer con su parsimoniosa lentitud. Un notable silencio acompaña a este momento tan confortable en el que los sentidos parecen aflorar con toda su capacidad de percepción, descansando a su vez. Es la paz que tanto evoco. Me envuelve en ese preciso momento aislándome del indómito y estridente mundo de la urbe. Una sensación placentera y necesaria para afrontar la rutina pendiente.

Os dejo con la definición de este fenómeno meteorológico explicado, precisamente, por un gran meteorólogo.



¿A qué es debido el silencio que suele acompañar a las nevadas? 

Seguro que alguna vez ha llamado su atención la calma y el silencio que se percibe durante una nevada y algún tiempo después de haber finalizado la misma. La explicación a este hecho lo encontramos en la morfología de la propia nieve, en especial la del manto nivoso. Cada nevada es diferente, ya que durante el tiempo en que cae la nieve los copos van cambiando de forma y de tamaño; copos grandes y esponjosos de intercalan con otros mucho más pequeños, similares a la caspa. A veces, de forma excepcional, lo que cae del cielo son cristales de hielo individuales de gran tamaño (macroscópicos). Un copo de nieve típico es una amalgama de cristalitos de hielo hexagonales de tamaño microscópico; muchos de esos cristales tienen forma estrellada. La porosidad es una de las principales características de la nieve, debida a los numerosos huecos que existen entre esas delicadas estructuras de hielo que constituyen los copos. Los copos al caer forman pequeños tirabuzones y alcanzan velocidades entre los 30 y los 80 cm/s. En dicha caída van atrapando minúsculas partículas que flotan en el aire, lo que contribuye a reducir el ruido ambiental, ya que dichas partículas actúan como pequeños amplificadores de las ondas sonoras. Por otro lado, una vez que la nieve se deposita en el suelo, el manto que se va formando contribuye muy eficazmente a absorber los sonidos, debido justamente a la gran cantidad de aire atrapado en su interior.
 En resumen, la presencia de un aire más limpio y de un medio absorbente muy eficaz de las ondas sonoras da como resultado el silencio que acompaña a las nevadas. El efecto es especialmente acusado en parajes naturales alejados de nuestras ruidosas ciudades.   

José Miguel Viñas. “Preguntas al aire” de Alianza editorial


Feliz Navidad a todos.