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sábado, 23 de abril de 2022

Buitre leonado abre sus alas para solearse tras el frío de la noche

 


Las noches invernales de Teruel son largas y heladoras. Al amanecer, tras la veladura escarchada del monte a causa de las gélidas temperaturas, los buitres leonados Gyps fulvus buscan los mejores bloques pétreos para atenuar el frío ante los cálidos rayos del sol matinal. Ya cuentan con espacios comunitarios e individuales para dicha funcionalidad, y los van llenando paulatinamente cuando su pereza mañanera es vencida por la necesidad de calentarse al sol. Así, vemos desplegar su gran envergadura desde lo alto, con una postura que tanto nos llama la atención cuando miramos perplejos la inmensidad del ave.

Otras funciones por las que abren sus inmensas alas, comentan los científicos, han sido relacionadas con la lucha contra ectoparásitos, la síntesis de la vitamina D, el mantenimiento correcto del estado del plumaje y la termorregulación, sobre todo, en noches tan desapacibles. La frecuencia más común por la que adoptan los buitres leonados esta postura para solearse coincide con la dureza invernal y los periodos de lluvias. Aunque, no resulta extraño observar a estas carroñeras solearse en condiciones nada adversas y con un penetrante sol en días estivales.

En consecuencia, dada la disparidad de motivos variados sobre dicha conducta en estas aves carroñeras, este interrogante queda abierto a futuras investigaciones más precisas de seguimiento científico.

Nota:
El vídeo se ha abreviado para resumir la secuencia. El buitre permanece cerca de tres minutos con las alas abiertas. 

viernes, 25 de febrero de 2022

Buitre leonado calcula el despegue con fuerte viento (vídeo-trampeo)



Han pasado varios años desde que observé aquel aterrizaje fallido de un buitre leonado Gyps fulvus en lo alto de un cortado calizo. No imaginaba el vuelco que iba a dar la escena.

Era un día de viento tan fuerte, que solamente los milanos hubieran sabido sacarle partido lúdico con sus piruetas aéreas a ese vendaval. Verdaderos artistas de la navegación por este meteoro tan molesto para los humanos y otras tantas especies. Ni siquiera el búho real Bubo b. hispanus se molesta con noches tan ventosas en desgañitarse para marcar su territorio.

Como decía, el amplio carroñero volaba hacia el cortado calizo. Nada extraño hasta el momento. El cañón calizo del río Mesa era un conductor acelerante del viento, y lo peor de todo, esos cambios racheados que desconcertaron a la magna rapaz velera. 
Así ocurrió cuando fue a posarse en lo alto del cantil. El aterrizaje basado en las maniobras precisas del buitre eran las correctas, manejando mediante movimientos alares y el timón de las rectrices el viento a su antojo. Todo iba bien cuando las garras encaraban la roca para culminar sus alas el final del viaje. Sin embargo, una ráfaga inesperada y bestial fue tumbando la vegetación a su dramático paso, alcanzando también al maniobrero buitre haciéndole perder el equilibrio. Pegado al cortado y aleteando, descendía mientras en caída libre era absorbido por el abismo. 
Por fortuna, una sabina negra aperchada en la roca, logró sujetarlo como si de un abrigo se tratara. Con las alas extendidas quedó abarcando la totalidad del arbusto, por fortuna, a salvo. Parecía sujetarle las alas el ramaje amigo de la desvencijada y centenaria sabina, soporte de tantas aves en su, ahora, yerma copa.
El buitre leonado se tomó su tiempo. Descansó y trató de sujetarse al troco principal, ya que sus garras pendían entre las ramas escamosas. Aleteó para ganar apoyo. Un punto adecuado que le permitiera impulsarse hasta dejarse caer. Parecía una maniobra a la desesperada, pero, lo hizo con una brusquedad elegante. 
Al separarse aparatosamente del arbusto y de la pared caliza con agitados aleteos, todo retumbó entre el cañón rocoso a pesar del ensordecedor viento.

De nuevo, limpio el horizonte, se apropió del espacio.

Os muestro el curioso vídeo de un buitre leonado tomándose su tiempo para despegar con éxito contra el fuerte viento.  



Aterrizaje de buitre leonado.

Flexionado para tomar impulso antes de emprender el vuelo.

Solárium matinal en la pareja de buitres leonados.


viernes, 5 de marzo de 2021

Águila de Bonelli: defender la propiedad del nido


A las águilas de Bonelli Aquila fasciata, se las atribuye una irascibilidad desmesurada contra los buitres leonados Gyps fulvus. Podemos ver con algo de suerte en el campo, a pesar de su mermada población, sus fulgurantes ataques hacia los pacíficos carroñeros sin aparente razón. Sin embargo, hay algo más concreto que justificaría dichos ataques ejecutados por esta rapaz de pecho blanco. Toda necesidad biológica conlleva un gasto de energía y, el robo de ese esfuerzo, una reacción.

No son gratuitos los ataques del águila de Bonelli hacia los buitres. El período reproductor del gran necrófago comienza mucho antes que el de la mediana rapaz rupícola, por ello, pueden elegir frente a otros competidores del mismo hábitat dónde se instalarán para traer al mundo a su descendencia. Entonces, para los buitres, las plataformas añejas del águila de Bonelli son el lugar ideal para dicho cometido. El problema de estos robos, lleva a la rapaz cazadora a quedarse sin ubicación para anidar, por lo tanto, han de emprender rápidamente la construcción de otro nuevo incrementando el esfuerzo que ello supone.



Del mismo modo que el búho real Bubo b.hispanus en el nido es capaz de identificar el vuelo del águila real Aquila chrysaetos y otras rapaces molestas erizando por la reacción las plumas dorsales; el águila de Bonelli sabe sobradamente quién ocupa sus nidos, viéndose abocada a realizar duros ataques contra las aves carroñeras como usurpadoras.
El vecindario del roquedo se conoce perfectamente y, nada de lo que ocurre es casual.

Este año, bastantes buitres leonados van tardíos en su ciclo reproductor. La última semana de febrero los he visto atareados trasegando ramas para adecentar su plataforma nidal. He visto cómo el ejemplar que seguía como referencia, se posaba en el de un congénere para llevarse gran parte del fino forro del nido donde irá bien acolchado el huevo de la puesta. Impera entre las especies la ley del mínimo esfuerzo.

Miraba con atención al águila de Bonelli emparejada, cubriendo con elegantes vuelos su amplio territorio. Unos ataques al buitre leonado por parte del macho me ponen en guardia y sigo parte de ellos. Más tarde, la hembra acude veloz a un punto concreto. No he reparado en ningún momento de qué podía tratarse, hasta el final. No era un ataque a un buitre leonado en su nido, no. Era el ataque para desalojarlo de su recién construida plataforma. Tras dos años en nidos ubicados en ajustadas covachas, éste se ha decidido a anidar en uno exterior, eso sí, bien disimulado.

Las fulgurantes pasadas de la hembra de Bonelli hacia el buitre leonado son dramáticas. El necrófago se protege como puede, asumiendo que el temporal pasará pronto. Sin embargo, no parece tener la dueña del nido en disputa la idea de abandonar. 
La contienda se soluciona con el desalojo forzoso, asentándose la hembra en su elaborado nido como legítima dueña.

Mientras el macho realiza unos ataques, la hembra de águila de Bonelli detecta la presencia de un buitre leonado en su nido recién construido y va a su encuentro.






El buitre leonado se ha mantenido firme en su resistencia, aunque finalmente, desiste y abandona.

La hembra de águila de Bonelli recupera de nuevo su nido.


Al día siguiente, si es el mismo buitre, ocupa una vez más la plataforma del águila de Bonelli
De momento, es la última noticia de la que dispongo hasta una nueva visita.


Una pareja de águila real sobrevuela a gran altura el territorio de las medianas rapaces. Éstas, se limitan a marcar su presencia con reclamos de alarma.

NOTA:
Las imágenes del nido han sido tomadas desde 847 metros de distancia (Google Maps) para guardar un espacio prudencial.
Siento la pésima calidad de las fotos en estos casos.

lunes, 22 de febrero de 2021

Extraña vecindad


Uno pone la cámara nocturna y se encuentra con ciertas explicaciones a hechos determinados que presentan muchas dudas. En este caso, la de un nido abandonado de buitre leonado Gyps fulvus, en el que no llegaron a anidar por causas desconocidas.

Estos necrófagos trabajan construyendo el nido durante las horas de luz. Una vez acabada la construcción, la incubación se realiza durante el día y la noche hasta cumplir el tiempo necesario de formación del pollo y eclosión del huevo. Lo que no puede advertir el buitre, es el tráfico de seres vivos que pulularán por su dominio nidal una vez comenzado el ciclo reproductor.

En la imagen podemos ver a una garduña Martes foina saliendo de su hura y, un día después, por la mañana, el buitre decide reparar el nido. Entre los dos enclaves, apenas hay 50cm.
Por el apego al único nido que tienen estas rapaces, es de suponer que se trate de la misma pareja que fracasó el año anterior. Los buitres no son territoriales, ya que la búsqueda de alimento les supondría singladuras de cientos de km. y la defensa del mismo, un gasto nada rentable de energía. Por ello, los nidos son un bastión inexpugnable. Pues bien, no sólo discurre la garduña, también lo hacen el lirón careto Eliomys quercinus, la rata campestre Rattus rattus y la gineta Genetta genetta entre algunos mamíferos de la noche. Además, a la cabra montés Capra p. hipanica, le gusta este rincón herbáceo que le supone un interesante depósito de alimento. Puede apacentarse por la noche y durante el día.

Está claro, que no parece un lugar apacible para que el buitre leonado traiga al mundo a su descendencia. Tampoco considero sólo esta, la posible causa de abandono del nido. 

El sábado pasado, hizo casi dos meses de la toma de las imágenes nocturnas. Al mirar con el telescopio, he encontrado el nido vacío
La garduña, seguirá teniendo el paso expedito desde su guarida para campear.



La lista de animales mencionados, corresponde a vídeos nocturnos de otras ocasiones en el mismo espacio nidal del buitre leonado desde otra panorámica.

sábado, 7 de noviembre de 2020

Guardando la plaza del nido

 


Pronto llegarán las paradas nupciales del buitre leonado Gyps fulvus. Entre tanto, las parejas vuelven a interesarse por el nido para restaurarlo de nuevo e iniciar otro ciclo reproductor. Cada pareja cuenta con una ubicación que defiende cada año con intensidad.

Vuelos aprovechando columnas térmicas, corrientes de ladera y corrientes de aire convergentes trasladan a estas rapaces veleras durante largas singladuras para recorrer gran cantidad de kilómetros en busca de alimento.

Ya no hay tanta ganadería y los tratamientos veterinarios dotan de mayor longevidad a los animales domésticos. Hallar animales muertos es complicado, incluso, con el apoyo indirecto de córvidos y alimoches, reveladores con su conducta típica del botín hallado a los atentos buitres leonados en curso aéreo.

Ahorrar energía es imprescindible para esta rapaz, por ello, localizar una carroña supone pelearse por una buena ración entre multitud de congéneres hambrientos. Una copiosa comida de hartazón suprema les puede crear problemas para tomar el vuelo. Sin embargo, lograr un buche lleno les garantizará una semana o más de ayuno. Esos días, como el que muestro en la imagen, pueden utilizarlos en este caso para acicalarse, solearse y dormitar el tiempo oportuno.

Las imágenes son el resumen de un día de observación del buitre leonado y su inactividad.

En este enlace, podemos ver las consecuencias cuando se intenta usurpar un nido ajeno:


Arreglo del plumaje.

Encarando el suave sol del atardecer y amodorrándose.

Cambio de lugar.



Otro momento para una cabezada más. 
En tierra, el ahorro de energía es más eficiente. 

jueves, 5 de noviembre de 2020

Aires de grandeza



Son las 10´06 horas y tengo enfrente a un águila real Aquila chrysaetos joven del año sobrevolando la zona de nidificación del águila de Bonelli Aquila fasciata.

Comienza a arreciar el viento por el efecto Bárbara, una borrasca creciente. El viento es templado y los buitres leonados Gyps fulvus se animan a volar. Al águila real parece ocurrirle lo mismo. Es tan fácil y cómodo sostenerse en el vacío que, su vuelo se impregna de habilidad extraordinaria. Sin esfuerzo.

Persigue a los buitres en su órbita haciéndolos acelerar en su calmado planeo. Aboca, además, al resto de necrófagos que reposan plácidamente, obligándolos a reanudar un vuelo inapetente y forzado.
Sube, baja, quiebra entre los verticales farallones, fija objetivos a los que amagar ataques, incluso, prende una rama del pino con sus garras tirando de ella sin arrancarla.

Así, ha estado la joven águila real durante un buen rato deleitándome con su pericia aérea. Estábamos tan a gusto, ella dibujando sus piruetas y yo observándola que, temía la aparición de la pareja de águilas de Bonelli.

20/octubre/2020 Cañón del río Mesa.

  







viernes, 19 de junio de 2020

La Roca



Las cámaras de foto-trampeo tienen la ventaja de trabajar sin nervios y sin el apresuramiento del fotógrafo impaciente. Lo hacen solas y sin gran parafernalia; tan sólo ajustadas previamente, cumplen su labor. A pesar de la inferior calidad de imagen en comparación con las réflex, suplen bien esa deficiencia con capturas de grandes escenas si la ubicación es la correcta. Para documentar ciertos comportamientos o avistamientos, es una herramienta imprescindible.

Hace una semana ubiqué la cámara en un altillo calizo escogido al azar, simplemente para comprobar el abanico de oportunidades que esta modalidad técnica puede ofrecer.

La primera inquilina espontánea de la Roca es la chova piquirroja Pyrrhocorax pyrrhocorax, muy activa. 

Un buitre leonado Gyps fulvus joven, del año anterior, aterriza en el bloque pétreo. La Roca comienza a animarse. Es la rapaz que vive de la muerte. La aguarda pacientemente buscándola cubriendo grandes distancias aéreas. Es su modo de vida; topar con la agonía por enfermedad o accidente mortal de otras criaturas. .






Aparece una sosegada hembra de cabra montés Capra pyrenaica hispanica. Como suele ocurrir en estas ocasiones, lo hace fuera del marco ideal. 


Por fortuna, la hembra se acomoda en la Roca, y con sorpresa incluida; un precioso recental de pocos días. 
La panorámica nos permite comprobar el detalle de las ubres productoras de leche para alimentar al chivo.

La madre vigila constantemente el terreno de cría. Con su vástago, tan vulnerable, apenas se habrá alejado del lugar. 


El chivo, temeroso, abierto a las curiosidades de la vida.




Parecen muy coordinadas vigilando en derredor su seguridad.

Otra hembra acude al mismo punto de la Roca.


¡Sorpresa! Esta vez es una madre de dos recentales, algo mayores que el anterior. Una pena que estén fuera de plano pero, es un buen detalle de la familia.


Solo uno de los hermanos se decide a culminar el bloque rocoso.


¡Vaya brinco! No hay duda de la gran agilidad del pequeño.


Al bajar la hembra del pedestal pétreo percibo un detalle terrible, su extremidad inferior izquierda está amputada.
La vida continúa. No hay tiempo para otra cosa que no sea el cuidado de los pequeños a su cargo.

Otros pajarillos como el roquero solitario y el escribano montesino se han posado en la piedra pero, la ínfima calidad no era ideal para exponerlas.
La verdad es que este método tiene muy buenas prestaciones.

Entrada relacionada con la cabra montés.
https://lanaturalezaquenosqueda.blogspot.com/2019/12/pies-de-cabra.html

domingo, 15 de marzo de 2020

El buitre leonado abandonó y el búho real anidó en otro lugar



(1 febrero 2020)
Emparejados los búhos para el momento mas importante de su ciclo biológico. Probablemente, la elección del futuro nido ya estaba decidida.

Partiendo de la entrada anterior y continuando con la historia del buitre leonado que anidó a la derecha del de búho real a punto de ser ocupado, a día de hoy, he de comunicaros que la obra fue abandonada después de terminada. 
Qué cosas, al final, ni el uno ni el otro. Ninguno de los dos; ni buitre leonado Gyps fulvus ni búho real Bubo bubo anidaron en las cavidades gemelas y contiguas del promontorio rocoso de solana.

El búho real hizo visitas esporádicas a la oquedad del lado izquierdo, mientras el buitre leonado lo hizo en la de la derecha construyendo el nido. Ambas, separadas por un metro y llenas de excrementos de cabra montés pero, a pesar de todo, la rapaz nocturna anidó allí hace dos años. Supongo, que este año hubiera hecho lo mismo de no ser por el inesperado vecino. No gusta mucho al búho real compartir espacio en los cortados con la gregaria masa necrófaga, y menos, tan cercana al nido. He visto buitres anidar cerca del búho real pero, no una colonia que atosigue la tranquilidad del inactivo búho real durante el día.


(23 febrero 2020)
Mas de cien metros me separan de la hembra que incuba. Como siempre, la calidad de la imagen es secundaria al plano seguro de la rapaz nocturna para evitarle molestias. 
Con un tele de 600 mm y ampliación de imagen, se consigue apreciar la tranquilidad del búho real en su nido. 
En el primer día de observación, como es habitual, la rapaz me presta algo mas de atención. La distancia, es el mejor sistema para conseguir secuencias naturales de su comportamiento.

Es extraño que, el presente año en este lugar idóneo para la cría del buitre leonado, no haya hecho efecto su decisión de anidar. El año pasado hubo tres nidos, con el correspondiente dormidero de mas ejemplares en una gran repisa arbustiva sobre ellos.
Ahora, lo importante es ver a la hembra de búho real en la ajustada cavidad utilizada años atrás, para que con la tranquilidad necesaria, pueda sacar adelante a sus vástagos. 
Hoy se apreciaba con detalle el verdor de la entrada al nido, todo lo contrario al pasado año en el que cabras y buitres erosionaron esta repisa con tanto trasiego.


(7 marzo 2020) 
Desde el mismo punto de observación de hace dos semanas y el mismo de la última vez que crió, la hembra de búho real ya no me presta tanta atención. Tan sólo me mira brevemente al cambiar el telescopio por la cámara o por la toma de anotaciones.
Con 60 aumentos de telescopio bien merece la pena observar a la rapaz para no causarle recelo y poder disfrutar de todas su inquietudes.
En la foto estuvo muy atenta durante todo el seguimiento al mismo punto como ofrece la imagen.


(14 marzo 2020) 
Sé que en la observación de un nido de búho real poco se puede añadir. Como se puede apreciar, la postura de incubación sigue siendo la misma y, en la fotografía inferior, la rapaz mira al observador y al cerro de enfrente alternativamente. Así durante dos horas, tan sólo rota su monotonía por el trasiego de las chovas piquirrojas Pyrrhocorax pyrrhocorax preparando el nido y, las palomas bravías Columba livia.


Está más parapetada en su oquedad nido que la semana pasada. 
Este día escucho cada dos o tres minutos el estallido de los cañones de ruido para espantar pájaros. El búho real ya no se inmuta.
Al acercarme al observatorio me he topado con un montículo de cenizas que todavía deprendía calor. El día anterior los dueños de los almendros debieron de quemar los restos de la poda a unos 60 metros del nido. Desconozco la reacción de la rapaz pero, después del paso de 113 personas de romería hace dos años, creo que lo admite todo. 
El búho real se aferra a su eficiente plumaje críptico del que depende su seguridad.

El águila real sobrevuela este barranco habitualmente, puesto que forma parte de su amplio territorio.
Por desgracia para los búhos afincados aquí también, su inexperta descendencia suele ser víctima de sus garras, implacables en sus repentinos ataques.
Cuando veo a veces a los adultos en sus posaderos  y su expresión facial comienza a desencajarse, desorbitándose los ojos y erizándose el dorso, no tengo la menor duda del paso prospector del águila real por la zona.


Desde el camino del barranco, la vista es ésta.
Sólo un punto concreto de observación accede a la cavidad de la rapaz que incuba. 

Enlace del mismo nido utilizado unos años antes y sus consecuencias.

https://lanaturalezaquenosqueda.blogspot.com/2015/08/otro-nido-de-buho-real-bubo-bubo.html