miércoles, 23 de septiembre de 2009

El coronador de nuestras cumbres. Buitre leonado


Reveladora imagen de un adulto receloso, captado por Javier Abrego, durante el carroñeo de pollos de granja.

El buitre leonado (Gyps fulvus), es la rapaz cuya silueta, siempre aparece en el campo visual de nuestros prismáticos. Planeador constante, viajero infatigable de largas singladuras y sobre todo: eficaz en sus prospecciones cuando de hallar carroñas se trata.

Es un ave muy familiar en el entorno antropógeno, pudiéndosele considerar como una especie más de la

fauna semidoméstica que cohabita con el hombre.


Estampa que define por sí sóla el binomio ancestral entre buitre y ser humano.


Después de la intensa jornada de cría, iniciada desde finales de diciembre hasta últimos de agosto, los progenitores pasan dichas pruebas de atención a su descendencia, con una perseverancia infinita.

Han de efectuar largos desplazamientos, soportar agresivas disputas en las carroñas para llevarles los mejores bocados, procurar menguar los espacios de tiempo entre cebas y, obstinarse en la dura protección del pollo ante la inmisericordia del sol y la lluvia. Son todas ellas, labores de un enorme desgaste físico para estas gigantescas aves planeadoras.

Por supuesto, han de evitar ser victimas del veneno, siendo esta una cuestión de azar impuesta por la

irracionalidad del hombre.


El joven, a la izquierda, ya no tiene acceso al nido. Sus progenitores, le despachan al haber cumplido su etapa familiar.

A pesar de volar correctamente, es ahora, cuando comienza un verdadero calvario para este inexperto.


Una de mis pasiones es precisamente, la prospección de laderas bajo los cortados calizos, en busca de estas y otras aves accidentadas. Son bastantes los cúmulos de plumas hallados bajo sus colonias pero, de jóvenes que perecieron en circunstancias desconocidas. Es tan difícil coincidir en el momento oportuno…

Hay veces en las cuales, la persecución a un joven buitre leonado con problemas se complica, puesto que, aún con sus facultades mermadas, guardan cierta capacidad de desplazamiento. Llegan en ocasiones a agotarme y, a volverme loco en la desesperada carrera monte a través. Lo más dramático, es encontrarlo muerto posteriormente pasados varios días, al no haber logrado el ansiado objetivo.



Los accesibles cadáveres, de las mal llamadas alimañas, son la tentación al hambre de los carroñeros. El alimentarse de su carne, puede suponer la muerte, si han sido previamente envenenados.


El año pasado, cerca del nacimiento del río Asón (Cantabria), hallé a un ejemplar joven de la mencionada carroñera, tumbado sobre la gravilla al lado derecho de la estrecha carretera. Parecía aguardar su destino irreversible, con la línea de la agonía.

La escasa gente de paso por el lugar, curioseaba, pero…, (es de comprender, desconociendo a semejante ave, y con su volumen, que fueran capaces de recogerla). Paré inmediatamente, y a la par, hizo lo mismo otra persona, colocándose algo apartado del ave en cuestión.

Utilizando una vieja colcha y con mucha precaución, se la eché encima; pues el picotazo de una rapaz tan poderosa como el buitre leonado, podría herir de consideración y acarrear serias infecciones.

Todo sobraba en aquel ejercicio de captura, la rapaz, no tenía fuerza ni para quejarse.

Le ofrecimos algo de agua que fue consumida con desesperación. Poca, ya que pasado tanto tiempo sin beber, saciarle, no era recomendable.


No es tan difícil hallar los cuerpos yertos, de los malogrados jovenes


Imaginaros, la lenta agonía que padecen estas criaturas, cuando están abandonadas a su suerte en lugares ocultos, hasta que son devoradas incluso, durante su débil hilo vital.

Pero el caso presente, terminó por fortuna de la mejor manera posible. La persona que también se preocupó del necrófago, tenía a su mujer encargada del centro de recuperación de fauna. Que casualidad más oportuna.


La población de buitres leonados, ha sufrido muchos vaivenes a lo largo de su historia en compañía del hombre moderno. Una de las peores lacras es el veneno, sin olvidar las absurdas normas comunitarias cumplidas a rajatabla para, racionar los animales muertos y distribuirlos en apestosos muladares excesivamente organizados y de salubridad muy deficiente.

Ahora, alzando de manera incontrolable el nivel de dificultad, llegó para este desdichado volador, el muro eólico, enclavado inoportunamente en lo alto de nuestras sierras.

La energía que llaman limpia; y que lo será, cuando la efectividad de sus turbinas, nos deje el cielo despejado de esta emblemática rapaz de vuelo prospector incansable.



Este ejemplar, ha sido una buena reserva de alimento durante más de un día para algún oportunista. Paradojas de la vida, en el mundo del carroñeo.


viernes, 18 de septiembre de 2009

Cardera (Vanessa cardui)



La luz directa del sol ha concluido, y con ella, los brillos. Solamente su reflejo, ilumina tenue y agónico, el final del día.

Los colores, víctimas de la incipiente penumbra, se desvanecen agrisándose. Obviamente, sin perder ni un ápice de su; ahora turbia, suave, pero atractiva policromía alar.



¿No os recuerda a algún pájaro?


martes, 15 de septiembre de 2009

Rana bermeja (Rana temporaria)



En mi semana de estancia en el pueblo de Molló (Girona), cerca de la frontera de Francia, tuve la fortuna de topar con este bello ejemplar de rana temporaria. Estaba sobre una pradera húmeda cercana al río Ritort.
La capturé y, fui incapaz de sujetarla sin que se me escurriera de las manos; así, unas tres veces; parecía una pastilla de jabón.
Finalmente decidí dejarla, y saltó al arroyo; desde allí, me permitió posando con este desparpajo, que le hiciera una serie de fotos.
Para qué engañarnos, ha salido tan preciosa y con esos ojazos que, le sobran todos los besos del mundo.
Espero que os guste.




viernes, 11 de septiembre de 2009

Culebra de belleza y altura









CULEBRA VERDIAMARILLA (Coluber o, Hierophis viridiflavus)

La vi por primera vez en papel, en la página 70 del tomo n º 7 de la enciclopedia Fauna Ibérica, de “Félix Rodríguez de la Fuente”. Fue para mi, el tomo más esperado por su especial contenido, allí, estaban todos los grandes de la montaña.

Su llamativo diseño, con vermiculadas manchas amarillentas sobre un fondo verde muy oscuro, casi negro, llamó mucho mi atención y, su escasa distribución, más todavía.

Estaba relegada a la dureza del norte pirenaico y poco se sabía de ella. Su hermetismo y especialización integrados en el bosque húmedo, la convertían en una misteriosa desconocida, que alimentaba mi curiosidad.

Este ejemplar, fue capturado cerca de la carretera (como no podía ser de otro modo),estaba soleándose entre la recortada hierba, cerca de una pendiente muy pronunciada y boscosa: hayas, robles, servales preciosos, avellanos etc. conformaban este enclave cercano a la cabecera del río.


Mi hija mayor me avisó de la presencia del ofidio, me acerqué y… -¡una verdiamarilla!, a lo que la culebra, supongo, reaccionó de forma distinta… -¡humanos! Poniendo tierra de por medio. Muy veloz deslizándose, traté de sujetarla por su parte terminal para no perderla, y al apreciar su flexibilidad con el giro súbito de la cabeza y la boca abierta de par en par, la solté de inmediato hacia atrás, sin percatarme de la presencia de mi hija menor y mi mujer que curioseaban demasiado cerca, a mis espaldas.

Estaba claro el desenlace…, estampida y horror.

Nunca esperamos ni deseamos que nos echen una culebra, salvo que vaya bien sujeta, y ésta, tenía mucha agresividad.

Era tanta la humedad, que multiplicaba su agilidad, por ello, era comprensible la necesidad de su cotidiana exposición al sol, para escapar del entumecedor efecto de la penumbra forestal de un bosque tan apretado.


La sesión de fotos se produjo en un tiempo muy breve (sufro demasiado el estrés de los animales cautivos), y lo más destacable sin duda, el precioso contraste de sus escamas; amarillo tachonado sobre un fondo oscuro e irisado.

La furia en el ataque, equivale proporcionalmente a un imprevisto de vital importancia como el acaecido; la defensa (huida y, enfrentamiento), aunque no tiene la agresividad de la culebra de escalera (Elaphe o, Rhinechis scalaris).

Recordar como observación adicional, la pareja de águilas culebreras sobrevolando la zona.


Su longitud (ejemplar capturado): es de unos 115 cm., pudiendo alcanzar los 180 cm.

Es una gran escaladora, muy esquiva, dada su costumbre solitaria en la alta montaña.

Hiberna en grietas de las rocas o, cualquier madriguera adecuada, que puede compartir con otros congéneres o especies diferentes al llegar los primeros fríos otoñales.

Abandonado el letargo una vez comenzada la primavera, este esbelto ofidio, gracias a sus características anatómicas, es capaz de capturar ranas, roedores en sus galerías, trepar a los nidos de aves y consumir sus huevos y pollos, además de depredar sobre otros ofidios, incluidas las víboras.



domingo, 6 de septiembre de 2009

Pico de carpintero (Dendrocopos major)

El pico picapinos es algo mayor que un estornino. La hembra, carece de la llamativa mancha roja exhibida por el macho en la nuca. Ambos, destacan con el carmesí de sus plumas infracobertoras caudales, contrastando además, con el llamativo y alternado negro y blanco del plumaje.

Hay detalles muy interesantes, expuestos durante nuestros recorridos por el monte que no deben escapar a nuestra curiosidad. No sólo tenemos que disfrutar de la observación de las aves, mamíferos y demás seres vivos, sino también de sus obras tan bien estructuradas como: nidos y cubiles o, rastros como; huellas, restos de presas, desplumaderos y otros indicios, advirtiéndonos de su presencia aún sin haberlos visto previamente.

No hace mucho, encontré restos de conos de pino carrasco, cuyas brácteas estaban seccionadas longitudinalmente y algo destrozadas. Había un cúmulo de piñas más abajo del tronco del árbol, debido a la pendiente por la que habían rodado al ser consumidas sus semillas y, desechadas sus carcasas posteriormente.
Se trataba de un “taller” de picapinos (Dendrocopos major). Son lugares donde estos pícidos aprovechándose de la hendidura de los profundos surcos de la corteza de algunos árboles, e incluso, modificándolos ligeramente con su pico como en el ejemplo presente, son utilizados a modo de apoyo para sujetar cualquier fruto con cáscara o protección dura etc. y, acceder a su contenido con más facilidad.
La importancia de estas semillas debido a la gran concentración de productos almacenados en forma de aceites, almidón y proteínas, es crucial para muchos animales, sobre todo de cara al invierno, cuando precisamente se hallan maduras, facilitándoles una nueva fuente de alimento.
El piquituerto, es el más especializado en la extracción de estos frutos, los utiliza como alimento principal para su pollada, cuyas fechas de cría coinciden con el invierno.


El frecuente uso del hueco donde acopla el ave la piña, ha eliminado la aspereza de la corteza dejándola lisa, como lijada.


El cono encaja perfectamente en su hueco. El pájaro carpintero, de este modo, lo puede golpear con su afilado pico sin temor a perderlo. No tiene la finura del piquituerto, pero si, la efectividad.

El material desechado, se acumula bajo el tronco del árbol. En este caso, la mayoría de las piñas han rodado por la pendiente de la ladera.