miércoles, 16 de julio de 2014

No es fácil ser búho real (parte 1)


Restos de un joven tejón Meles meles en el nido de un búho real 14- 6- 2014. Hay también plumas de cuervo y paloma bravía.

Visitar un nido de búho real Bubo bubo concluida la cría es un placer y un reto enorme para mi curiosidad. Es una extraña y a la vez desbordante sensación de asombro ocupar este espacio celosamente guardado por la gran estrigiforme tras su abandono. Hay tantas historias que recomponer en el misterioso puzzle de la actividad nocturna de estas hábiles criaturas de la noche que empezaría todas, pero creo, que no lograría terminarlas nunca. En parte, eso me resulta paralelamente mas atractivo por los hechos acaecidos bajo el telón de la penumbra; son enigmas bien guardados. La noche acapara el encanto y pasión de innumerables datos velados que despejar por el día, hipótesis con las que muchos observadores sueñan modelar sus propias conclusiones.


Detalle de la dentadura del ejemplar

La temprana reproducción del  búho real hace que sus pollos coincidan con otras criaturas inexpertas como ellos en la explosión primaveral de vida. Toda una suerte de posibilidades para asegurar la alimentación de la familia.
Son innumerables y sorprendentes las víctimas capturadas por esta poderosa estrigiforme (ver enlace). El joven tejón quizá, bajó la guardia durante sus juegos infantiles, siendo presa fácil para su captor. Probablemente, a veces, aprovechando la reproducción de otras aves, desvalija sus nidos después de apoderarse de uno de  los adultos, memorizando el lugar para cobrar los pollos mas tarde. Seguramente con los mamíferos sea mas complicado, sobre todo con los tejones, que alarmados, serán bastante mas prudentes dentro de su marcadísimo recelo.

Cuando recogí unas plumas de halcón peregrino adulto hace unos años, pensaba con ironía: -los 300 o 350 km hora de velocidad, no le impidieron a la rapaz mas veloz del planeta, terminar en un nido de búho real-. Esta rapaz nocturna es lenta, quizá se estime su velocidad en unos 80 km hora pero, de gran efectividad a la hora de progresar entre las vaguadas que recorre y desciende con abrumadora precisión. No sólo sorprende a sus presas desde oteaderos, también, como podría hacer cualquier rapaz diurna, sorprende en vuelo a otras aves si han sido molestadas y levantadas por algún intruso. El cernícalo vulgar Falco tinnunculus que es mas menudo que el halcón peregrino Falco peregrinus pero no menos irascible, aparece mas en la dieta del poderoso búho. Los córvidos desde el gigante cuervo Corvus corax pasando por el arrendajo Garrulus glandarius, chova piquirroja Pyrrhocorax pyrrhocorax, grajilla Corvus monedula y urraca Pica pica son necesariamente presas aleatorias, no obstante  poco frecuentes. Como ocurre con el resto de capturas de aves, cumplen un papel importante en su dieta,  complementando a presas potenciales como el conejo Oryctolagus cuniculus.

No se sabe exactamente a qué obedece tanta inquina por parte de halcones y córvidos hacia el superpredador de la noche, aunque se sospecha que podría deberse a la indefensión padecida frente a sus inadvertibles ataques nocturnos. Parece que la evolución ha sido bastante generosa con su morfología, imprimiéndole carácter sumado a un equipamiento de cazador infalible. Es como un complejo antibiótico para su territorio, que ataca prácticamente a todo cuanto se mueve con un sorprendente acierto mortífero.
 

Búho real en vuelo.

 
Macho de cernícalo desde la sabina que protege su oquedad nido mirando fijamente el enorme problema. Está en su territorio pero, también es el de las chovas piquirrojas, buitre leonado y búho real 30-3-2014.

 
El buitre leonado es un gigante entre las aves y no tiene nada que temer del búho pero, con su pequeño tan vulnerable, también lanza desde su nido miradas controladoras al búho real.

 
La hembra de búho real con sus pollos, muy expuesta, vigila a todos sus vecinos también. Es esta repisa la que le ha quedado disponible después de que cabras montesas y buitres la hayan despojado de su nido en la zona alta 6-4-2014, 9´46 horas. 
Estoicamente, ha presenciado a diario durante todos los encuentros entre las chovas piquirrojas y los cernícalos batallas territoriales con machaconas y escandalosas persecuciones.


Se miran fijamente la hembra de búho real y la de cernícalo vulgar; la primera tiene descendencia y la segunda estudia la situación para buscar una plaza segura 6-4-2014, 9´46 horas.

 
Las chovas piquirrojas se entregan a su ciclo nupcial adornándolo con tiernas carantoñas de pareja 12-4-2014.

Las chovas, como es habitual en los córvidos, parecen utilizar un modelo de presión llamemoslo, “psicológico”, que consiste en aborrecer a sus hostigados mediante su presencia intermitente revoloteando de un punto a otro de la zona visual de la rapaz nocturna. 
Lo que mas molestaba al búho real era que la pareja se posara graznando en un saliente rocoso sobre su nido. 


La pareja de cernícalos, posiblemente, estuvo bastantes días valorando la situación de su zona de nidificación ante la presencia tan cercana del búho real 6-4-2014. 
Finalmente, optó por la parte superior del pequeño barranco calizo (han tenido cuatro pollos). 

Fotografías con digiscoping, (salvo las de tejón)

ENTRADAS SIGUIENTES:

No es fácil ser búho real (parte 2) 


No es fácil ser búho real (parte 3 y última)



sábado, 5 de julio de 2014

MOCHUELOS


Hembra de mochuelo Athene noctua vigilando a sus pollos jóvenes que aguardan dentro del nido. 



Por un pedregoso camino que nace en la periferia del pueblo de la Cartuja, cercano a Zaragoza, se atraviesan fincas particulares valladas donde se aprecian los restos de la prosperidad constructora pasada. En los terrenos se amontonan herramientas de sondeo, material de construcción donde campean entre ellos jaurías de perros, cabras domésticas, burritos y algún caballo. Hay unas terreras de bastante altura como un gran escalón natural que hace de mirador frente al caudaloso río Ebro. También, como no, hallamos los vertidos incontrolados fruto de la falta de civismo. Al pie de una pequeña oquedad del terraplén hay una vetusta puerta de corral tachonada de cabezudos clavos oxidados y cincelados en la madera carcomida. Y, es allí, sobre ella, donde los jóvenes mochuelos esperan curiosos la llegada de su hora; el abandono definitivo del nido. La madre vigila desde lo alto la seguridad de su descendencia y, seguramente, no esté con ellos en el interior por la insoportable algarabía que se forma bajo la constante petición de ceba. Desde lo alto del talud, la madre centinela, no deja ni un rincón sin prospectar con su mirada.



A menos de noventa metros del nido de la anterior progenitora, por el mismo camino, me topo con la segunda. Vigila a sus criaturas también desde la cercanía, manteniendo sólo el contacto visual. La vieja oquedad que sirvió de cobijo a una familia de grajillas utilizada hace años, protege muy bien a otros pequeños, éstos, de grandes ojos y con muchas ganas de curiosear el mundo exterior.


De la imagen de esta madre, con porte soberbio, me encanta la marcada trayectoria de sus calzas y el relieve de su musculación, inadvertibles por las plumas ventrales en la mayoría de las fotografías dedicadas a esta rapaz nocturna ¿Verdad que tiene cierta complexión de rapaz poderosa?

martes, 1 de julio de 2014

Cosas de buitres


El pasado mes de mayo mientras caminaba por la senda que atraviesa uno de los barrancos de Calmarza, a pesar de la notable distancia, algunos buitres leonados Gyps fulvus abandonaban a mi paso lo alto del cortado rocoso. Es un tramo habitual para los senderistas y no es raro que los buitres más asustadizos echen a volar. Pero, me sorprendió más que lo hiciera el progenitor de  un pollo todavía en plumón, dejándolo solo en el nido. Desconozco si mi presencia provocó la extraña reacción del ave o fueron sus congéneres. Poco después, se posó una grajilla Corvus monedula junto al pollo de buitre,  alertando al progenitor que volaba cerca. Acudió en picado emitiendo simultáneamente un chillido ronco y alarmante a medida que se acercaba al nido. Quedé atónito observando la desesperación del adulto al que parecía hacérsele eterno el descenso hacia su vástago para protegerlo del negro córvido. Con ese desgarrador grito que jamás escuché, ni siquiera durante sus ruidosas cópulas, la grajilla no esperó su llegada.




Al asomarme desde lo alto de un cortado con bastante vegetación pude sorprender a este buitre leonado al que no parecía importarle mucho mi presencia. Sin realizar movimientos bruscos, le saqué unas fotografías y, cuando me disponía a abandonar el lugar, me di cuenta del pollo bastante emplumado que estaba detrás, semioculto. El adulto podría haber emprendido el vuelo perfectamente,  puesto que el pollo era bastante grande como para estar solo, sin embargo, no lo hizo. Sorprendente.

Sospecho  que son las hembras las que afrontan con más valentía la presencia de cualquier intruso para proteger a sus vástagos.



A medida que los pollos de buitre alcanzan cierto tamaño, los adultos los dejan solos, no obstante, sin dejar de vigilarlos. En ocasiones, si algún alimoche Neophron percnopterus, cuervo Corvus corax o grajilla Corvus monedula se posan en el nido la función defensiva corresponde al pollo.
Los alimoches acuden con frecuencia a las plataformas de estos necrófagos para buscar despojos o no sé qué. Y, los progenitores, saben que son inofensivos pero, no así los pollos que los reciben alarmados haciéndoles frente. Conocen bastante bien los alimoches la incapacidad defensiva  de los jóvenes inexpertos, ignorándolos cuando campean a su lado.

 
En la imagen (digiscoping), un pollo ligeramente emplumado hace frente a un alimoche. El buitre sabio deambula tranquilamente por la repisa, optando el pollo por la innata estrategia de aparentar mayor tamaño; treta instintiva muy extendida en muchos animales frente a otros más poderosos.
Este sábado pasado, el pollo de buitre ya estaba completamente emplumado y muy desarrollado.