martes, 5 de diciembre de 2017

Imaginando, sin fotos de la especie, la cría del búho real



Como si de un relato se tratara, me atrevo a comenzar esta entrada solamente con palabras. Dicen que una imagen vale más que mil palabras pero, como no hay imágenes de la rapaz, tiraré de mil o más palabras. 

El espacio de nidificación es árido, de secano, aunque el río Ebro no esté muy lejos. 
Han quedado como ilustración unas secuencias fotográficas que acompañarán al texto, y que darán junto a él, la oportunidad de crear a cada uno de los lectores una idea personal de la vivencia sobre el búho real. 

Nunca dejan de llamar mi atención los restos delatores de su presencia. El búho real deja unas señales características a su paso y en sus zonas de descanso. Son para mí una amalgama de historias capaces de confesar muchas cosas sobre sus jornadas de actividad. Esta vez no serán suposiciones acerca de su presencia, sino hechos observados personalmente, pero, reflejados mediante secuencias fotográficas de la tierra que han pisado en su momento.

Ciertamente, uno tiene que haber presenciado muchas horas de observación para compilar en la memoria datos del comportamiento de la rapaz nocturna y hacer uso de sugerentes conjeturas acerca de su conducta, basándose en los rastros directamente plasmados sobre el terreno. Es obvio que, las hipótesis, conviene construirlas sobre bases presenciadas del comportamiento de la especie seguida con regularidad.

Sigo las normas que creo convenientes al pie de la letra, sin salirme de ellas ni un milímetro.
Al escoger el observatorio opté por el punto más discreto de cara al nido. Como lo más importante es la distancia para no adulterar en exceso el comportamiento del búho real, me conformé con un lugar al lado de un gran arbusto que disimulara mi silueta y, por si fuera poco, lo hice dentro de un hyde.


21 de enero de 2017

El nido del búho real está preparado para su utilización. El interior está escarbado y se aprecia bien el espacio que ocupará su moradora para incubar. El generoso año ha dejado días de lluvia reverdeciendo los rincones de la terrera. 


12 de febrero de 2017

Es el día que descubro a la hembra incubando. Había una depresión tan marcada que la rapaz podía achantarse de tal manera que apenas se le apreciaban los penachos cefálicos entre las finas hierbas. Las fotografías se hicieron fuera de uso del nido, y el seguimiento de la cría, desde unos 100 metros de distancia.

 28 de mayo de 2017

El nido ha sido abandonado por el último vástago al que acompañó su madre, y ahora, todos ya tienen su posadero particular. 
Quiero que vayáis comparando las distintas imágenes para asimilar el cambio provocado por la erosión debido al uso continuado del frágil terreno.
Una masa de tierra y egagrópilas desmenuzadas componen la solera del nido, ahora, prácticamente llana. A ambos lados de la oquedad las garras de afiladas uñas de sus moradores se han encargado de facilitar una repisa accesoria para estiramientos y ejercicios alares.

Observaciones destacadas.

1 de abril de 2017

Gracias a la distancia de observación tuve el privilegio de presenciar al macho acudiendo a una despensa cerca del nido. Llegó directamente y se posó receloso en la entrada, miró mi posición notando la novedad del hyde y tras unos segundos se introdujo en la oquedad de la que sacó con el pico la mitad de un conejo. Antes de emprender el vuelo lo sujetó con una de las garras desplazándose acto seguido al puesto de nidificación donde esperaba la hembra. Ésta no prendió la pieza a pesar de la insistencia del macho en ofreciérsela (sabía de mi presencia y optó por la inmovilidad). La dejó él mismo en el lado derecho del nido y se fue. 
Aprovechando el amparo de la penumbra la progenitora comenzó a cebar a los pequeños pollos pacientemente.

8 de abril de 2017

A las 20´40 horas, cuando el sol ha declinado y sólo queda el último hálito de luz, me encuentro al macho de búho real posado frente a su despensa. Esta vez, me mira con excesiva fijación, flexionando el cuello y la cabeza; arriba y abajo repetidamente (lo observo dentro del hyde). Por si fuera poco, sus penachos están semiplegados, expresión indudable de intranquilidad. En la anterior observación la rapaz recelaba, pero con los penachos cefálicos enhiestos. En esta ocasión, después de dudar varios minutos, opta por abandonar su intención emprendiendo el vuelo y perdiéndose en la oscuridad del fondo a baja altura. 

Desconozco el motivo de esta reacción. Dentro del hyde la rapaz no me ve, pero, sé que el bulto le genera sospechas. Tampoco sé si en algún momento pudo pasar alguien cerca, ya que el lugar es bastante frecuentado por paseantes y ciclistas.

22 de abril de 2017 

Tres pollos ocupan el nido junto a su progenitora; dos a ambos lados de ella y, el más pequeño, postergado al fondo del nido junto a la despensa (con todas las moscas y sin opción a curiosear el exterior). Veo como el pequeño hace uso de esa desventaja, que ahora se torna en ventaja y engancha con el pico un cuarto de conejo que apenas le dura unos segundos hasta que lo ingiere. 
Aunque la hembra se acomoda a mi presencia, a la hora de cebar a sus vástagos pliega sus penachos casi al completo, esta acción requiere de movimiento y parece sentirse vulnerable al cargo de su prole dada la tensión del proceso. 
Por cierto, veo que hay alimento de sobra puesto que los mayores siguen curioseando el mundo exterior mientras el pequeño recibe la primera ceba maternal de la tarde; después, claro está, del autoservicio anterior añadido. 


16 de junio de 2017

Antes de que lloviera (por desgracia de las pocas precipitaciones hasta estos días), la hembra se encargó de arreglar su nido como demuestra la fotografía. 
En el 2015 ya utilizó este mismo nido, dejándolo reposar para su limpieza hasta este año que, por lo que se ve, podría ser recuperado para criar el que viene. Normalmente lo utilizan dos años seguidos, y rara vez más, dejando el tiempo necesario para garantizar un grado de higiene contra los parásitos. 


12 de octubre de 2017

Nueva visita de la rapaz nocturna. El centro del cuenco fue utilizado por una garduña como depósito de heces, también en la parte baja del lado derecho de la imagen hay excrementos. El arreglo del sustrato nidal por parte del búho real casi los ha eliminado.


21 de octubre de 2017

Las visitas al nido son menos espaciadas dentro del celo de esta rapaz. En la imagen se ve con nitidez el cambio de tono del material removido en otra nueva actuación. 


28 de mayo de 2017

Huellas de las garras de la familia de búho real durante su actividad nocturna en la época de cría. El vuelo de las rapaces genera la expansión de las partículas más volátiles de la tierra en forma de polvo, dejando un rastro característico.


16 de junio de 2017

Después de la lluvia (muy escasa este año) el agua borra todas las señales de las correrías de los búhos, devolviendo en parte, el estado compacto de la terrera.

Observación más destacada.

27 de mayo de 2017 (Apunte observado en la repisa de la imagen superior)

Más desinhibido en su posadero habitual y exclusivo, el pollo más joven descansa profundamente sin inmutarse ante el paso de los milanos negros y cigüeñas. 

A las 21´16 horas la tarde comienza a caer y el joven se levante y se despereza. Ahora se arregla el plumaje. Veo como se activa cada vez más. El giro del telescopio horizontalmente me da la altura precisa del posadero de los dos pollos, de éste modo, no tengo que variar nada más. Una vez el pollo del posadero derecho abandona su descanso, giro lentamente hacia la izquierda donde está su hermano, éste, muy temeroso. Para mi sorpresa, topo a mitad de camino con la corpulenta hembra que me mira fijamente con los penachos horizontales. Ahora entiendo por qué esa zona de la terrera está tan erosionada ya que es el lugar de encuentro desde el abandono del nido.
Da la impresión de que la hembra se puede ir en cualquier momento, sin embargo, para mi favor, aguanta con sus garras clavadas en el sustrato polvoriento. 

La luz es escasa, pero, por fortuna, al estar posada en la terrera, sobre el tercio superior, la poca luz existente aumenta por la claridad del fondo claro. Con la madre los pollos se confían más, y provocan que ella mire apurada a ambos lados por el peligro que supone mi presencia. 
Giro hacia la izquierda para ver al otro vástago más temeroso y lo veo en el vértice del desplome, casi en lo más alto de la cortadura y, más abajo, se halla su hermano. Están muy animados y ello provoca la sucesión de miradas a ambos lados de la progenitora para controlarlos. 
Sin embargo, soy yo quien acapara su atención. Con el tiempo que lleva en el mismo lugar, estoy convencido de que aguantará durante mucho más tiempo.

Ya son las 21´38 horas y la hembra lleva frente a mí 18 minutos.
En éste momento, se multiplican los movimientos de su cabeza, la veo algo más alterada el insistente en un mismo punto de atención. No sé qué puede ocurrir, tal vez alguien andando por el camino, no sé…
Giro el telescopio hacia la fuente de atención de la hembra y doy con el macho. Aunque estoy al descubierto, lo tengo más cerca que las ocasiones anteriores y no se inmuta (a veces hay comportamientos que no logro entender). La escena incrementa mis expectativas acelerando mis pulsaciones. El momento es excepcional. Tiene un conejo entre sus garras, supongo que la rapaz habrá salido del vetusto tamariz donde se oculta diariamente, es por ello, por lo que no ha advertido mi presencia hasta el último momento. Allí está preparando la presa y algo tenso, creo que por mi ubicación no muy alejada o por la posible aparición de algún molesto intruso. Tiene los penachos casi plegados y los ojos a punto de salirse de sus órbitas. A pesar de todo el macho sigue con su trabajo, comer algo del lagomorfo, siempre, de la parte anterior para guardar el resto para su descendencia.

No puedo precisar si es mi presencia la que le presiona o es el hecho de manipular la carne de su presa. El lugar donde está posado es un bloque más bajo que el tajo principal (el bloque de las ofrendas a la hembra).
No deja de mirar en todas las direcciones y la hembra lo aguarda con impaciencia. Duda el macho si prender el conejo con las garras o con el pico. Como la presa está casi entera y algo pesa aunque sea un gazapo, lo hace con las garras. No sé a dónde irá, y se desplaza a unos 10 metros hasta lo alto de la terrera, en el borde (ahora, más expuesto). Picotea la presa y se la acomoda entre las garras de nuevo; no sé qué dirección tomará. Aprovecho para restar los aumentos de 60 a 20 para ampliar el campo de visión y ganar más claridad durante su trayectoria. Se deja caer a media altura de las terreras donde la luz es bastante más deficiente. Por fortuna, consigo seguirlo hasta que se posa junto a la hembra a la que ofrece la presa. El pollo del posadero derecho también acude presto, parece que se fuera a comer al macho; éste se retira una vez la hembra se hace con la carne. Uno de los pollos del posadero izquierdo, cuando el macho acudía con la presa ha desplegado sus alas en señal de amenaza al no distinguir a su progenitor de un supuesto enemigo.  

La hembra tiene hambre y antes de que el pollo se abalance con desesperación, protege la presa para darle unos bocados, por lo que puedo ver, pequeños. A continuación, le da de comer (ya es mayorcito el pollo para ser cebado). Los otros dos hermanos no acuden a comer, señal de lo bien alimentados que están.
La mitad del conejo sobrante lo deposita en un hueco del espacio más estable de la repisa, empujándolo repetidamente para empotrarlo y asegurarse de que no se caiga.
Poco después cuando son las 20´48 horas abandona el lugar perdiéndose en la oscuridad. 


El mismo espacio, más alejado, de encuentro de la familia durante la observación del apunte en directo. Se aprecia la zona más erosionada y el abanico de polvo por la actividad de las rapaces de la noche.


Una extremidad posterior de conejo en un posadero de un joven búho real apurada al máximo por la rapaz.


Ruta marcada por la erosión entre la zona de aterrizaje (anterior) y el posadero (posterior) de uno de los jóvenes búhos.


Vista del posadero anterior de un joven búho real en primer plano; se aprecian varias egagrópilas.


24 de enero de 2016

El macho proclama su territorio y ofrenda piezas a su consorte desde posaderos habituales. Se aprecian deyecciones y pequeñas muestras de pelo de conejo arrancadas con el pico de la rapaz en este lugar de encuentro.


21 del octubre de 2017

El mismo escenario que el de la imagen anterior pero en fecha más temprana del año siguiente y con el cargante año de sequía actual (se ven nuevos jirones de pelo de conejo al lado del musgo seco).


24 de enero de 2016

Imagen típica de la depresión del Ebro con sus comunes nieblas. 
Una luminosa deyección de búho real destaca en la terrera, y en lo alto, la rapaz (probablemente la hembra) ha aprovechado para arañar el terreno; se podría interpretar como un acto espontáneo de intención dadas las fechas previas a la preparación del nido. 


Un primer plano de la acción excavadora de la rapaz, que ha empujado la tierra arañada hacia atrás del borde del tajo terroso.  

Personalmente, para los que disfrutamos del búho real, hallar plumas de ésta especie siempre es una elocuente muestra de su paso por los lugares más majestuosos de nuestra geografía pasajera. Solamente la impresión que deja sobre el observador la pluma y el plumón perdidos, sujetos y ondeantes en cualquier brizna vegetal, son un aliciente indicativo de evidentes emociones a la hora de repasar recuerdos memorando nuestros encuentros fortuitos y fugaces con el Gran Duque.


Ruinas de la ermita de Santa Bárbara en un promontorio; ideal como oteadero y cantadero del búho real. El plumón (superior) sujeto en el matorral delata su presencia.                                                                                                    





Tuve la fortuna de observar a un joven búho real intentar arrancar con el pico una molesta rama del tamariz donde estaba alojado. Una rama que rozaba su cabeza y lo incomodaba, impidiéndole la postura ideal de descanso. A pesar de tirar con fuerza de ella, la rapaz desistió y abandonó posteriormente el posadero.
Entendí en aquel momento por qué las sabinas posadero del búho real tenían el interior tan ahuecado y abovedado; seguramente la rapaz intervenía dejando el espacio deseado al arrancar las ramas molestas con el pico.


Puede ser el búho real, probablemente, la rapaz que más depreda sobre el erizo.
Restos desechados del nido. 

16 comentarios:

  1. Una cronología que nos muestra tu profundo interés. A mí me gusta la naturaleza, pero no llego a esos niveles de paciencia ni de dedicación ni de lejos.

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    1. No importa, tan sólo con que disfrutes haciéndote preguntas delante de cualquier resto de presa hallado, huellas, etc. tendrás la misma satisfacción de vivir la naturaleza, esa historia dentro de la naturaleza cuyo desenlace probable puedas imaginar e interpretar como quieras.
      Saludos.

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  2. Los restos, las huellas, los detalles en suma son suficientes para que la mente experta y avezada llegue a reconstruir las escenas completas. Se intuye la realidad sin necesidad de que ésta pase plano a plano ante nuestros ojos. Así se vive la, y en la naturaleza.
    Sin la correcta interpretación de los rastros cómo haría la presa para escapar de su depredador, y cómo haría éste para dar con ella.
    El espacio abierto ofrece su fisonomía general que, sin los pormenores, parece vacío, estando como está lleno de vida, de vidas, en las que tan sólo los pacientes conocedores y amantes de lo natural tienen el privilegio de participar e integrarse, como uno más. Luego algunos nos las cuentan como haces tú, y a través de los relatos, esta vez con fotos “solo” de los detalles, los demás podemos revivirlas.
    Un abrazo fuerte.

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    1. He de reconocer que encontrar restos, a veces muy frescos de presas del búho real, me acelera el corazón. En ocasiones, mientras recogía egagrópilas, alzando la mirada, podía ver al majestuoso búho real observándome fijamente desde lo alto del risco donde reposaba.
      No siempre es necesario ver a la rapaz en directo, basta con leer la narración de su actividad mediante sus rastros.
      Me imagino que tú también sucumbirás, presa de la curiosidad, ante cualquier montón de plumas dejado por su depredador una vez saciada su hambre. Sé que es irresistible no pararse a indagar.
      Otro enorme abrazo.

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  3. Peço licença à carmar para assinar embaixo do seu comentário, uma vez que resume divinamente o belo sentido desta entrada.
    O amor à natureza dá franca plenitude à vida. E o belo observado, alimento eterno do espírito, permanece dentro de você, Javier.
    Obrigada por esta estupenda narração muito bem adornada por tanta beleza em imagens! Haja imaginação!!!
    Encantada...
    Um beijo

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    1. É agradável qualquer passeio pela natureza e esperar, sem precipitar-se, o que ela vai pondo a nosso alcance. Ao alcance de nossa vista ou de nossas mãos, para desentramar essa estranha história acontecida anteriormente entre duas espécies, onde uma delas se leva a pior parte, tal como obriga a crua natureza.
      Obrigado por teu interesse e por tua implicada atenção.
      Beijos...

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  4. Recuerdo cuando hace años sentía estas emociones al saber por estos rastros de la presencia del búho real por Despeñaperros, el sector más abrupto de Sierra Morena.
    La semana pasada llevé al colegio una gran pluma primaria y uno de los niños me dijo que también él las encuentra y a veces hasta consigue ver al búho junto a su padre, me encantó oír eso.
    ¡Saludos!

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    1. Hay que sentirlas hoy de igual manera, al fin y al cabo, cuando pasas revista para saber qué tal está el búho viene bien (para no molestarlo) seguir sus rastros de actividad; no siempre sabes donde se ha ocultado y, levantarlo del posadero siempre es un incordio para él frente a sus enemigos.
      No hay nada más emotivo que un chavalillo contando sus historias con los animales y, como bien dices, si va acompañado de su padre o madre todavía mejor.
      Saludos.

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  5. Hola Javi, llevaba un tiempo sin pasarme por tu blog, veo que sigues en la brecha. Me encantan estas entradas con observaciones tan detalladas del comportamiento de las rapaces, los que las conocemos sabemos los días o incluso años de seguimiento que hacen falta para llegar a conocerlas bien, y la satisfacción que se siente cuando vas descubriendo sus secretos. Y más con el búho real, que por incompatibilidad de horarios solo permite observarlo unos pocos minutos antes del crepúsculo o al amanecer. Las fotos en este caso son totalmente superfluas.

    La entrada del lance de las perdiceras sobre el ratonero, una pasada. Ojalá algún día pueda vivir algo así con la que es mi especie favorita de la fauna ibérica.

    Enhorabuena y sigue así ;)

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    1. No te preocupes que esto siempre está dispuesto para aquellos que, cuando puedan o quieran, disfruten de las novedades de la naturaleza particular de quién lo cuenta.
      Ya sabes que esto de los rastros dejados para el curioso en plena naturaleza es como un periódico de noticias animales que hay que currarse un poco, pero, sobre todo, es un aliciente inmenso para el descifrador que se lo trabaje intentando hallar el sentido más cercano a la realidad de la escena.
      Me alegra que disfrutemos, a nuestro modo, de estas pistas dejadas por nuestras admiradas rapaces.
      Sobre el lance de las perdiceras todo es seguir su vuelo, en cualquier momento, salta la sorpresa.
      Gracias Luis.
      Saludos.

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  6. Exhaustivo seguimiento a esta pareja búhos, el relato es extraordinario, me ha encantado. Enhorabuena Javier, un abrazo desde Cantabria.

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    1. Uno se queda, a veces, estancado de puro placer contemplando a esta especie durante horas y días en un estado de meditación absoluta, e intenta rascar todo lo que da de sí la presencia del búho real en cualquier zona expuesta aunque sea mediante sus huellas y señales.
      Un abrazo.

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  7. Has hecho una observación detallada de la vida de la familia de búhos, te imagino disfrutando de esos momentos y es un privilegio poder leer esas experiencias.
    Un abrazo.

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    1. Sí, ciertamente disfruto muchísimo por la cantidad de detalles de su comportamiento con que me obsequian.
      Otro abrazo.

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  8. Gracias por tu generosidad al compartirla tu experiencia.

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    1. Gracias a ti también; ya sabes que, con gente interesada siempre hay alguien dispuesto a contar sus experiencias con los animales.
      Saludos.

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