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domingo, 21 de mayo de 2017

El pájaro alfarero (Furnarius Rufus)

El hornero Furnarius rufus es el ave nacional de Argentina; habitante común en Sudamérica.

Es un paseriforme de la familia Furnariidae. Su altura es de 18 a 20 cm y pesa unos 49 gramos.
Se alimenta revolviendo entre las hojas del suelo para hallar todo tipo de invertebrados; captura en ocasiones reptiles del tamaño de la lagartija. Como es un ave urbana, también consume alimentos abandonados por las personas.
El joão-de-barro como se le conoce en Brasil; albañil, alfarero y hornero en Argentina, tiene el don de la maestría a la hora de construir su nido. Utiliza una arcilla mezclada con finas y selectas hierbas, estiércol y paja con los que consigue una argamasa de gran resistencia y duración. Las proporciones dependen del tipo de terreno y, si la cantidad de estiércol es mayor que la de tierra, añaden arena. Ambos sexos participan en la elaboración del nido.
Dentro del nido hay una pared que separa la entrada y el habitáculo de cría, construido para disminuir las corrientes de aire y la entrada de posibles depredadores.
La construcción del nido dura entre 18 días y un mes, dependiendo de la existencia de lluvia y, por lo tanto, de arcilla en abundancia.

Nido sobre la rama de un árbol con dos pollos esperando la ceba. Los nidos pueden ubicarse en lugares tan dispares como postes de la luz, en repisas pegados a las ventanas y, también, en estatuas.
La forma de horno del nido, dio nombre al hornero.

En una observación personal de Demis Bucci, la pareja puede turnarse en la construcción del nido dividiendo las tareas: mientras uno aporta el material, el otro lo distribuye aplicándolo. El nido pesa alrededor de 4 kg. En él, ponen de tres a cuatro huevos y la incubación dura de 14 a 18 días.

Cuando el nido se abandona, cumplida su función, es utilizado por otras especies de aves, ratones silvestres, lagartos, pequeñas serpientes y, también, abejas. 

Como no podía ser de otro modo, un nido excepcional como el del hornero Furnarius rufus, tenía que figurar en el ilustre Museo de Historia Natural de Londres. 


Entre la hojarasca y la madera en descomposición de los jardines urbanos, el joão-de-barro campea en busca de invertebrados de cualquier especie, como lo harían el estornino negro Sturnus unicolor y el mirlo común Turdus merula en ciudades españolas.


La pareja mantiene un ritual característico de cantar a dúo. Es un momento excepcional, donde ambos, unidos de por vida, alzan sus estridentes voces fortaleciendo su unión. 


Como en todas las aves, cuando el momento lo requiere, el aseo es imprescindible para mantener el plumaje en perfecto estado.











viernes, 5 de mayo de 2017

SUIRIRI-CAVALEIRO (Machetornis rixosa) con infección en un dedo.

La fauna americana me fascina. Muchos de sus amables habitantes dedican en sus jardines todo tipo de recursos para ayudar a las aves urbanas. He tenido la fortuna de verlo y me impresiona la satisfacción que les produce su compañía.



5/11/2014 Río de Janeiro (Brasil) 

Una mirada perdida hacia el suelo, a los edificios y al cielo, me llevó hasta un pájaro que también me miraba durante una parada de mi paseo.  Seguía mis intenciones y curioseaba a la vez, como yo, la misma área urbana. El caso es, que me llamó la atención en plena calle de Río de Janeiro y con un calor propio del lugar ver al suiriri, o picabuey como lo conocen en Argentina, apoyado sobre una sola pata. Salvo la existencia de un frío notable, es raro ver a un ave posada y descansando sobre un tarso (postura típica para evitar la pérdida de calor por dichas extremidades). Como el calor era evidente, aguanté, fotografiándolo para determinar algún detalle que pudiera ofrecerme y salir de dudas. Tras el primer giro del pájaro comprobé su problema, puesto que para moverse necesitaba apoyar las dos extremidades. Notaba la incomodidad de ese gangrenado dedo posterior y sospechaba el dolor que debía provocarle la hinchazón.



Es doloroso ver el problema y sentir una tremenda impotencia por no poder hacer nada. Parece mentira que, la cantidad de cabellos, hilos, etc. que se tiran o caen a la calle de manera accidental puedan causar estas graves lesiones en las extremidades posteriores de muchas aves. El ser humano, así como todos los animales con pelo, pierden pelos permanentemente, siendo reemplazado por otro en el mismo folículo piloso. La principal diferencia entre el pelo humano y el pelo animal, radica en el grosor, ya que el pelo procedente de animales suele ser más grueso y tosco que el del pelo procedente de humanos. La queratina es una proteína con estructura fibrosa muy rica en azufre que fortalece el cabello y otras partes externas de animales vertebrados: ranfotecas (pico), plumas, uñas, cuernos y pezuñas. Los pelos sueltos e hilos se enredan en los dedos y tarsos de estas y otras tantas especies de aves que caminan con frecuencia por las aceras o vías urbanas, cortándoles la circulación sanguínea y provocando la muerte del tejido afectado.
Las aves más dañadas por estas causas son las palomas. Todos habréis visto ocasionalmente alguna de ellas caminar sobre muñones y, es debido a los filamentos de todo tipo, invisibles, a la altura del suelo de las urbes que terminan aprisionándoles los dedos al enmarañarse en sus patas.
Para que os sorprendáis un poco más sobre esta problemática de las aves callejeras, os dejo un enlace que despejará muchas de vuestras dudas. Atentos…


El suirirí es un ave insectívora que frecuenta las granjas para alimentarse de los invertebrados que acompañan a los animales domésticos. Si hace falta se suben al lomo del animal y lo desparasitan tranquilamente. La hebra enredada en el dedo posterior de este ejemplar bien pudo ser, quizás, de las crines de un caballo.

Más sobre el suirirí: 




lunes, 22 de febrero de 2016

Fragata magnifica (Fregata magnificens)


Los machos de fragata o rabihorcado son negros, destacando ligeramente su bolsa gular que, incluso plegada, deja notar su color rojizo.

Exultante, en un radiante día soleado de 2014, caminaba por la avenida Vieira Souto deslumbrado por la blanca arena de su famosa playa de Ipanema en Río de Janeiro. No puedo negar como mi memoria reproducía la conocida canción a cada paso, Garota de Ipanema, un tema que redobló la fama de esta maravillosa playa. Esta canción fue compuesta de modo espontáneo por Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes, dedicada a una muchacha que observaron mientras caminaba hacia el mar deslumbrándoles con su belleza y su mirada.
Garota es chica en brasileño y, mi garota, bueno, muchas más realmente, no caminaban por la arena de la playa, la sobrevolaban con sus negras y amplias siluetas. Eran fragatas o rabihorcados Fragata magnificens las aves o chicas a las que me refiero. Siluetas siniestras en cierto modo pero, muy seductoras para el observador. Piratas del aire dispuestas a arrebatar las presas a otras especies y, saqueadoras de nidos, son algunas lindezas características de su comportamiento. Desde el saliente de Pedra do Arpoador podía sentir toda la brisa aromática del Océano Atlántico, una gran roca adentrada en el agua y golpeada por sus suaves olas. Durante un buen rato, sentado en el duro granito, veía pasar las líneas desorganizadas de estas aves de 220 a 230 cm de envergadura, soportando un peso aproximado de 1200 a 1700 gramos. Algunos machos, ya portaban en sus picos finas ramitas para la construcción de sus nidos.

Macho de fragata seguido de una hembra y portando una ramita para su futuro nido.

Macho de fragata sobre un joven.

Desde sus plataformas, una vez terminadas, los machos dilatarán su bolsa gular de un intenso color rojo para llamar la atención de las hembras. Este proceso les supone un enorme gasto de energía.
Cada macho necesitará una agotadora semana para inflar y mantener su saco gular, pero el esfuerzo merece la pena, las hembras de fragata sólo crían cada dos años y únicamente ponen un único huevo por lo que son muy exigentes a la hora de elegir pareja. La exhibición del macho intenta convencer a las hembras de su vigor y resistencia, dos modalidades que le harán falta para sacar adelante a su escasa prole. La cría del único pollo las llevará entre 7 y 8 semanas y los padres tendrán que alternarse en el trabajo. La tarea es tan dura que, cada semana, en el nido, el adulto correspondiente perderá 1/5 de su peso, por lo que sólo los más fuertes podrán conseguirlo, y estos son, precisamente, los que han realizado el cortejo más llamativo.

Las hembras son de color negro salvo la zona pectoral.

Las jóvenes fragatas tienen la cabeza y zona ventral blancas, el resto del plumaje es negruzco.










Piquero pardo (Sula leucogaster), una de las especies parasitadas por las fragatas.



Si volviera a Ipanema, me gustaría encontrarme de nuevo con ellas, observarlas tumbado sobre el duro granito del pequeño cabo al final de la luminosa arena para verlas durante horas sostenerse a lomos de la brisa atlántica mientras van y vienen.


miércoles, 25 de febrero de 2015

Dos modos diferentes de pescar: pinzando o atravesando

Biguá Phalacrocorax brasilianus (cormorán adulto). Su pico es ganchudo.

Biguatinga Anhinga anhinga (anhinga, macho adulto). Su pico es recto.
Los machos lucen un color uniforme negro verdoso que contrasta con las ornamentales blancas del dorso de las alas; las hembras son pardas con el cuello algo mas claro. 

Son infalibles pescadores cuya convergencia evolutiva equiparó y modeló para un mismo fin; pescar eficazmente bajo el agua. Biguatinga (anhinga) y biguá (cormorán) son prácticamente ejemplos vivos de un patrón morfológico similar con el que afrontar el complejo mundo acuático favorablemente. Ambos van equipados con dedos provistos de membranas interdigitales para impulsarse a gran velocidad dentro del agua. Su silueta hidrodinámica facilita la persecución de los peces que les sirven de alimento.
Las facultades de los cormoranes para pescar eran conocidas ya desde hace milenios por los pueblos orientales que dedicaban gran parte de su tiempo a adiestrarlos para tal fin. Colocándoles un aro de cuero en la base del cuello evitaban la ingesta del pescado, que era cobrado por su explotador desde la embarcación tirando de la correspondiente cuerda que sujetaba individualmente a su equipo de cormoranes. Con habilidad, por la práctica continuada, el pescador iba desenredando las cuerdas a medida que las aves realizaban cada inmersión cruzándose unas con otras.
Pero, estas dos especies paralelamente idénticas, recibieron evolutivamente diferentes armas de pesca: el cormorán fue provisto de un pico alargado terminado en un punzante gancho con el que sujetar al pez pinzándolo firmemente bajo el agua; y la anhinga, optó por el doble arpón con el que atravesarlo. La acción de arponear al pez sería similar a la ejecutada por garzas pero, bajo la fricción del agua en prospecciones y acechos inverosímiles.
También cormoranes y anhingas sufren el mismo problema cuando las piezas de pesca superan el tamaño cómodo de maniobra. Me refiero a la facilidad con la que ingieren los peces pequeños en detrimento de los grandes con los que han de subir a la superficie y acomodarlos a favor de escama rápidamente antes de tragarlos. Los parasitizadores de estas aves conocen bien el tiempo necesario que precisan para tal acción y los acosan duramente, aprovechando cualquier descuido para despojarles del alimento. No sólo gaviotas y otras aves oportunistas tratan de arrebatar la pesca a cormoranes, también entre ellos pueden beneficiarse organizando alborotadas batallas para ahorrarse la incómoda labor pescadora del prójimo.


 

Biguá joven soleándose

El biguá Phalacrocorax brasilianus es un ave suliforme de la familia Phalacrocoracidae. Mide de 58 a 73 cm; su peso es de 1,2 a 1,4 kgr.; la envergadura es de 100 a 102 cm. Puede sumergirse hasta una profundidad de 10 metros buceando durante 20 o 30 segundos.
Es un ave marina, aunque también frecuenta aguas interiores como ríos y pantanos.
He podido comprobar, a pesar de no haber visto gran cantidad de lances de pesca, que el biguá (cormorán) es mucho más rápido ingiriendo peces capturados que el biguatinga (anhinga), precisamente, por pinzarlos y sujetarlos con el afilado punzón del extremo del pico para girarlos y tragarlos a favor de escama. El biguatinga necesita dedicar más tiempo para ingerirlo; al atravesarlo con ambas mandíbulas, tiene que desencajarlo del pico antes de colocarlo correctamente y engullirlo.
Tal vez, esta efectividad en el manejo de los peces antes de consumirlos tenga algo que ver con la presión ejercida por los parasitizadores. El biguá, marino, tiene en este medio acuático una larga lista de piratas (gaviotas, págalos, etc.) que los acosan para robarles el pescado. En el caso del biguatinga, no he podido comprobar si sufren el acoso de otras aves.

El biguatinga Anhinga anhinga es un ave pelecaniforme de la familia Anhingidae
Mide de 88 a 90 cm; pesa 1,2 a 1,35 kg; su envergadura es de 120 cm.
Su nivel de flotación es inferior al del biguá (cormorán), asomando solamente la cabeza y el cuello cando se desplaza a nado.
Tanto el biguatinga (anhinga) como el biguá (cormorán) han de exponer sus alas abiertas al sol para secarlas cuando concluyen su jornada de pesca. En el caso del biguatinga se desconoce si la exposición de sus alas al sol es para secar el plumaje o para subir la temperatura corporal.

El doble codo del cuello es la zona muscular que proyecta súbitamente, como un resorte, el pico recto y afilado del ave para atravesar a los peces que sorprende a su alcance. La acción de lance es similar al de las garzas.



La brevedad de estas tres imágenes puede inducir a error en cuanto a la rápida ingestión del pez; realmente al ave le costó bastantes segundos desclavarlo del pico para tragarlo.


Lo primero que hizo este biguatinga ante la captura de este buen ejemplar, fue dirigirse a un lugar protegido. 


Oculto entre el follaje de este árbol, aturdió al pez golpeándolo contra una gruesa rama para ingerirlo; le llevó un buen rato. 

Esta fantástica secuencia de buceo del biguatinga me pareció fascinante. Pude contemplar atónito sus movimientos majestuosos bajo el agua, que soltura y que agilidad para trepar a la rama del árbol donde se soleó. Es un ave fantástica, fácil de ver, si tenéis oportunidad de verla en algún viaje, hacerlo.



jueves, 19 de febrero de 2015

Me recordó al río Ebro...

Ardea alba

Pero en realidad, era el río Paraíba do Sul en el estado de Río de Janeiro (Brasil). Este río recorre otros estados como Minas Gerais y Sao Paulo. Tiene una longitud de 1120 km y desemboca en el Océano Atlántico.
El río Ebro (España) es algo mas corto 930 km, pero con un cauce similar. Nace en la región cántabra atravesando Castilla y León, La Rioja, País Vasco, Navarra, Aragón y, desemboca en Cataluña formando un extraordinario estuario ante el Mar Mediterráneo que recoge sus aguas.
Ambos ríos tienen una gran riqueza ornitológica, por ello, al paso de la corriente mansa del Paraíba fijé mi atención en cuatro de las ardeidas compartidas por sus riberas. Estas garzas, tienen una asentada representación a lo largo de sus cauces y las recordé en conjunto al estar presentes a ambos lados del Atlántico.
Nunca se repiten las escenas campestres cuando uno observa detenidamente a las aves que, de una manera u otra, aciertan a pasar delante de uno. Está claro que, cada una tiene su carácter y, las hay más dóciles y más ariscas. En este caso estuve bastante afortunado, las bellas garzas aceptaron bien mi presencia y las pude contemplar durante largo rato. Deslumbran estas zancudas con su caminar parsimonioso. Su mirada, siempre permanece atenta al agua donde halla sus escurridizas presas, alternándola con la función de vigilancia. Tomaba nota disfrutando de cada detalle anatómico, fijándome, cómo no, en las diminutas pupilas de sus ojos girando levemente para controlar su entorno. 
El tiempo pasa rápido para una mirada absorta, aunque atenta frente a estas aves gráciles y de vistoso plumaje dotadas de gran capacidad de pesca y caza, ya que están facultadas para alimentarse de peces, cangrejos, culebras, roedores, insectos, invertebrados acuáticos, etc.

Estas fotografías ofrecidas como documentación, imitan de algún modo, la radiante belleza de estas aves tan destacables. 

Ardea alba garça-branca-grande (Brasil); garceta grande (España); Great Egret (England). Altura 90 cm.











Egretta thula garça-branca-pequena (Brasil); garceta común (España); Snowy Egret (England). Altura 57 cm.



Los dedos amarillos, característicos, ayudan a identificar a esta mediana garza

Nycticorax nycticorax savacu (Brasil); martinete (España); Black Crowned Heron (England). Altura 60 cm.



El aguardo nocturno en una atalaya es una característica habitual de la conducta predadora del martinete

Bubulcus ibis garça-vaqueira (Brasil); garcilla bueyera (España); Cattle Egret
(England). Altura 48 a 53 cm.




Estampa típica de la garcilla bueyera campeando con el ganado