lunes, 9 de octubre de 2017

Palacio real de San Ildefonso y su zorro particular.


Cuantas veces he tenido la fortuna de ver al zorro Vulpes vulpes embelesado en sus prospecciones a la búsqueda de topillos, aderezado su trote con ese estilo tan particular lleno de elegancia entre parada y parada. Como decía el gran divulgador Félix Rodríguez de la Fuente "el zorro no corre como el lobo, prodigioso fondista, o como el torpe tejón o como el agilísimo lince. Se mueve con una armonía absoluta, con una elegancia que no pueden olvidar quienes hayan observado en una limpia pradera la carrera de un raposo sobre los cien metros lisos". Es cierto, uno no se olvida jamás de su portentosa modalidad atlética. Siempre he sentido una extraña admiración por este pequeño cánido, tan astuto y taimado, tan ligado al medio antropógeno tratando de sacar el máximo partido de sus acechos a la opulencia humana. 

Tras el acercamiento, el reconocimiento pertinente. También se aupó sobre sus patas traseras apoyándose en mi pierna. Lo peor, no tener nada que darle para comer. 
Aunque volví al día siguiente con alimento, ya no lo encontré.


He visto sus escandalosas batallas territoriales, irguiéndose sobre sus patas traseras y golpeándose entre ellos con las delanteras, emitiendo simultáneamente gritos estremecedores que inquietarían a cualquier desconocedor de la especie. También, he presenciado sus correrías nocturnas y recogimiento en la alborada, cuando un grupo de éstos cánidos ascendía por una ladera. La progenitora era seguida por los jóvenes mientras éstos iban marcando su estatus jerárquico. Por supuesto, he seguido los juegos de los pequeños zorros a la entrada de su cubil y, como no, los restos del oportunismo del búho real ante la inconsciencia de estos pequeños centrados en sus juegos infantiles. He visto, para afirmar las palabras anteriores, muchos nidos con restos recientes de incautos raposos que, por su entrega, descuidaron su retaguardia. 

Aunque puede parecer una reacción agresiva, nada de eso, fue sencillamente una travesura del joven zorro que le dio por morder la correa.


En fin, supongo que he disfrutado de casi toda la conducta biológica del zorro pero, me faltaba como he visto en otros blogs, "mi zorro manso". 
Sé que Carlos Martinez en su blog "Zancadas Ligeras", al igual que otros autores, también tuvo esa oportunidad donde muestra con orgullo esa interacción con Maese Raposo, además de tenerla con jabalíes, cabras y caballos, entre otros. 
Así que, en los soberbios jardines del Palacio Real de la Granja de San Ildefonso (Segovia), durante una visita, aconteció el encuentro con el real zorro tan amable y atento, aunque algo correoso con la cámara de fotos.
He visto muchos zorros y, todavía, sigo disfrutando como el primer día de su presencia.



Jardines del Palacio Real de San Ildefonso (Segovia).


10 comentarios:

  1. Amigo mío, a partir de ahora seguro que llevarás una manzana (cuarteada, en cuartos quiero decir) a mano. No veas cómo estimula dicha fruta la aproximación de nuestros "hermanos los animales".

    ¡Qué encanto particular tienen los zorros y que satisfacción produce cuando interactúan con uno!

    Ah, me alegro de que anduvieras por "mis" cazaderos habituales.

    Un abrazo,

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    1. Sí, algo tengo que hacer, pues soy persona de llevar pocas viandas durante los paseos a la espera de observaciones de animales que colman todo mi tiempo.
      Me gustan los animales en general pero, cuando son comensales del humano en zonas transitadas y de avituallamiento, entonces, es cuando todo se hace más entrañable; zorros, jabalíes, arrendajos, rabilargos y un largo etc. de ejemplares que son capaces de explotar la amabilidad de las personas a cambio de su presencia. Nosotros, muy agradecidos por ello.
      Es una zona muy rica en biodiversidad.

      Un abrazo.

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  2. Veo un zorro con frecuencia que pasa todos los días camino de la casa de una vecina que le da alimentos. Es un animal muy interesante y que puede dar esquinazo al perro más rápido como he podido comprobar, aunque es muy perseguido por los cazadores. Mala prensa tiene, pero sobrevive.
    Un abrazo.

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    1. Gracias al perfecto conocimiento de su territorio el zorro puede dar esquinazo a cualquier perro por muy cazador que sea. Ya en las famosas persecuciones de los raposos por los jinetes británicos y sus jaurías de perros, éstos se las veían y deseaban para alcanzar al zorro perseguido equipado de gran astucia gracias al conocimiento exacto de sus vías de escape.

      Un abrazo.

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  3. Encantada fiquei com esta entrada! Como Carmar, você está se saindo muito bem como encantador de animais! Que festa seria se você estivesse portando uma daquelas deliciosas maçãs para oferecer para esta graciosa raposa. Que lindas fotografias!!! Cenas muito singelas brilhantemente registradas. Me diverti com a cena travessa deste precioso animal (quem dera estar perto desta fofura...)
    Um beijo

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    1. No te puedes imaginar como me gustan estos encuentros con animales habituados a la presencia humana. Lo peor es, que te puedes encontrar todo tipo de gente pero, es raro en lugares como éste que están vigilados continuamente.

      Besos

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  4. Mira que he estado hace relativamente poco en La Granja dando un paseo en familia y no tuve la fortuna de encontrarme con esta preciosidad. Enhorabuena por el reportaje Javier, me ha encantado. Un abrazo desde Cantabria.

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    1. Ya sabes Germán que esto es una lotería y no siempre aciertas a estar en el momento adecuado y la hora exacta; cosas matemáticas de la coincidencia.
      De todos modos, que rabia después de alzarse el zorro sobre mi pierna, no haber tenido nada que darle. Una lastima.

      Un abrazo.

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  5. Al igual que Germán no tenía ni idea de que andase un zorrete por La Granja pese a haber estado allí. Por mi tierra son populares los zorros que frecuentan el nacimiento del Guadalquivir en la Sierra de Cazorla, tarde o temprano los veo en los álbumes de fotos de la gente.
    ¡Saludos!

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  6. Esa es la historia, haber tenido que vivir estos encuentros mediante otra gente que los ha disfrutado. Ahora lo sé, tras haberlo vivido con un júbilo desbordado. Que maravilla tener un contacto de este tipo con un carnívoro tan precioso como el zorro.
    Ojala se repita más veces el encuentro.
    Saludos.

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